La situación es más grave de lo que parece. Es que Godoy Cruz se está jugando nada menos que la categoría, su continuidad en Primera División tras más de catorce temporadas. Sin embargo, da la sensación de que algunos todavía no lo advirtieron. Y en ese racimo de responsabilidades que incluye a dirigentes y jugadores, lógicamente, por estas horas el principal apuntado es el DT: Diego Flores.
Hace rato que Godoy Cruz dejó de ser “el equipo del ‘Traductor’”. Ese incipiente ciclo en el que el Tomba sedujo y sorprendió a propios y extraños desplegando un fútbol moderno, agresivo y contundente, aparenta haber quedado en un buen recuerdo.
El presente es realmente alarmante. Y no sólo por la situación deportiva que atraviesa desde la fría cuestión estadística. De hecho, que ocupe el vigesimocuarto lugar de la tabla de promedios para el descenso y que de los últimos partidos sólo haya ganado uno, significa una arista importante.
Eso sí, no mucho más que los constantes errores de un DT que se encuentra en el ojo de la tormenta y que con el correr de los partidos viene perdiendo el crédito no sólo con los hinchas, sino también con sus dirigidos.
Porque mucho más allá de los errores individuales que derivaron en los dos primeros goles del Sabalero, como el “cumpleaños” de Leonel González en el gol de Facundo Farías y la falta de criterio de Juan Espínola antes del gol olímpico del Pulga Rodríguez, existieron otros yerros garrafales, casi de principiantes, que llegaron desde el banco de suplentes y que indiscutiblemente inciden de manera directa para que Godoy Cruz termine perdiendo sus partidos.
Resulta inadmisible que el extenso cuerpo técnico del Tomba (analistas de video, ayudantes de campo, preparador físico, etc.), encabezado por Diego Flores, no advierta que se quedó sin ventanas para hacer cambios (algo que ya le había sucedido en las semifinales de Copa Argentina) o que saque al mejor jugador (Matías Ramírez) para buscar “más frescura” cuando acababa de generar un penal a puro slalom en el uno contra uno. Insólito.
Es por ello que el encuentro de mañana ante Aldosivi tiene fuertes indicios de duelo bisagra. Todo parece indicar que Diego Flores no tiene otra que lograr que el Tomba coseche los tres puntos frente al equipo de Martín Palermo. Caso contrario, el desenlace tendrá mucho olor a fin de ciclo.
¿Otro más?Todos los caminos conducen a ello. Es información, no opinión. Después se podrá debatir sobre esa nefasta cifra que indica que el Tomba ha sufrido ¡nueve cambios de técnicos en tan sólo 3 años!: Marcelo Gómez, Daniel Oldrá (dos interinatos en 2019), Lucas Bernardi, Javier Patalano, Mario Sciacqua, Diego Martínez, Sebastián Méndez y Diego Flores.
Los números asustan y marcan una tendencia irrefutable. Nadie en su sano juicio podrá negar que la mayor responsabilidad es de la Comisión Directiva, que desde un buen tiempo a esta parte no sólo dejó de “acertar” en la toma de decisiones, sino que tampoco pareció haber hecho lo suficiente como para jerarquizar a un plantel que -es cierto- mantuvo la base. Sin embargo, los futbolistas que se incorporaron dan la sensación de poseer más dotes de ello que de refuerzos.
El Tomba lo sabe, es ganar o ganar.
Los tres errores garrafales de Flores ante Colón
Sacó al mejor jugador. Inmediatamente después del descuento de Ojeda, de penal, Flores hizo un cambio insólito: mandó a la cancha a Juan Pintado por Matías Ramírez, quien era el delantero más desequilibrante.
No advertir a su arquero. En el 2-1 gol de Colón, Pulga Rodríguez ejecutó el tiro de esquina con “tres dedos” que soprendió al arquero Espínola, quien no puso un jugador para cubrir el primer palo. Luis Miguel lo había ensayando.
Otra vez con la misma piedra. Flores reconoció que quiso hacer debutar a Salomón Rodríguez, pero se dio cuenta que se le habían terminado las tres ventanas. Ya le había pasado en la Copa Argentina frente a Talleres (Cba).