Brian Olivera coincide de que fue uno de sus mejores momentos en el fútbol y una noche inolvidable, la que terminó elogiado por sus compañeros, rivales y, principalmente ovacionado por la hinchada del Lobo, de la que se ganó el cariño definitivamente. “Olivera, Olivera, Olivera”… retumbó en el estadio Víctor Legrotaglie, tras el triunfo de Gimnasia y Esgrima frente a Estudiantes de Río Cuarto.
El arquero del Lobo fue la figura de la noche, con tres atajadas memorables en una sola jugada y otra decisiva en el último segundo del encuentro, cuando en un mano a mano le tapó magistralmente el remate a Fernando Belluschi.
“Hay que aprender a disfrutar cada momento”, uno lo puede escuchar a menudo decir al arquero. Una frase que tiene muchas connotaciones para Brian Olivera, quien estuvo a punto de dejar jugar por problemas de salud. Con el apoyo familiar, de amigos, compañeros y principalmente el club Mensana, el guardavallas está más en pie que nunca.
De la mano del técnico Joaquín Sastre llegó esta temporada al Lobo, en uno de los momentos más difíciles de su vida, luego de que le diagnosticaran cáncer testicular. Enfermedad que lo condenaba a dejar la actividad, pero si hay algo que nunca perdió el jugador; es la fe y el deseo de seguir apostando por la vida y el fútbol.
Comenzó en Instituto de Córdoba, donde fue compañero en las divisiones inferiores de Paulo Dybala, luego pasó por Defensores de Belgrano, Estudiantes de Río Cuarto y finalmente recaló en Mendoza.
“Era importantísimo ganar y dejar los tres puntos en casa porque veníamos de una derrota (1-0 contra el Dragón en el Bajo Núñez), tuve la suerte de poder ayudar al equipo con el triunfo, pero no hay que quedarse con eso. Debemos seguir trabajando porque todavía queda mucho torneo por jugarse, fechas decisivas”, dijo Brian acompañado de su hijo.
-Una noche en la que te elogiaron propios y ajenos.
-Trabajo para eso y trato de responderle al club como corresponde, algunas veces sale bien y otras no tanto. Hay que seguir entrenando y poniendo la cara por el equipo.
-La hinchada te terminó ovacionando.
-Si estoy muy contento con eso, porque de alguna manera a todos nos gusta que nos ovacionen o aplaudan. Es algo muy lindo, porque el puesto del arquero es muy ingrato. Esta vez anduve muy bien, pero quizás en otro partido se me escapa un centro y perdemos, y ya no sos el mejor. Trabajo para que al equipo le vaya bien y mantener el arco en cero para que el club pueda ganar por una atajada, eso me llena de alegría. Te dan ganas de seguir entrenando y a valorar todo un poco más.
-Te aplaudieron hasta los jugadores de Estudiantes..
-Sonríe... Sí, Renzo (Reynaga) me venía aplaudiendo desde la mitad de la cancha. Es que con ellos (Estudiantes) estuve durante cuatro años jugando. Sigo perteneciendo al club, estoy a préstamo en Gimnasia.
-¿Tuviste un problema de salud?
-El año pasado me encontraron un tumor testicular. Estaba jugando en Río Cuarto, me hicieron estudios y de ahí me fui a Córdoba. Pasé por una cirugía y los estudios me salieron todo bien. Hice quimioterapia y la verdad, que anímicamente estuve complicado. Fue un golpe muy duro y también el proceso de poder salir adelante, también. Es que la palabra cáncer te asusta. Gracias a Dios he salido adelante. Ahora me quedan controles cada tres meses durante cinco años.
-¿Habías dejado de jugar?
-Sí, es que en un momento me dijeron que no iba a poder jugar más, por el tema de las quimio. Todo eso me cambió mucho la mentalidad. Hoy, estoy feliz porque puedo hacer lo que me gusta que es jugar al fútbol.
-¿Gimnasia ha sido el cable a tierra en tu carrera?
-Estoy agradecido, porque Gimnasia fue el único club que se la jugó por mí. Al técnico, Joaquín Sastre y presidente, Fernando Porreta. No les importó el tema de la enfermedad y además estuvieron encima de mí para saber sobre mi salud. Estoy muy agradecido porque me dieron una mano muy importante para seguir jugando al fútbol. Voy a estar eternamente agradecido con ellos. En Gimnasia encontré un club hermoso, una familia, la cual me ha tratado muy bien.
-Cuando el hincha coreó tu nombre, ¿qué sensación te invadió?
-De mucha alegría. Disfruto cada momento y, además, ver a mi hijo en la tribuna cantando me llena el alma. Tuve siete meses difíciles y hoy, hacer lo que me gusta y que lo vea él, me hace inmensamente feliz.