Eduardo Sacheri en Mendoza: “Me gusta contar historias desde abajo, más cercanas”

El escritor, guionista y profesor de historia estuvo de visita en Maipú, donde brindó una charla sobre sus grandes pasiones: la historia, el fútbol y la literatura.

Eduardo Sacheri en Mendoza: “Me gusta contar historias desde abajo, más cercanas”
Eduardo Sacheri estuvo en Mendoza y ofreció una charla en Maipú / Gentileza.

Futbolero como muchos, Eduardo Sacheri es seguramente fuente de gran inspiración para toda una camada de de periodistas. El escritor, guionista y profesor de historia estuvo en Mendoza ofreciendo una charla en un ciclo literario en el departamento de Maipú y aceptó una charla donde unió sus dos grandes pasiones: la historia, el fútbol y la literatura.

El autor del Secreto de tus Ojos y la Odisea de los Giles, entre otras historias que llegaron al cine, contó que sin el impulso de Alejandro Apo, quien leía sus cuentos en radio Continental, su vida literaria probablemente no hubiese sido tan reconocida.

Pese al gran éxito de sus obras, todos los lunes de su vida, Sacheri continúa dando clases de historia en una escuela secundaria.

En su diálogo, el “Pelado de historia”, como se imagina que le dicen sus alumnos, contó como vivió la final del Mundial de Qatar y dio detalles del personaje nombrado en una de las escenas del Secreto de tus ojos: Pedro Waldemar Manfredini. “Un jugador que compraron por dos pesos a los mendocinos y que fue un crack”. Manfredin nació en Maipú y salió de la inferiores del Cruzado. Luego jugó en Racing Club y luego fue vendido en 7 millones a la Roma de Italia.

Hincha del Rojo, dice que no habla públicamente de política y que es “muy cuidadoso” en lo que emite en las redes. Pero no porque vayan a dejar de quererlo, sino porque “vamos a dejar de hablar. Vamos a dejar de comunicarnos si vos me bajas la palanca”, desliza frente a una pregunta disfrazada.

- ¿Saliste a festejar cuando Argentina salió campeón o no?.

- No. Solo en los penales con Holanda, porque me dije: ‘acá me quedo seco como un pelotudo. Salí y quedaron mi mujer y mis pibes. Veíamos todos los partidos en el departamento de mi hijo. Nosotros somos de Castelar y mi hijo vive en el centro. Bajé y me fui a una placita cerca de la vías. Con Francia, me metí en el auto imaginate, si un domingo en Castelar no están ni los perros imaginate una final mundial(risas).

- ¿Qué música pusiste?

- Me gusta mucho la música clásica. Puse la Quinta Sinfonía de Beethoven; ¡vibraban los vidrios del auto! Era un viaje espacial y recorriendo Castelar. ¡Ni el perro había! Nadie. Empecé a dar vueltas, pasé por mi casa y miré por si las dudas no las estuviesen barreteando. Pasé no había nada. No sabía nada del partido. Los penales duran 8 minutos y arriba del auto ¡ni te cuento! Hasta que vi que salía un muchacho de una casa. El vago salíó tranquilo. Dije: “chau, perdimos”. Detrás del vago, que llevaba una bandera como capa, sale otro, tranquilo también. ¡Claro, estaban muertos!. Me paro en el auto, bajo la ventanilla y le hago cara ( hace un mueca como levantando la pera). Ni le pregunto y no me contesta. ¿Y? ¿Qué?, me dice. ¿Qué cómo salimos? ¡Ah! ¿No sabés?. Me dije, chau perdimos. Porque le pregunto cómo salimos y me dice, ¿Qué no sabés? Se me acerca y me pone la mano en el hombro y me dice: ¡Somos campeones del mundo! Y ahí se pusieron a gritar. Se ve que decirlo les vino bien. Eran uno pibes veinteañeros. Los viejitos ya tenemos dos mundiales encima. Volví a lo de mi hijo. ¡Vimos todo, hasta la última selfie de Antonella! Después salimos, no soy de salir a la calle. Fuimos al Obelisco, pero ver a mis hijos festejar todo eso, fue un doble festejo. Volvimos como a la una de la mañana y ahí vi los penales. Todavía estaba nervioso, porque cuando patea Dybala digo, ¡Este pibe lo va a escapar! (risas).

- ¿El delantero de Racing en el Secreto de tus ojos, de apellido Manfredini, sabías que era un jugador del Deportivo Maipú y que se formó jugando a 6 cuadras de este hotel?

- Eso lo tuve que escribir para la película, en el libro está de otra manera. Lo tuve que escribir para el guión y definimos que fuera de Racing por una serie de motivos. Yo necesitaba como esas historias minúsculas, no grandes jugadores del equipo campeón del mundo del 67′. Y apostaba a que el espectador no la viera venir sino que fueran jugadores no tan conocidos. Entonces fui a ver al papá de un amigo, muy fanático del Racing, y es uno de esos tipos amigos de la minucia (NdR: de los detalles o de aquellas cosas sin importancia), le pregunté y le pedí que me diera datos chiquitos de Racing. Le dije: ‘necesito que me cuentes uno que sea un gran jugador, pero tapado. Y otro que hayan pagado mucho y que haya sido un fracaso’. Por eso el guión dice ‘a Manfredini lo compraron por dos pesos a los mendocinos. Fue un jugadorazo, el otro fue un desastre’. Y por eso el asesino dice y relata en una de las escenas ‘En eso soy como Manfredini y no como Babastro’. Y el escribano borracho agrega ‘Pedro Waldemar Manfredini; se lo compraron a los mendocinos por dos pesos y resultó ser un jugador extraordinario para su época. Increíble’.

- Hablabas de la grieta, pero en la Odisea de los Giles, describís personajes que chocan pero se unen en ese proyecto que trascendía todo eso. ¿Te gusta la gente común, te gusta jugar con esos vínculos?

- A mí gusta contar las historias de abajo. Podés contar la crisis de 2001 desde los grandes líderes, los grandes problemas y promotores de la caída De La Rúa, o podes mirar abajo. A mi me gusta más ese mundo, porque es más cercano a mí y me gustan más. Indudablemente se te filtran cuando vos creas algo, tus propias concepciones del mundo y sin duda, me parece mejor, en una vida que es tan dura como la de cualquiera y si te encontrás con gente honrada, con buena gente para hacer cosas. Seguramente en ese caso será menos difícil. Y esa gente honrada, me da lo mismo que tenga una flota de camiones como tiene Rita Cortese, sea un gomero como Luis Brandoni o que sean dos desempleados como los hermanos Gómez.

- ¿Que cambió en tu vida a partir del Secreto de tus ojos?

- Para mi carrera fue muy impactante. El cine es mucho más masivo, por supuesto. Un libro que se vende muy bien en la Argentina y alcanza los 30 mil ejemplares es un montón. Hay gente que vende más, pero al Secreto de tus ojos la vieron tres millones de personas y si encima después gana el Oscar... El Oscar es como la final del Mundo, te van a ver en todos lados. Tenés un libro y luego te dicen que lo van a traducir. Pero no tiene que ver con la calidad del libro; tiene que ver con el Oscar. Para los que trabajan en ese mundo, el Oscar es trabajo. Está la alfombra, los vestidos, los trajes y el glamour, pero después de ese día, si ganaste un Oscar, se te abre una oportunidad de laburo fenomenal en ese mundo del cine. Está en vos si lo querés aprovechar o no.

-Alejandro Apo ¿qué ha significado en tu carrera?

- Es como si jugás en tu equipo de provincia y te ve alguien y te lleva a jugar a uno grande de Buenos Aires. Eso fue Apo. Después te ve otro y te lleva para Europa... Son como dos golpe. Sin la radio no hubiera pasado todo lo que pasó. Capaz que terminaba publicando un libro de cuentos, pero lo hubieran leído que se yo. Es tan difícil publicar un libro. Es difícil que la gente te elija. Los cuentos en la radio, leídos por Apo, pasó a ser eso. Cuando fui a buscar una editorial, no era un desconocido y dije: “tengo estos cuentos de futbol y son los que Apo lee en Continental. ‘Ah, vení pasá’. Y después, cuando salió el primer libro y que Apo seguía leyendo y decía voy a leer un cuento de Sacheri que está en tal libro. Apo me leía y a la semana siguiente se vendía libros. Los medios tienen eso. Tanto la radio como el cine fueron un envión que me cambió la chance totalmente de ser. Quizás el de al lado mio escribe mejor que yo, pero no lo vieron. Es así de cruel. Como todos los laburos.

-Muchos chicos entran al mundo de la literatura, y los docentes lo utilizan como herramienta, por tus cuentos, por el poder que tiene el futbol. ¿Es algo que buscás o que sale así?

-No es algo que busque, pero es algo que me encanta que pase. Para mí es importante cuando tenés un laburos creativo y, disculpen hacerme el lindo pero la tentación de querer gustar es grande. A todos nos gusta gustar. ¿A quién no? El problema es que en un laburo creativo, si te ponés a hacer eso, empezás a jugar para la tribuna y dejás de escribir lo que necesitas. Creo que es algo lindo que pase, pero es algo que no tengo que pensar cuando escribo. No quiero ser ingrato, me encanta y me pasa con los cuentos de fútbol. Mucha gente que no suele leer, se pone con los cuentos y después te dice ‘yo no leía nada y leí tus cuentos de fútbol y ahora sí’. Eso está muy bueno.

- ¿Cómo es tu relación con tus alumnos, con el profe escritor y famoso?

- ¡Pobre pibes ! (risas ). A mi me gusta explicar mucho, conocerlos, hacer humor, gastarlos, que me gasten, pero soy exigente. Tenés que estudiar historia. Sí, el primer día sos Sacheri, después sos el “Pelado de historia”.

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