“La gente vino como pudo a Qatar… se recorrió el mundo entero”, reza uno de los hits más escuchados en cada banderazo argentino en El Corniche o Souq Waqif. La aventura de un mendocino oriundo de Guaymallén parece extraída de un cuento del “Negro” Fontanarrosa, y es un digno ejemplo del frenesí que arrastra a cada hincha argentino para ver a la Selección Argentina en este Mundial Qatar 2022.
Emiliano Molina tiene 22 años y le quedan tres materias para recibirse de licenciado en administración de empresas. Juega al fútbol desde que tiene uso de razón. “Empecé en Guaymallén a los 3 años y estuve en el club del cual soy hincha hasta el 2021. En 2022 me tocó ir a Beltrán y, a pesar de que no jugué mucho porque estuve desgarrado casi todo el año, fue un año lindo porque logramos el ascenso a Primera y había un grupo excelente”, cuenta Emiliano en un alto del conmovedor banderazo argentino en la previa al partido frente a México.
La tremenda odisea que vivió “Emi” para llegar a Doha es realmente extraordinaria. “Mi experiencia particular con toda esta locura es que el viaje lo hice solo, acá en Qatar estoy parando con unos tíos y primos, pero por un par de días nomás porque ellos se vuelven antes. Yo todavía no tengo sacada la vuelta, mi idea es reprogramarla y con toda la fe del mundo si Argentina llega hasta la final, aguantar acá lo más posible”, comienza diciendo en el diálogo con Los Andes en pleno corazón de Doha.
Su viaje, cómo él lo define, fue más que una verdadera aventura. Una travesía que ha tenido todos los condimentos. “Salí de Mendoza, hice escala en Buenos Aires, de ahí a Barcelona y después viajé de Madrid a Dubai. Lo más loco es que el viaje de Dubai a Qatar lo hice vía terrestre porque el vuelo más barato costaba 1500 dólares. Pasamos cuatro fronteras, era un viaje de tres o cuatro horas que finalmente se transformó en uno de dieciséis”, explica Molina antes de detallar su particular recorrido.
Es cierto, el viaje le costó diez veces menos, pero había un problema. El traslado no estaba habilitado, ya que históricamente nunca había ido un micro vía terrestre de Dubai a Qatar, y la empresa que lo organizaba era nueva. “Decidí ir en el primer grupo por las dudas que tuvieran algún inconveniente para ver cómo me las ingeniaba para llegar a Qatar. Entonces el 19 de noviembre salí de Dubai a Qatar. En el micro éramos 19 personas: diez argentinos, cuatro ecuatorianos y tres mexicanos”, aporta.
La odisea era complicada. Implicaba pasar por cuatro fronteras. “Primero pasamos la de Dubai (Emirato Árabes) y hasta ahí no había problemas. Incluso le cobraron a todos los que no eran argentinos, algo que nos llamó la atención. Después bajamos a la de Arabia Saudita y ahí empezó la locura porque estuvimos cuatro o cinco horas varados porque muchos no tenían la visa de tránsito del país. Gracias a Dios yo la había sacado el día anterior a través de Internet después de 26 intentos porque había muchos problemas con la página. No nos querían dejar pasar, hasta que nos permitieron el paso después de casi cinco horas”, describe Emiliano.
Pero la historia no termina allí. La parte más bizarra de la aventura estaba por llegar. “En ese lapso nos enteramos que uno de los dos choferes, encima el principal, tenía el pasaporte vencido. Una locura, la empresa estaba mal organizada. Y cuando no estábamos por subir para seguir, lo agarraron los policías, se lo llevaron para adentro y nos dijeron que tenía antecedentes o algo por el estilo. No entendíamos mucho porque encima nadie habla español, y yo particularmente hablo muy poco inglés. Imaginate que el viaje arrancó así, eso fue solamente en las primeras ocho horas”, cuenta el mendocino.
“Comenzó la travesía por Arabia Saudita y, como nosotros teníamos todo el viaje armado, le íbamos ayudando al chofer porque el que quedó no tenía mucha experiencia y no conocía mucho el camino. Imaginate… hicimos unos pocos kilómetros y en la primera ruta para doblar hacia Qatar nos frena la policía para decirnos que esa ruta era solamente para tránsito liviano, algo que nadie sabía por supuesto. Como nosotros íbamos en micro, nadie podía pasar”, señaló.
Y agregó: “Nos tuvimos que desviar, hicimos 200 kilómetros de más para llegar a una ruta que supuestamente era de tránsito pesado y nunca la encontramos porque nunca existió. Encima, habíamos salido a las 5 de la mañana ya nos había agarrado la noche y estábamos en el medio del desierto. No había ni media luz en la calle, y por supuesto que nos agarró un miedo fatal porque no recomendaban viajar de noche. Nos tuvimos que volver esos 200 kilómetros de más y para colmo sin saber si esa era la ruta que nos conducía a destino final. En un momento, nos frenan como veinte soldados del ejército y nos apuntan con ametralladoras. No entendíamos nada, pero resulta que nos habíamos metido en una base militar. Por suerte ellos nos guiaron y después de 16 horas, llegamos a la frontera de Qatar y recién ahí me alivié un poco porque fueron momentos de mucho estrés y tensión nerviosa”.
Al llegar a la frontera catarí, Emi se subió a otro ómnibus que lo dejó en la ciudad de Qatar y desde ahí se fue al hospedaje Barwa Barahat Al Janoub, donde se alojan el 90 por ciento de los argentinos. “Acá estoy con el chico ese famoso que hace los videos de Messi (Jero Freixas), con Nacho y Diego Falchi. En la otra foto que te mandé estamos nosotros tres y el Diego. Ellos se van mañana a la noche y yo todavía no sé cuándo me vuelvo, dependerá de Argentina”, comenta esperanzado.
Emiliano partió de Mendoza el 8 de noviembre, estuvo dos días en Buenos Aires por cuestiones laborales y el 10 embarcó desde Ezeiza rumbo a Barcelona, con escala en Madrid, aunque a los pocos días tenía que volver hasta Madrid porque el tramo le salía más barato. “Estuve durmiendo en hostel y fue una experiencia distinta porque nunca había estado en uno. La verdad es que uno se siente un neandertal porque todo el mundo hablaba en inglés menos yo. Así que cuando llegue a Mendoza lo primero que voy a hacer es ponerme a estudiar inglés, je”.
Emiliano llegó a Barcelona el 11, pero tenía que llegar a Madrid el 15 para tomar el vuelo rumbo a Dubai. “La forma más barata de hacerlo que encontré es a través de una app que se llama BlaBlacar, que es una aplicación donde por ejemplo un particular tiene que ir de Barcelona a Madrid, lo publica en esta aplicación y otras personas se le pueden sumar en ese viaje. Me tocó ir con una pareja de españoles y un colombiano que era bastante turbio y después me terminó confesando que vendía droga. La aventura comenzó rara. En Madrid estuve dos días y el 15 salí a Dubai. Ese fue una locura porque entré al avión y era de dos pisos. El segundo piso era la clase VIP, a la cual no te dejaban subir y sólo se podía ver desde abajo. Imaginate que había una cascada dentro del avión. Una locura, jamás había visto algo así”, comentó.
“En Dubai estuve tres o cuatro días en hostel, pero en uno llegué y me tuve que ir porque era muy turbio. Estaba lleno de paquistaníes e hindúes y había de todo. Me fui a otro que era más lindo, había gente de Italia y mucha de Rusia. Pero la mano de obra de Dubai es toda de paquistaníes e hindúes que la verdad son un asco a nivel todo: son maleducados, sucios y un poco depravados. He escuchado a muchas mujeres que han dicho que las han manoseado en los banderazos. A dos o tres de ellos le pegaron feo porque estaban manoseando a una chica en medio del banderazo. Era un desastre y se aprovecharon”, comentó.
Desde su llegada al país del Mundial, Emi estuvo en todos los banderazos. “Ahí donde uno se empieza a dar cuenta de dónde está, disfruta las cosas y también tuve la suerte de ver a Argentina, que más allá del resultado, es una locura. No hay forma de no emocionarse con el himno, se te pasan un montón de cosas por la cabeza y el agradecimiento es total por lo que a uno le toca vivir”.
Esta no es la primera experiencia mundialista de Emiliano, quien hace poco más de cuatro años tuvo la posibilidad de estar en Rusia y festejar desaforado el gol de Marcos Rojo a Nigeria justo el día de su cumpleaños (26/6) número 18, aunque para él es inevitable trazar una comparación entre los últimos dos Mundiales.
“Está totalmente desorganizado. No sé si están preparados para recibir un evento de esta magnitud. El primer día que llegué, que fue el segundo día del Mundial, fuimos al Fan Fest principal y estaban cero organizados, hubo heridos, gente sangrando y llorando, fue un caos. Al día siguiente se acomodaron un poco mejor, pero creo que están totalmente desbordados porque no se han imaginado lo que se venía. Después, a los voluntarios nos pasó en Rusia, que algunos rusos hablaban español. Pero acá todos los voluntarios hablan en inglés, y si es que, y la mayoría no saben nada. El segundo día hice catorce kilómetros caminando porque me guiaron todos mal. Es una constante porque a todos les ha pasado lo mismo. También tuve la oportunidad de conocer a una chica española que está trabajando acá de voluntaria y ella me decía que no tienen ni idea, están super desorganizados. Realmente no es lo que se ve en la tele”, aseguró.