El gol 700 de Lionel Messi se hace desear y ya se transformó en un peso. Es indiscutible la importancia del 10 en cada partido y que el Barcelona sin él estaría todavía peor, pero lo que parecía la posibilidad de llegar a un número redondo en su carrera se fue transformando en un karma hasta terminar lleno de bronca. Más aún con el 2-2 ante el Celta.
Dos asistencias para Suárez (una brillante) hablan de otro buen partido del 10, pero su fastidio se hizo evidente con las chances que tuvo. Dos remates en la medialuna del área rival, uno en cada tiempo, en el que tiró la pelota fuera del arco lo hizo mirar al cielo como no entendiendo por qué no entraba.
Tampoco lo pudo lograr con una de sus armas letales como los tiros libres. Tuvo dos, uno que aprovechó con la genialidad para asistir al uruguayo, y el otro se desvió a la barrera. La misma frustración que ya le había pasado ante Sevilla, con dos remates negados, incluso uno sobre la línea.
Desde el gol de penal al Leganés, el 699 en el Camp Nou, pasaron 291 minutos. Lo que restó de ese partido que dejó el famoso tackle, más lo sucedido ante Sevilla (0-0), Athletic Bilbao (1-0) y ahora Celta (2-2). En todos fue decisivo con sus pases pero no en la red. Y este Barsa ultra Messi-dependiente lo siente...
La duda quedará con esa jugada polémica en la que pudieron haber cobrado penal y que el VAR desestimó. Ahí también le negaron la posibilidad de estar frente a frente con el arquero de los celestes.
Más allá de la bronca y lo que pase este domingo con el Real Madrid y la punta, el martes Leo saldrá a la cancha con todo. Enfrente estará nada menos que el duro Atlético Madrid. Aunque para Leo es una de sus víctimas preferidas: les hizo 31 goles y en el recuerdo está que el gol 600 llegó firmado contra los Colchoneros por un tiro libre.
