El drama de los dos futbolistas mendocinos que fueron estafados en Paraguay

Renzo Prospite y Luciano Rosales viajaron para firmar contrato con un club, pero sufrieron el fraude de dos representantes y se quedaron en la calle varios días hasta que pudieron volver a casa.

El drama de los dos futbolistas mendocinos que fueron estafados en Paraguay
Luciano Rosales y Renzo Prospite, fueron estafados en Paraguay. Los jugadores mendocinos finalmente pudieron regresar al país gracias a la ayuda de familiares y amigos.

“Fuimos con toda la ilusión y volvimos arruinados”, la frase resume el sentimiento de dos jóvenes dos jóvenes futbolistas mendocinos de 24 años que hace poco más de una semana viajaron a Paraguay para firmar contrato con el Club Silvio Pettirossi, de la segunda división del país guaraní. Sin embargo, el sueño se convirtió en una pesadilla. Renzo Rubén Prospite y Luciano Nicolás Rosales Hormigo terminaron siendo protagonistas de una verdadera película de terror.

¿Qué sucedió? El miércoles 13 de octubre, Prospite y Rosales arribaron a Encarnación, una localidad paraguaya colindante a Posadas, Misiones. Allí los esperaba Gonzalo Aciar, un representante cordobés, socio de Enrique Domínguez (quien había contactado a los jugadores) que los esperaba para firmar el contrato que los ligaría al club paraguayo.

“En ese momento me pareció raro que el contrato no tenía el nombre completo del club y faltaban el sello y la firma del presidente y el secretario”, cuenta Rosales, quien tenía la experiencia de haber firmado un contrato cuando formó parte de Huracán Las Heras en el Torneo Federal A.

El indicio del fraude se comprobó más tarde. “Aciar nos pidió 110 mil pesos, un dinero que con Luciano (Rosales) no teníamos. Eso estaba todo arreglado con Enrique Domínguez, quien no se hizo cargo de nada, se canceló el supuesto contrato y nos dejaron tirados. Nos echaron del hospedaje, quedamos en la calle sin un peso”, cuenta Prospite, quien en Mendoza jugó en la CAI, Independiente Rivadavia, CEC y Rodeo del Medio.

Debido al cierre de la frontera Argentina, no pudieron regresar inmediatamente al país. “No nos quedó otra que sobrevivir. Además del dinero que habíamos gastado en pasaje, PCR y demás para poder viajar, no nos quedó otra que pedir prestado dinero para poder comer y pagar el hospedaje las noche en las que llovió. Los demás días dormimos en una estación de servicio y nos alimentamos con galletas y mates”, agrega Prospite.

Para fortuna de ellos, apareció un ángel que cayó desde el cielo. “Un argentino que vive en Encarnación vio la nota que nos hicieron por televisión, nos buscó, nos vio desesperados y se puso a disposición nuestra. Nos ofreció casa y comida. Gracias a él pudimos regresar a nuestros hogares”, cuenta Rosales.

Lo peor de la odisea, ya pasó...

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