Todavía seguimos festejando el título de campeón mundial que la Selección Argentina de la mano de Lionel Messi conquistó en Medio Oriente. La final del Mundial de Qatar quedará en la memoria de todo el mundo futbolero por haber sido el partido decisivo más cambiante, dramático e intenso de toda la historia.
Uno de los protagonistas fue Ángel Di María, el hombre de las finales y los goles importantes ya que anotó varios goles en instancias decisivas con la Albiceleste. Fideo, quien tenía la espina clavada por no haber podido participar en la final del Mundial de Brasil 2014, quebró en llanto al recordar el título obtenido en Qatar: “Era el momento que esperé ocho años, lo tenía ahí, lo tenía en mi mano”, declaró en una entrevista televisiva para la TV Pública en el ciclo Llave a la Eternidad.
“Del psicólogo me di de alta casi solo. Era más por videollamada y teléfono porque yo estaba afuera y era alguien de Argentina. Hice el click con un par de cosas y dije ‘ya está, no quiero saber más nada, tengo que manejarlo yo’”, comenzó relatando.
“Muchos decían que no merecía estar en la Selección, pero entendí que los de afuera son de palo y que estaba donde estaba porque me lo había ganado”, agregó el ex Rosario Central.
“Un día cambió todo y le pude dar la alegría más linda que es ser campeón con Argentina”, aseguró Di María visiblemente emocionado al recordar la proeza de la Selección Argentina.
“Tomé ese partido como uno más, sin la presión de tener que ganar sí o sí porque veníamos de ganar cosas antes. Estaba todo un poco más tranquilo. Ya habíamos logrado algo importante con Argentina y cumplido con los siete partidos que era lo más importante”, deslizó.
Su felicidad al enterarse que jugaba la final del Mundial y el festejo
“Me enteré en la charla que iba a ser titular. Yo sabía que iba a hacer un gol, pero no sabía en qué momento. No me vi en el lado derecho del pizarrón y de golpe me veo en la izquierda. No entendía nada. Scaloni dijo que iba a jugar por ahí porque era el lugar donde podíamos hacer más daño y yo me podía divertir y hacer desastres”, precisó Fideo.
“Cuando vi que jugaba se me puso la piel de gallina porque dije ‘es esta, es esta, es esta’. Esa sensación de verme en el equipo era lo que deseaba desde hacía ocho años. No me quería perder otra final, fue mi mayor dolor en el fútbol. Quería jugarla, pero si en una final del mundo si no estás al cien, no ayudas a tus compañeros”, agregó.
“Cuando Montiel iba corriendo en el penal se me desvanecían las piernas. Cuando hizo el gol me tiré al piso de rodillas e hice lo mismo que antes del partido, agradecer por el momento que habíamos vivido e íbamos a vivir, porque ahí cambiaron nuestras vidas para siempre. Después de ese gol éramos eternos”, concluyó.