Javier Alejandro Mascherano parece un buen tipo. Siempre exhibió una imagen de serenidad y de coherencia. Siempre destacó entre los jugadores en los medios de comunicación por su honestidad y buenas formas. En la última semana, lo han expulsado de un partido por insultar a un juez de línea, lo han sancionado con dos partidos y se ha autodeclarado culpable por el delito de estafa a la hacienda pública española. Masche… ¿algo más, che?
El santafesino ha tenido una semana realmente mala. Si se le ocurre mentar a la con… de la hermana de un juez de línea, lo expulsan y lo dejan dos partidos en la tribuna. Si se le ocurre decir la verdad, resulta que si te digo la verdad te miento porque pasó a reconocer el mismo delito que su compatriota y compañero de equipo tan solo dos semanas después, y ahora deberá pagar las multas por fraude fiscal. Un millón y medio para empezar, más autoinculparse, más las sanciones, más las fotos, más el papelón…
Es frecuente que cuando a alguien que proyecta una buena imagen y algo empaña esa reputación rápidamente surjan voces que lo tachen de hipócrita. El poeta americano William Faulkner dijo una vez: “Se puede confiar en las malas personas, porque no cambian jamás”. Javier no es una mala persona. Es simplemente él. Un tipo pasional y competitivo en el pasto. Y también un tipo al que le pareció excesivo pagarle tanto al gobierno. El mismo autor dijo otra vez: “Algunas personas son amables sólo porque no se atreven a ser de otra forma”.
Para muchos ecos de la prensa internacional, española y catalana, Mascherano ha pasado a engrosar la lista de delincuentes populares. Pero la mayoría de las voces populares aceptan y disculpan al Jefecito, porque un error lo tiene cualquiera, porque siempre se comportó como un caballero con la prensa y la afición, y porque cualquier jugador quisiera tenerlo al lado vistiendo su misma camiseta. Para sus defensores a ultranza, lo único que ha pasado es que esta semana de Halloween a Javi se le ocurrió disfrazarse de malo. Seguro que el lunes volverá a ser el bueno de siempre.
Que cada uno saque sus propias conclusiones; que cada uno entienda y justifique la intensidad sobre el terreno de juego en función de cómo entiende este deporte. Que cada uno piense qué haría si cobrara una fortuna y los impuestos españoles se llevaran la mitad. Pero en la comparación con otros jugadores, dentro y fuera del campo, sea con el Barça o con la selección, y a pocas horas del aniversario de Maradona, cabría parafrasear al 10 cuando dijo: “Mascherano y diez más”.