Lucía, una bebé de 5 meses, tiene los ojos llenos de camino, cordillera, valles y ríos. Lo transmite. Está colmada de naturaleza que inunda su por ahora corta estadía en esta tierra. Su mirada reposa en los brazos de su papá Rolando Pauccar (24) y de vez en cuando se asegura que su mamá, Sara Torres (27) está presente en el contexto.
Lucía no necesita más. Sus padres tampoco. Desde hace más de cien días la familia, junto con otras 30 personas recorren el ancestral Qhapaq Ñan aquel que atravesaban los Incas a lo largo del territorio sudamericano, que hoy incluye a seis países y que en 2014 fuera declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco.
A días de finalizar su recorrido, en el Puente del Inca, dialogaron con Los Andes en las terrazas de la Municipalidad de Ciudad con el marco de la Cordillera que durante muchas noches fue la única pared que abrigó su peregrinación.
"Es un camino de riqueza y un cambio de vida. Lo que importa no son los hoteles o las tiendas. Lo importante es con lo que te vas a encontrar. Un animal pequeño o un dios etéreo o físico. Todo te enseña. Un río, el lugar a donde pasas la noche. Los sueños...”, comienza Rolando, que pertenece a la nación Q'ero, último pueblo Inca que habita el planeta.
Reapertura interior
La charla discurre suave, mecida por las palabras de quien tuvo el impulso de lanzarse por segunda vez por una de las venas abiertas de América Latina. Acompaña Sara, de España, Xavier Méndez Paredes (35) de Puebla (México), Brian Davis (46) de Estados Unidos y Pablo Lyszyk de Buenos Aires. También hay viajeros de República Dominicana, Bolivia, Perú, Canadá y Senegal.
"Estamos reabriendo el camino del Qhapac Ñam que es el camino del Inca. Nuestra idea es llegar a una integración de lo que es Sudamérica, pero también de las culturas originarias y modernas", dice Rolando, ataviado con un gorro tradicional y detallando que salieron el 3 de noviembre, comenzando con una ceremonia de integración de costumbres, sabiduría y prácticas ancestrales.
Son 30 viajeros los que arrancaron en aquella ciudad enclavada en la montaña a más de 3 mil metros de altura. Pero en el camino algunos se fueron sumando por tramos acompañando a los peregrinos. Son personas que vienen de todo el mundo que fueron contactadas por Facebook y que sienten parte de este recorrido que tiene como fin último - o inicial- el comienzo de un cambio.
Salieron el 3 de noviembre pasado y comenzaron con una ceremonia de integración, costumbres, sabiduría y prácticas ancestrales.
"Buscamos ampliar el nivel de conciencia, llevar equilibrio. Ver fenómenos naturales y también desastres. Este es un camino donde corre la energía de la tierra. Creemos que está desequilibrado y el paso de los viajeros lo vuelve al equilibrio. A nosotros nos lleva a un cambio real, a un crecimiento mental, físico y espiritual", explica Rolando.
Bajo el sol mendocino que pega fuerte sobre la curtida piel de los caminantes dicen, como un mantra, que a los problemas o lo que sucede en la vida, hay que aprender a aceptarlos como son. Por eso, aseguran que se debe comprender que la paz interior no llega por las montañas o por el cielo. Llega por el trabajo interior con uno mismo.
"Todo sirve para ir comprobando lo que ya sabemos, son pruebas, pero también vemos lo poco que sabemos sobre muchos otros aspectos", cuenta el mexicano Xavier quien dice que se acompañó de la música - única tecnología que no abandonó- durante el viaje.
Inmensa mente
La inmensidad de los casi 7 mil kilómetros atravesados exceden ampliamente, cuando se quiere describir, el espacio del soporte papel y una extensión exagerada agote al lector online. Sin embargo, baste decir que la mirada de Lucía transmite mucho de eso que no necesita palabras. Quizás las fotos lo transmitan.
Quien ha realizado una caminata, sobre todo por la montaña, sabrá que el tiempo para pensar es infinito y que la mente divaga hasta alcanzar una tranquilidad interior que muchas veces la ciudad derriba. Sin embargo, Rolando dice que más allá de pensar, lo que les importa es trascender las propias limitaciones -como las del camino- a través de la conciencia colectiva.
"Es ella quien dirige nuestra mente. Cuando dejamos de pensar, nos entregamos a la naturaleza. Quedan atrás los dogmas que nos condicionan, que nos hacen tener emociones negativas y positivas de cómo hay que comportarse", describió Rolando.
Los viajeros sienten que la naturaleza con el paso de los días les fue imponiendo sus propias reglas obligándolos a dejar de cumplir las que traían desde sus hogares. "Dejamos de juzgarnos, empezamos a querernos”.
“Cuando vas caminando la tierra misma absorbe las energías negativas y te reconectas con la naturaleza", señaló por su parte Pablo. En tanto que Sara señaló haber encontrado lugares magnéticos en el recorrido llamados Ñawi o Chakras: "Según los puntos magnéticos que fuimos encontrando fuimos haciendo oraciones o meditaciones para poder resolver los problemas que traemos", dijo.
Ir volando
Lucía es la única del grupo que por sus pocos meses de vida - inició cuando tenía solo dos- no ha dado un paso en todo el camino porque ha sido trasladada en un porta bebés. "Ha ido como volando. Es una especie de maestra para lo que debemos hacer", dice su mamá Sara acunándola quien reconoce que empezó asustada por la disponibilidad de comida o agua, que finalmente nunca les faltó porque se encontraron con la solidaridad de la gente de los pueblos por los que pasaron.
Durante el camino también se sumó Yolanda, con 71 años, y un hombre que sufrió un accidente en helicóptero y que pese a su discapacidad hizo gran parte del tramo. "Uno inicia el viaje pensando que lleva luz y en realidad la tierra no necesita ser sanada sino que nosotros nos sanemos", agregó Pablo.
Ahora, a días de finalizar su travesía, los viajeros piensan en otros senderos. Como el de Santiago de Compostela, o la ruta de la seda. "También el camino de los huicholes o wixáricas, que es sagrado en México", acotó Xavier.
El cierre del periplo será el 22
El cierre de esta mega peregrinación será el próximo 22 de febrero a las once de la mañana, en el mismísimo Puente del Inca, del departamento de Las Heras.
De acuerdo con lo que manifestaron los expedicionarios, “será un momento en el que se realizará un ceremonia de integración para cerrar el ciclo pero también para darle la bienvenida a uno nuevo”.
Una vez terminado todo el periplo, cada caminante tiene en mente o bien regresar a su país, o bien buscar nuevas aventuras.
Multiétnico
Los viajeros son de:
Perú Bolivia Argentina Canadá República Dominicana Estados Unidos España Senegal México