“Estoy bastante desesperado; no la estoy pasando muy bien”. Las palabras de Daniel Osvaldo, entrada la madrugada del jueves, expusieron el momento que atraviesa. Asociado a la noche y la diversión, incluso en su época como futbolista profesional, el ahora músico realizó un vivo en Instagram, donde confesó su estado anímico y su problema con las adicciones.
“No sé si será un pedido de ayuda o si simplemente tengo la necesidad de hablarlo porque hace mucho tiempo que vengo lidiando con una depresión muy grande. Esa depresión me hizo caer en algunas adicciones, alcohol y drogas. Y la verdad es que estoy en un momento en el cual mi vida se me está yendo de las manos”, disparó, entre lágrimas, al tiempo que reconoció estar bajo tratamiento psiquiátrico y medicación.
Y casi sin quererlo, el exdelantero reabrió un debate que desde hace tiempo sobrevuela al deporte profesional e indaga en las formas que las personas nos conectamos y comunicamos con nuestros pares. En definitiva, ¿cómo acompañar al deportista profesional, sometido a mucha presión y estrés, durante y después de su carrera? He ahí el dilema.
El día después de mañana
La salud mental de las personas es importante y el deporte no está exento. Aunque parezca una obviedad, los deportistas son personas y muchas veces son sometidos a intensos momentos de tensión o estrés y deben aprender a convivir con ello. Horarios, cuidados alimenticios y marcadas rutinas imponen un orden. Y cuando ese orden desaparece, todo puede volverse confuso.
“Es importante para cualquier persona, y para cualquier profesión, prepararse para el retiro. El futbolista tiene una vida muy sacrificada, con una rutina establecida, con viajes, lejos de la familia y de su casa y de golpe eso se termina. Ahí radica la importancia de trabajar el final de una carrera. Y no muchos piensan en que pasará el día después”, cuenta María Belén Grau, licenciada en Psicología, quien supo trabajar con el plantel profesional de Gimnasia y Esgrima.
“Trabajé con algunos que se plantearon el final y lo fueron preparando. Muchas veces aconsejo lo mismo que a jugadores jóvenes, que cuando vuelven a sus casas de entrenar, no tienen nada que hacer: estudiar algo es una buena opción para ocupar el tiempo y la cabeza. Prepararse para un futuro es importante”.
Contrario a lo que muchos piensan, a veces no alcanza el acompañamiento familiar. “A veces hay cuestiones muy personales y si no piden ayuda, es muy difícil llegar a ellos”, amplía Grau. Y agrega: “Creo que se haya expuesto de esta forma, debe ser parte de querer sanar y hasta puede ser una recomendación de su terapia”.
Los entornos mucho tienen que ver con estados de ansiedad y depresión. “La noche y los excesos ayudan a este tipo de situaciones. Sin embargo, reconocer la enfermedad es parte de ese proceso de sanación”.
Maldita depresión. Los procesos de curación se tienen que trabajar interdisciplinariamente, evaluando el día a día, con un psiquiatra y con un psicólogo. Incluso, algunos procesos requieren medicación. “No está mal usar medicación si se requiere. Hay cierto estigma sobre esto y si ayuda a estar bien, ¿por qué no hacerlo?”, se pregunta Grau.
En el deporte profesional, las obligaciones, la soledad y la autoexigencia se vuelven un cóctel difícil de manejar. Y contar con herramientas de contención, puede ser la clave para una mejor calidad de vida.
La crisis de identidad y la sociedad
“Según estudios, más del 75% de los futbolistas retirados quieren reinsertarse en el deporte. Y apenas un 20% consulta un profesional para trabajar el retiro. El final de una carrera deportiva lleva a una crisis de identidad. Eso muchas veces lleva a la persona a buscar situaciones de adrenalina o escape y en ocasiones genera adicciones y depresión”, cuenta Joaquín Morello, Licenciado en Psicología.
“Es importante pensar en el rol de la sociedad al momento del retiro: puede ser muy dura en ocasiones. Y Daniel Osvaldo tiene una trascendencia más que deportiva. Por eso es importante trabajar el retiro y los miedos que genera. Incluso desde los primeros años, el futbolista debe comenzar a pesar en el final de su carrera. El círculo íntimo es importantísimo; sin él, hay sentimientos que se vuelven difíciles de manejar”.
Autodestructivo y “malo para aceptar reglas”
Hace tiempo que Daniel Osvaldo venía dando pistas sobre sus demonios. Siempre fue un sapo de otro pozo en el ambiente: “Hay tantas reglas en el fútbol. Y yo no soy bueno con las reglas. Me gusta ser libre. Estoy orgulloso por mi carrera y por todo lo que conseguí en el fútbol. Pero en el fútbol vos tenés que vivir una vida que no es real”.
Después de Boca, lo intentó en Portugal: 12 partidos en el Porto y un gol. Volvió a la Argentina, Falcioni le dio la chance en Banfield pero no anduvo: jugó dos partidos y dejó el fútbol para dedicarse al rock, con su banda Barrio Viejo: “La gente simplemente no lo entiende -explica, y sigue con el clásico, “you know”- ya sabés: me miran como diciendo, estás loco, lo tenías todo”, contó alguna vez.
Desde afuera, Daniel Osvaldo era visto como un tipo seguro, de esos que hacen lo que quieren, a los que la vida le sonreía. Pero la procesión iba por dentro.
“No fue una decisión fácil (dejar el fútbol), fue un cambio drástico: a nivel personal, laboral y económico. Cerré una canilla que echaba un chorro gigante y ahora no sale ni una gota”.
Y a la hora de definirse, dijo: “A veces soy autodestructivo”.