Se extraña y mucho la revolución que provocó el básquet de Mendoza en las temporadas 2018 y 2019 principalmente. Un espectáculo distinto. Un show. Jugadoras extranjeros (estadounidenses y venezolanos) elevaron el nivel de nuestra competencia y los propios exponentes mendocinos mostraron un rendimiento único y de otra categoría. La ecuación es simple: a mayor competencia, más exigencia, más preparación y una inyección anímica inigualable.
Hoy, debido a la pandemia de coronavirus, todo cambió. Excepto dos clubes: Macabi y San José, el resto de las instituciones de la Superliga abrocharon la caja de ahorro y comenzaron a apostar por sus divisiones formativas. Y la diferencia de juego, competencia y nivel es abismal con las de las temporadas mencionadas. Ni Rivadavia Básquet quiere arriesgar a sus jugadores de Liga Nacional. Recién la semana pasada ante Atlético Club San Martín, se animó y apostó por el ingreso de sus jugadores de Liga. Situación que era moneda corriente años anteriores.
En la actualidad, el jugador mendocino ex Selección Argentina, Matías Sandes, es la máxima atracción del certamen. Sin embargo, hoy, no tiene competencia alguna en nuestro básquetbol. Y es lógico, viene de jugar 20 años fuera de la provincia al máximo nivel. Un profesional en todo sentido. Como plus, integra el plantel del Club Israelita Macabi, actual campeón y que defenderá el título con seguridad.
Ante este nuevo escenario económico por la pandemia, los clubes tuvieron que recurrir a su semillero. La apuesta será satisfactoria si existe un proyecto de trabajo en la institución. Algunos clubes lo tienen y otros, no tienen otra herramienta más que acudir a los chicos, muchos de los cuales no tienen incorporados los fundamentos básicos del juego.
Y en ese momento se produce la grieta. Partidos aburridos, con diferencia en los tableros abismales y un juego deslucido en todo sentido. No le sirve ni a propios ni extraños.
Los clubes de Mendoza tienen que tener como máximo objetivo en las divisiones inferiores la formación integral de sus jugadores. Obvio que seduce salir campeón en U13, U15 y U17. Pero el gran logro se disfrutará cuando esos chicos se calcen la camiseta del equipo de Primera División y respondan con creces, es decir, que tengan un buen dribbling, una excelente técnica de lanzamiento, que sepan defender y entiendan el juego a la perfección, sus momentos para un ataque estacionado, un contragolpe, la selección de un tiro, un pase, etc.
El trabajo tiene que ser constante. Debe ser un proyecto de institución. No de un entrenador o una subcomisión directiva. De nada sirve apostar un año por los chicos de las inferiores y al otro año, incorporar 7 u 8 jugadores de renombre para pelear el campeonato. Se corta un proceso de crecimiento, trabajo y experiencia.
La apuesta de los clubes de incorporar jugadores de elite trae buenos dividendos, siempre y cuando seduzca a los más chicos. Y ese juego, el Atlético Club San Martín lo ejecutó de manera formidable. Durante todo el 2018 llevó a sus tres jugadores estadounidenses a todos los colegios del departamento. Provocó un efecto contagio único. Y cientos de chicos de edad de escuela primaria coparon el estadio Esteban Costantini. Hoy, el León cuenta con más de 300 jugadores en todas sus divisiones formativas, incorporó el básquet femenino y 9 de sus 12 jugadores del principal equipo nacieron en el club. Sumado a que tiene un equipo B que compite en el Nivel UNO.
Situación similar atraviesa Municipalidad de Junín, club que durante años tuvo grandes presupuestos para competir en el torneo local y en el Federal: 12 jugadores profesionales, más casa, comida, transporte. Hoy, todo cambió. El “Verde”, por necesidad económica, apostó por sus jugadores del club, los que hasta el año pasado integraban el equipo de Junín B que jugaba en el Nivel DOS.
Clubes históricos como Anzorena, Regatas y Atenas Sport Club, han reestructurado el trabajo de sus divisiones formativas. Y tiene como máximo objetivo: formar jugadores para integrar el plantel de Primera. Como indica su historia. Por eso el Apache, ya trabaja con un selectivo de jugadores U15 y U17 con proyección. Regatas, tiene un sistema similar y el equipo de la “Catedral” arrancó un proceso nuevo durante este año y a nivel equipos ya cosechó varias alegrías en el certamen Vendimia.
Un club que tendrá que trabajar y mucho para recuperar la alegría de jugar al básquet es General San Martín. Pésimas decisiones dirigenciales: destruyeron todo. Tanto en el masculino como en el femenino. Pacífico era una fuente inagotable de talentos. Durante años, fue el club que tuvo las mejores divisiones formativas de Mendoza. Competitivas al cien por cien y su plantel de Primera siempre estuvo compuesto por jugadores de la casa. Los últimos años, las decisiones fueron egoístas y desacertadas. Prácticamente se quedó sin jugadores en formativas. Hoy está en pleno proceso de reconstrucción y los jugadores que integran el plantel principal de Superliga juegan por un amor incondicional a la camiseta.
Cortar las redes y sumar otra estrella de oro es magnífico. Nadie lo puede negar. Se disfruta al máximo. Sin embargo, llegó el momento de barajar y dar de nuevo. El trabajo en inferiores es la mayor inversión que se puede realizar. Se necesitan jugadores consagrados, sin embargo, el futuro está en las divisiones formativas.