Al fin, martes 15/11/22. Llegó el día, y la hora (17:00) indicadas para emprender el largo viaje rumbo al sueño del pibe. Un desafío desconocido: cubrir un Mundial de Fútbol, y en Medio Oriente. ¿El último de Messi? Ojalá no. Mientras los muchachos de la Scaloneta descansan en Abu Dhabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos, para disputar la antesala amistosa antes del debut frente a Arabia Saudita, Qatar nos espera.
Como primera “escala”, es tiempo de recorrer los 1100 kilómetros que separan a Mendoza de la Capital Federal. Como todas las despedidas, el adiós de los cercanos se hace más dura de lo pensado. Hasta no hace mucho tiempo, la familia podía acompañar al pasajero hasta la puerta misma del colectivo.
Luego de la renovación de la Terminal de Ómnibus, a los que se quedan en casa, no les queda otra que observar al viajero a través de un vidrio desde el segundo piso. Lucía, Joaquín y Gaspar no paran de llorar, mamá contiene como un dique y papá parece más duro. Sin embargo, le cae la “ficha” a los pocos kilómetros y también lo invade fuertemente la emoción.
Al igual que en Doha, hace mucho calor. Al atravesar tierras paceñas, el termómetro marca 34°, y aire acondicionado del “bondi” no da a basto. El vendedor ambulante se queda sin gaseosas y la señora de dos asientos más atrás ya encontró el alcohol en gel que había salido rodando desde su bolso de manos.
El ómnibus va lleno. Eso sí, nadie viaja con la camiseta de la Selección Argentina ni mucho menos. La mayoría de los hinchas que salieron rumbo a Qatar desde estas tierras, eligen como punto de partida internacional el aeropuerto de Santiago de Chile. El dueño del asiento número 19 no le da respiro a su celular con videos de todo tipo. El Facebook Watch está a full. Y es inevitable no inclinar la cabeza cuando se escucha la voz de Scaloni, Messi o la música de los hinchas en cada uno de los banderazos que ya hicieron en Doha.
Creáse o no, en la terminal de San Luis me encontré a un hincha enfundado en la camiseta del Frayle Matías Rodríguez, al que curiosamente no conocía. Es beltranino de pura cepa cómo yo, pero las vueltas de la vida lo llevaron a vivir en Rosario y estaba viajando rumbo a Pergamino, a unos 100 kilómetros de la Chicago argentina.
El dato de color es que, por quedarnos cruzando palabras cerca del andén, el chofer casi lo deja en la República de San Luis. En el apuro, alcanzamos a tomarnos una selfie. Me deseó suerte en mí viaje a Qatar, y yo me puse muy feliz. Porque para un beltranino nada mejor que otro beltranino. Feliz ruta, amigo.
Parece mentira, pero en menos de 48 horas estaremos ahí, en la cocina del Mundial. Traigan puertas que manijas sobran. La estación Terminal de Retiro, y el amigo Gustavo Pereyra -que de viajar algo sabe- esperan por este periodista. Antes de volar por la noche rumbo a la glamorosa París, se viene un almuerzo disfrutando del último amistoso de Messi y compañía (¡ojito, Vasco Arruabarrena eh!). Pero esa será historia para compartir más adelante...