Sergio Pérez tuvo una buena actuación en el Gran Premio de Estados Unidos, ya que culminó tercero por detrás de Max Verstappen y Lewis Hamilton. Pero no todo fue color de rosa para el mexicano, ya que debió sufrir durante la carrera porque desde el inicio no pudo tomar agua y terminó la competencia totalmente deshidratado.
Los conocedores más escépticos de la Fórmula 1 creen que los monoplazas actuales no plantean uuna exigencia importante para los pilotos. Sin embargo, la muestra práctica expone totalmente lo contrario a lo que un simpatizante puede decir desde la comodidad de su casa. Lo que sufrió Pérez en la contienda del pasado fin de semana es el ejemplo cabal del esfuerzo que deben realizar los protagonistas de hoy en día para rendir al máximo nivel arriba de un auto de la categoría reina del automovilismo mundial.
“Fue una locura. No me sentía bien esta mañana. Y sí, a partir de la primera vuelta no pude beber ningún líquido y fue extremadamente duro”, indicó “Checo” después de lo que fue el Gran Premio de Estados Unidos.
Y luego argumentó: “Ya desde la vuelta 20 estaba completamente ido. No tenía fuerza, estaba perdiendo fuerza en las manos, fuerza en los pies, la visión también y todo se estaba volviendo bastante incómodo. Simplemente estaba en un modo de supervivencia, tratando de mantener el ritmo. Fue realmente difícil, especialmente creo que las últimas 30-40 vueltas fueron extremadamente duras”.
Por último, cuando el consultaron si la presencia del público mexicano y la de su familia le dio ánimo para llegar a la bandera a cuadros, el azteca señaló que tomó ese aspecto como un plus para su esfuerzo. “Sí, es algo positivo. La energía de la gente realmente me hizo seguir adelante. Mi familia estaba aquí. Tenía muchas ganas de que me vieran en el podio y ahora toca esperar para México”, concluyó.