Hace un par de meses se despedía de Huracán a través de las redes sociales y se convertía en un desocupado más del fútbol argentino. Hoy, desde la tranquilidad de su casa en Yerba Buena (a unos 15 kilómetros de San Miguel de Tucumán), el lateral mendocino que jugó nada menos que en siete clubes diferentes en Primera División, escucha ofertas y analiza la mejor decisión para su familia.
-Pipi, ¿te llamaron de Independiente Rivadavia?
-Sí, me llamó Carlos Castro y me dijo que la intención es contar conmigo. Lo estamos analizando.
-¿Te gustaría volver a Mendoza?
-Me encantaría, aunque hoy no es la prioridad. El tema es que mi esposa está embarazada y tiene fecha para noviembre. Pero como es un embarazo de riesgo, la prioridad es volver a Buenos Aires porque allí están los médicos que la atienden. La otra opción es quedarme en Tucumán porque ya estamos acá y hubo algunos sondeos de Atlético y San Martín, pero aún no hay nada concreto.
-¿De qué clubes de Buenos Aires te llamaron?
-De Agropecuario de Carlos Casares y estoy esperando un par de cosas más que vamos a ver si se dan.
-¿El pase quedó en tu poder?
-Sí, mi contrato con Huracán se terminó el 30 de junio y quedé libre. Cuando empezó la pandemia nos debían dos meses de sueldo y el presidente dijo que pagarían parcialmente. Como yo era el capitán del equipo, le dije: “Entiendo la situación, pero deben cancelar enero y febrero que fue antes de la pandemia”. El presidente se plantó y nos mintió. Se armó un conflicto, fui al frente en respaldo al plantel y me lo facturaron.
-¿Te tomó por sorpresa tener que irte de Huracán o te la veías venir?
-No, la verdad que con el presidente teníamos una muy buena relación, en el club me querían mucho y tenía posibilidades de seguir. Pero cuando empezó el reclamo, me puse del lado de mis compañeros y estoy tranquilo. Sabía que podía pasar esto, pero hice lo que debía como capitán.
-¿Tu objetivo es seguir jugando en Primera?
-Sí, pero sé que por mi edad (NdR: 38 años) y por la situación de los clubes debido a la pandemia, será difícil que se refuercen demasiado. Igual, no tendría problema en jugar en un equipo de la Primera Nacional. Si no sale otra cosa, analizaremos ir a Independiente Rivadavia.
-¿Qué recuerdos tenés del Azul?
-Le tengo mucho cariño. Soy un agradecido a todos los clubes en los que jugué e Independiente fue el trampolín en mi carrera. Llegué desde Algarrobal y si bien no cobré un peso, me sirvió mucho para mostrarme y anduve bien. Después, ‘Cachín’ Blanco me llevó a Rafaela y empezó todo.
-Oscar Blanco falleció hace un mes. ¿Qué te produjo la noticia?
-Me conmovió muchísimo y me comuniqué con la esposa para darle mis condolencias. ‘Cachín’ fue un padre futbolístico en mi carrera. Si no hubiese sido por él, quizá no hubiese hecho esta carrera. Por eso le estoy eternamente agradecido.
-¿Sabías de su situación de salud o te tomó por sorpresa?
-Sí, sabía que estaba enfermo. Con los chicos de ese equipo del ascenso de Rafaela tenemos un grupo de WhatsApp y nos manteníamos al tanto de su estado de salud.
-De todos los clubes en los que jugaste, ¿en cuál la pasaste mejor?
-En Rafaela fueron dos años bárbaros y me dolió muchísimo cuando me fui. En Grecia, haber jugado la Europa League fue algo tremendo. Y en Lanús fueron cinco años donde tuve una tranquilidad total en lo económico. Y en lo deportivo peleamos torneos todos los años, hicimos muy buenas Copas Libertadores y salimos campeones de la Sudamericana. Pero Huracán de 2009 fue lo mejor que me pasó en toda mi carrera.
-Ese Huracán del “tiki, tiki” de Cappa fue un equipo estupendo...
-Sí, fue el mejor equipo que me tocó integrar. Recuerdo patente el Ducó lleno con la gente de pie aplaudiendo mientras nosotros tocábamos y tocábamos. Fue lo más grandioso.
-¿Más que haber ganado la Copa Sudamericana con Lanús?
-Fueron las dos cosas más lindas que viví en el fútbol. Obviamente que ganar un título internacional fue algo impresionante, pero el reconocimiento mundial que tuvo ese equipo de Huracán pocas veces lo he visto porque salió en los medios del mundo cómo jugaba el equipo. Cuando Ángel Cappa nos contaba de la cantidad de países que lo llamaban para entrevistarlo, no los podíamos creer.
-Una de las cosas malas del fútbol son los cartelitos y algunos catalogan a Cappa de vendehumo. ¿Qué podés decir de él?
-Todo lo contrario. Él se muestra tal cual es en la vida como en la cancha. Es un filósofo, sabe un montón y uno se podría quedar horas escuchándolo hablar porque da gusto. Siempre sostiene su idea y muere con la suya. No cambia nada. Toda la vida defendió su gusto, su idea y su manera de ver el fútbol. Pasa que a los que no les gusta, lo critican. Pero para mí fue el mejor técnico que tuve, sin dudas.
-¿No fueron campeones porque les metieron la mano en el bolsillo?
-Sí, sospecho que algo raro hubo. Fueron errores muy grandes y lo extraño es que después de esa final contra Vélez, Brazenas no dirigió más, eso me llamó mucho la atención. Y el asistente (NdR: Ricardo Casas) que anuló el gol legítimo que convirtió Eduardo Domínguez, lo mismo. Dirigió un poco más y después desapareció.
-En Boca, a Guillermo Barros Schelotto lo condenaron por haber perdido la final de la Libertadores contra River. ¿Qué podés decir de él como entrenador?
-A los mellizos los tuve tres años y siempre fui titular. Estoy muy agradecido por haberlos tenido. Lo que más destaco de ellos es que eran súper exigentes, iban al frente siempre y te mandaban a jugar de igual a igual en cualquier cancha y ante el rival que fuera. Además, no se casaban con nadie, jugaba el que mejor estaba. En Lanús hicieron un plantel muy competitivo y en Boca les fue bien, salvo en esa final con River. Le tocó coincidir en la misma época que Gallardo, que está un escalón por encima de todos los técnicos. Pero estoy seguro de que les va a ir bien por esa forma que tienen de gestionar los planteles.
-Sos uno de los mendocinos con más clubes en Primera. ¿Cuál ha sido tu secreto para mantenerte en la elite durante tanto tiempo?
-Creo que el sacrificio para pelear por lo que uno quiere, el esfuerzo para mantenerse bien y también la fe, que fue fundamental cuando inicié mi carrera. Yo sabía que tarde o temprano iba a tener la posibilidad de llegar a primera división y cada día me levantaba pensando en que así iba a ser. El sacrificio durante toda mi carrera ha sido enorme, dejé muchísimas cosas de lado y valió la pena.
-Además, muchos destacan tus valores como persona.
-Eso lo traigo de familia, son los principios que me transmitieron mis padres: educación, respeto y responsabilidad ante todo. Si tenía que hacer algo, lo tenía que hacer bien. Así me manejé siempre, con mucho respeto hacia todos. Siempre de frente, transparente, con la verdad y dejando todo con la camiseta que me puse. Jamás me guardé nada.
-Alguna vez vaticinaste que jugarías hasta los 40 años y que te retirarías en Algarrobal, el club del barrio. ¿Vas a cumplir?
-El objetivo es llegar a los 40, si se puede jugar más sería un privilegio. Sigo sosteniendo que me voy a retirar con la camiseta de Algarrobal, no tengo dudas de eso.
-¿Sos de ir a ver al Ladrillero cuando andás por Mendoza?
-Pasa que cuando voy el club está cerrado porque generalmente ha terminado el torneo, pero con todos los que jugaron conmigo y con los chicos que juegan ahora solemos juntarnos en la finca de Carlos Almagro, que fue DT y presidente del club.
-¿Quiénes son tus amigos?
-El fútbol te da muchos amigos y hermanos. Gracias a Dios siempre tuve buena relación con todos mis compañeros, nunca tuve un problema con nadie. Mis hermanos del fútbol son Paolo Goltz, el ‘Pela’ Mancinelli, Diego Barrado, Adrián Lucero e Iván Marcolini. Acá en Tucumán tenemos una gran relación y nos juntamos a comer asado con el ‘Laucha’ Lucchetti, con quien fuimos compañeros en Racing.
-¿Vas a ser DT en el futuro?
-Sí, es la idea, lo que deseo y para lo que me vengo preparando. El curso de técnico lo hice hace como siete u ocho años. Desde ahí vengo anotando cada entrenamiento que me gusta, veo análisis de partidos y también hice un curso de tres meses de análisis de video. Habrá que esperar.
-¿Imaginas tu cuerpo técnico?
-En mi cabeza están algunos de los integrantes de ese grupo de hermanos que me dio el fútbol, pero todavía no he hablado con nadie.
El accidente en Venezuela: Una salvación milagrosa
El 10 de febrero de 2016, una trágica noticia sacudió al fútbol argentino. El micro que trasladaba a la delegación de Huracán hacia el aeropuerto de Maiquetía para emprender el regreso a Buenos Aires, tuvo que desviarse de la ruta y volcó en una rampa de frenado. Por suerte no hubo víctimas fatales, pero sí heridos. Araujo era parte de esa delegación y lo vivió en carne propia. “Fue lo más terrible que me tocó vivir, un milagro. Nos salvamos por la muñeca del chofer porque la velocidad que había agarrado el colectivo era tremenda hasta que agarramos la rampa de frenado y empezó a bajar marcha atrás, volcó y derrapó unos metros. Me levanté agradeciendo a Dios y a mi viejo. Pero cuando vi a ‘Pato’ Toranzo me preocupé porque tenía los dedos cortados. Fue una desgracia con suerte”, contó Pipi.