Díario de viaje, día 4: La llegada al vecindario, la foto icónica en El Corniche y el increíble mercado Souq Waqif

Pese al cansancio por el largo viaje, las primeras horas en Doha tientan a este periodista a recorrer una serie de lugares realmente maravillosos.

Díario de viaje, día 4: La llegada al vecindario, la foto icónica en El Corniche y el increíble mercado Souq Waqif
El Corniche, con el West Bay de fondo, un paseo marítimo imperdible por la ciudad de Doha.

El Barwa Barahat Al Jonoub está bastante retirado del aeropuerto. Es un viaje de aproximadamente una hora en ómnibus, que por supuesto son gratuitos para los poseedores de la Hayya Card, una especie de visa o fan ID que debe poseer todo aquel que quiera entrar a Qatar durante el mes del Mundial.

El colectivo ingresa a la “ciudad”, un imponente complejo de departamentos construido especialmente por la organización del Mundial para cubrir las plazas de más de seis mil hinchas, y se detiene enfrente del Clúster “T” (otra buena noticia porque es el nuestro). Por supuesto que en el primer golpe de vista advertimos que posee varias canchas de fútbol, pero también de básquet y beach voley. En el interior de la “mole” de cemento también hay dos supermercados y una mezquita.

Nos bajamos del colectivo con dos valijas que pesan cada vez más porque el calor es muy intenso a pesar de que recién son las 8 de la mañana. Tras caminar un par de metros, y ante nuestra requisitoria, un hombre oriundo de África -que trabaja en la limpieza del complejo- nos deriva al Clúster C6 para realizar el correspondiente check in.

Sin embargo, el intento de hacer rápido el check in para ir en busca de una rápida ducha reparadora, queda en el intento. En definitiva, me pedían un número de ID de voluntario porque -justamente- en ese clúster se alojan los jóvenes que llegaron para trabajar como voluntarios a dicho lugar. Afortunadamente, el check in logro hacerlo con los amables y pintorescos recepcionistas del clúster “T”, quienes apenas ven mi remera aseguran ser fanáticos de Maradona y Messi.

El diseño del Barwa se inspira en las casas árabes tradicionales construidas alrededor de sus patios. Tanto las habitaciones con cama matrimonial como las de dos camas (son de hierro) ofrecen baños en suite con ducha. De ambos lados, un locker doble con sus respectivas llaves. Un dato curioso es que la mesa y las sillas brillan por su ausencia. No hay dónde sentarse para comer o escribir. Un pecado capital. Lo que sí hay en la pared es un agujero en concepto de desagüe porque aparentemente desistieron de colocar la mesada y el lavador. Como aliciente, pegado a las habitaciones, que están enfrentadas, hay un “Pantry” o una zona de despensa que cuenta con un microondas, pava eléctrica, fregadero y refrigerador.

Después del baño vigorizante, es hora de tomar un pequeñísimo descanso. Sin embargo, no pasa ni siquiera una hora que suena el teléfono porque los Filardi ya están en la fila del ómnibus esperándome para ir a conocer El Corniche, un paseo marítimo que discurre junto al mar y que permite disfrutar de una de las vistas más espectaculares de la capital qatarí. Claro que previo a ello hay que hacer un “viajecito”. Primero, ómnibus desde el Barwa hasta la estación Al Wakra de la línea roja, y de ahí un metro hasta la estación Corniche, pasando por Ras Bu Fontas, Free Zone, Oqba IBn Nafie, Al Matar Al Qadeem, Umm Ghuwallina, Al Doha Al Jadeda, Msheireb y Al Bidda. El Corniche consta de tres partes: el parque y paseo marítimo del Corniche, la calle Corniche y la zona gubernamental. Desde el Paseo Marítimo El Corniche se puede obtener una de las imágenes más icónicas de Doha, con el skyline de sus famosos rascacielos.

Los camellos permanecen pastando en una suerte de corral durante gran parte del día.
Los camellos permanecen pastando en una suerte de corral durante gran parte del día.

Febo pega cada vez más fuerte y el calor es insoportable. Para colmo, Diego (Filardi) no puede caminar demasiado porque anda con una bota en su fracturado pie derecho. Subimos a un micro que nos traslada hasta la parada que conduce a Souq Waqif, que significa “el mercado permanente”. Pero antes hay que pasar por el “Camel Pen”, un lugar donde los camellos -con los pies atados- están pastando en su corral la mayor parte del día, y hasta bien entrada la noche.

Subiendo por esa callejuela, nos encontramos con el Souq Waqif, un zoco (mercado en una plaza u otro lugar al aire libre) donde se venden prendas tradicionales, especias, artesanías y recuerdos. También alberga restaurantes y salones de shisha o narguile, que es una pipa de agua que se utiliza para fumar todo tipo de hierbas o tabaco. El edificio original data al menos del siglo XX en un estilo arquitectónico tradicional de Qatar, pero fue renovado en 2006. Sin embargo, conserva la magia de esos anchos pasillos que lucen abarrotados de comerciantes y artesanos, aunque la mayoría de los negocios abrirán recién después de las 16. No es para menos. A pesar de que en Medio Oriente es otoño, el intenso calor sofoca. Luego de los jueguitos de Leandro para las cámaras de UMA (Un Metro Adelantado) y de la foto de los “Messi” para el noticiero de Telefé, es hora de cambiar dinero para ir a almorzar.

Por suerte, a Diego se le ocurre la genial idea de ir a comer a la marisquería al Danat Al Bahar BBQ Fish, un lugar altamente recomendable para los turistas que vengan a Doha. El pescado a la barbacoa es realmente una delicatesen. Uno mejor que el otro. ¿Nombres? Del único que me acuerdo en este momento es del “King Fish”, pero el otro -un poco más pequeño- creo que se llamaba “Sibass”- y es un verdadero manjar.

Alrededor de las 14:53 es la hora del rezo de la religión musulmana. El adhan, azaan o ezan, y es el llamado a la oración para convocar a los fieles al “salat”, que es la plegaria obligatoria. El encargado de recitarlo es el almuédano, quien es elegido por la comunidad por sus habilidades. Los musulmanes rezan cinco veces por día –al amanecer, al mediodía, a la tarde, al atardecer y a la noche– mirando hacia la Kaaba, la casa de Dios, en la gran mezquita de La Meca. Pueden rezar en cualquier lugar en el que se encuentren, siempre y cuando esté limpio, preferiblemente en compañía de otros musulmanes. El llamado a la oración siempre es en árabe, que es el idioma del Corán y del Islam en general. “Alá es grande, Alá es grande”, comienza aclamando el intérprete a través de un altavoz que se propaga por toda la plaza.

Los hinchas de Camerún realizaron un banderazo en plena plaza de Souq Waqif.
Los hinchas de Camerún realizaron un banderazo en plena plaza de Souq Waqif.

Es momento de ir en busca de la acreditación. El encuentro con unos colegas ecuatorianos facilita la tarea, ya que nos trasladamos en grupo por el metro de la línea dorada. Antes de salir de la plaza, una tremenda banda de hinchas de Camerún irrumpe en el lugar haciéndose notar. Una hora antes había sido el turno de los hinchas qataríes, quienes llegaron de la misma manera y muchos de ellos se quedaron en el mercado, que a esa altura de la tarde es un hervidero de gente.

Hace rato que se respira clima mundialista. Faltan horas para el aclamado duelo inaugural entre Qatar y Ecuador, que por suerte se adelantó un día, sino la espera hubiese sido aún mayor. Después de todo, lo mejor es que ya pasaron bastantes cosas en un par de días, y la fiesta del fútbol todavía ni siquiera comenzó. Mientras tanto, Doha se abre como un abanico para cautivar, a través de la amabilidad y calidez de su gente, a ese racimo humano que ya empieza a copar las calles de una ciudad que esperó este acontecimiento por más de doce años. El futuro es hoy.

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