Osvaldo Navarro “El Loco Osvaldo”, como le decían varios amigos y conocidos, terminó su carrera. Tenía 72 años y desde hace varios meses había dejado de atender su taller de motos de Godoy Cruz. Se trata de uno de los pioneros del enduro mendocino y a nivel nacional, piloto y preparador de motos. Desde muy joven se dedicó a las carreras y a la mecánica, especializado primero en motos Puma (Sachs 98), pero luego se dedicó a trabajar sobre máquinas importadas de gran potencia. Si bien se lo conoce como un endurista neto, Osvaldo era un fanático de todas las motos.
Osvaldo Navarro Romero era hermano del periodista, ex jefe de Deportes de Los Andes, Enrique Romero, también fallecido. Sobre los inicios del enduro en Mendoza, durante una entrevista comentó que a mediados de los 70, unos motociclistas recorrían la zona del dique Frías, que había sido reconstruido tras el aluvión de 1970. “Se trataba de tres motoristas, Martínez, Muñoz y Elena; este último vivía en Chile, donde ya conocían el enduro y el motocross. Nosotros seguimos la iniciativa, empezamos a seguir las huellas de las motos por los ríos y comenzarmos a recorrer los senderos que hacen los animales y a transitar por ríos secos y cascaditas, y así empezó el enduro en la provincia”. El primer circuito se hizo al oeste del dique Frías, con la organización del ACEM (Asociación de Corredores de Enduro de Mendoza) y empezamos a hacer carreras”. Y allí comenzó una rica historia en la provincia, con una época de oro en los 80. Las carreras se extendieron hasta la cuenca aluvional vecina, Papagayos y comenzó a desarrollarse una actividad ya tradicional en Mendoza. Nombres como la cascada del Sapito, El Infiernillo, la Subida del Chocolatito, llevan la firma de Osvaldo también se convirtió en uno de los primeros ganadores del motocross local, en las incipientes carreras realizadas en el ex circuito de Barrancas, en Maipú, en los inicios de la década del 70. Fue el prepador del máximo campeón argentino de enduro, Erik Nevels, también una de las estrellas del Desafío Marlboro, que se realizaba en San Juan en la década del 90. Invitado por la familia Nevels, Osvaldo viajó a California EE.UU. en busca de nuevos horizontes, pero siempre vinculados al motociclismo. “No me adapté, soy muy mendocino, no me gusta moverme de acá”, comentaba escuetamente Osvaldo cuando se le preguntaba de aquella experiencia, especialmente frente a tamaña oportunidad. En los últimos tiempos, Navarro siempre se lamentaba de la falta de apoyo que tuvo su proyecto de recuperar un espacio deportivo de gran importancia. Hace unos años, propuso a autoridades provinciales y deportivas, junto un grupo de personas, desarrollar la zona del ex autódromo General San Martín como un polo de actividades del deporte motor: automovilismo en un autódromo recuperado; enduro y motocross en las zonas aledañas, incluso mountain bike, que ya empezaba a desarrollarse y así evitar que se ocuparan estos terrenos. Hasta hace unos meses continuaba reparando motos y muy de vez en cuando visitaba los circuitos del Frías y una parte del dique Maure. “Hoolaaa, cómo están” se lo oía gritar cuando apagaba el motor de su moto a modo de saludo a la naturaleza del piedemonte mendocino.
“Más allá de las diferencias que teníamos y de su especial manera de ser, fue como un padre”, resaltó “Conejo”, uno de sus amigos en una emotiva despedida en el parque de descanso junto a los cerros del oeste de Godoy Cruz.