Carlos César Sperdutti, el histórico entrenador del Botellero, con los ojos hinchados de llorar, sufrió y vibró con el equipo de sus amores desde muy cerca. Y sin dudas fue uno de las personas más requeridas en la tarde. Prácticamente entre lágrimas, nos dijo: “De la primera persona que se me vino a la cabeza fue la imagen de mi madre que estaría acá acompañándonos sin ninguna duda de toda mi familia y su apoyo incondicional. Mi mujer, mis hijos mi nietos y de toda esa hinchada de Maipú que siempre me apoyó como técnico del Club. Estaba mirando las fotos de Deportivo Maipú en todos los barrios y no paraba de emocionarme, por eso digo que Maipú no tiene techo, este equipo recién está empezando y esto se lo tenemos que agradecer al intendente de Maipú, que siempre apostó a este proyecto y a nosotros”, contó.
“Este es le mejor regalo que podía llegar a tener, porque llegué al club cuando tenía 11 años y mañana (por hoy) cumplo mis 68 años, esto es realmente hermoso. Lo veníamos esperando desde hace tantos años con mi hermano (Omar). Siempre estuve a disposición del club. Hoy siento que es merecidísimo este ascenso. Ya lo dije antes: nos vinimos llorando desde Central Norte de Salta, de Santamarina de Tandil, nos vinimos llorando de Sunchales y ahora estamos festejando un premio a tanto sacrificio”, agregó el veterano entrenador entre lágrimas.
“Por eso lo único que me queda es agradecerle a los jugadores, al cuerpo técnico, a mi hermano a Omar, a Dios y a todo Maipú por regalarme un Nacional en el día de mi cumpleaños”, aclamó mirando al cielo el inconfundible y verborrágico DT. Festeje Carlos, también es su ascenso.