Mañana, 11 de septiembre, se celebra en Argentina el Día del Maestro, una fecha dedicada a honrar la labor de los educadores. Pero en el país del fútbol, también hay maestros que enseñaron desde las canchas, los vestuarios y las tribunas. El fútbol argentino ha sido forjado por figuras emblemáticas que dejaron una huella imborrable, tanto dentro como fuera del campo de juego.
Uno de los grandes maestros del fútbol argentino es, sin dudas, César Luis Menotti, el estratega que llevó a la Selección Argentina a conquistar su primer Mundial en 1978. Menotti no solo inculcó una filosofía de juego ofensivo y de buen trato del balón, sino que también dejó una enseñanza imborrable sobre cómo el fútbol debía ser algo más que un simple deporte: una representación del arte y la identidad de un país. Su pensamiento influyó a generaciones enteras de jugadores y entrenadores.
Otro nombre que resuena con fuerza es el de Ricardo Bochini, el eterno ídolo de Independiente. Bochini es considerado el “maestro del toque”, un futbolista cuya visión de juego y simplicidad a la hora de manejar la pelota lo convirtieron en una leyenda. Jugadores de la talla de Diego Maradona lo idolatraban. “Bochini es el mejor de todos, mi ídolo. Siempre quise jugar como él”, expresó el 10 en más de una ocasión. Bochini enseñó que la genialidad en el fútbol no reside en la complejidad, sino en la inteligencia.
Otros dos maestros del fútbol
Por otro lado, está Marcelo Bielsa, conocido por su rigurosidad táctica y su ética de trabajo. A pesar de que no ha conquistado un Mundial, Bielsa es reverenciado como un auténtico maestro por su visión del fútbol como una disciplina que requiere esfuerzo, pasión y dedicación. Para Bielsa, el fútbol es una herramienta educativa. Como dijo alguna vez: “El fútbol es una excusa para educar valores”.
Carlos Bilardo, el gran rival ideológico de Menotti, fue otro de los maestros que llevó a la Selección Argentina a la cima del mundo en 1986. Si Menotti apostaba por el arte, Bilardo se basaba en la estrategia y en la disciplina, dejando claro que, en el fútbol, no hay un solo camino hacia el éxito.