El Cementerio de los Elefantes despachó a un grande como Peñarol y dejó al Sabalero puntero en su Grupo G por el empate del clásico paraguayo entre Olimpia y Cerro Porteño. A Colón le costó demasiado cerrar un encuentro pero no por haber sido superado, sino por falencias propias para traducir en la chapa todo lo que generó frente al arco rival.
Enchufados Bernardi, Aliendro, Meza y José Luis Rodríguez, el equipo de Pelusa jugó un primer tiempo para meter, de mínimo, dos o tres goles. El Pulga, en una clarísima, quiso dibujar una jugada maradoniana: ya sin arquero, tras una gambeta dentro del área, se tomó su tiempo para definir y se la sacaron sobre la línea. En el rebote tampoco pudo Beltrán porque apareció otra pierna salvadora. Esa situación fue una premonición de lo difícil que le resultaría al equipo convertir.
Llegaba a cada rato y con mucha gente Colón, pero las terminaciones no eran buenas. No le alcanzaba a con las buenas individualidades y las transiciones rápidas que tomaban mal parado al elenco de Montevideo. Su ventaja era exigua y eso no dejaba tranquilo al Sabalero, que bajó su intensidad en el segundo período.
Sin lograr una gran reacción, Peñarol se animó más por su necesidad y consiguió el empate que enmudeció al estadio. “Esto nos pasa por todos los goles que nos erramos”, habrán pensado los hinchas. Sin embargo, cuando parecía que el Carbonero se llevaría un punto muy valioso, el ingresado Farías tomó una pelota que peinó Goltz y colocó la pelota junto al palo izquierdo del arquero. Colón se quedó con la victoria y sus tribunas deliraron.