Corría diciembre de 1988, cuando más 140 familias recibían del IPV, las llaves del flamante barrio. Ubicado sobre calle Belgrano Norte a unos 600 metros de la rotonda departamental, este lugar se veía colmado de grandes emociones ya que la mayoría de los habitantes hace tiempo que se inscribían en los extensos listados por una casa sin que la suerte los acompañara.
"Doña Tiola", una de las vecinas de la manzana F, se manifiesta como una persona enamorada completamente de su casa, "antes de venir acá, nosotros vivíamos mal, no teníamos agua ni luz a dos cuadras del centro por eso yo quiero tanto a mi casa, por eso si puedo salir salgo si no me da lo mismo", manifestó la vecina con los ojos llenos de brillo recordando aquellos momentos cuando recibieron las llaves.
"Era tanta la alegría que ese mismo día nos vinimos a mirarla y al otro día muy temprano la vinimos a limpiar", completó María su hija mayor. Esta es una situación que se repite en muchos de los casos, cuando Los Andes les consultó a los vecinos sobre algún recuerdo lindo, en reiteradas ocasiones los vecinos respondieron, el día de la entrega.
Las casas originales contaban con todos los servicios, y estaban compuestas por 2 habitaciones, baño, cocina comedor y amplios patios traseros que en la actualidad han permitido ampliaciones y en muchos casos construcciones de más viviendas. En los primeros años de convivencia varios vecinos se organizaron para trabajar en pos de mejoramiento del barrio.
Realizaron colectas entre los miembros que luego se sortearon para la construcción de medianeras, puentes y lo que hiciera falta para ir creciendo día a día. Esta organización y la buena relación vecinal se pusieron de manifiesto en cada actividad que realizaron para las fechas importantes.
Recuerdos imborrables
El Día del Niño, es uno de los festejos más recordados con emoción por los vecinos, ya que por varios años se organizó con la colaboración de todos un chocolate con juegos y golosinas para los niños del barrio y en ocasiones para los que llegaban de los barrios vecinos. Entre las mujeres que preparaban el agasajo, guardan el recuerdo de Gladys, quien en vida supo desinteresadamente ser una de las propulsoras del festejo en una de las cuadras.
Susana González, una de esas mujeres con gran amor y predisposición contó que en una ocasión se prepararon más de 400 litros de chocolate y junto a Carmen atesoran el recuerdo de los homenajes a las mamás en su día.
Las añoranzas de estos festejos que quedaron flotando en el tiempo motivan algunas chispas en personas que tienen la intención de recuperarlos.
Una de las reuniones que se mantienen son las cenas de fin de año que aún se realizan incentivadas por "las Fernández", estas hermanas que convencen a los colindantes a resistirse a la pérdida de estos espacios. "Atravesando los autos en las esquinas, poniendo un poco cada, uno lo importante es compartir", exclamó uno de los vecinos comerciantes de la esquina colorida del vecindario.
Barrio de artistas
Uno no debe sorprenderse si paseando por las anchas calles, escucha algunos acordes de guitarra y voces armónicas entonando algo de folclore cuyano, ya que hace 8 años habita este lugar Cristian Casimiro quien junto a Marcos Sarmiento conforman el dúo Ecos del Valle, ganadores del concurso Mendoza Canta con Vos de radio LV10 en el año 2011, donde participaron más de 2.500 artistas de toda la provincia. Ellos ya forman parte del circuito festivalero de la provincia además de haber tenido varias presentaciones en el interior del país, pero sus ensayos siguen siendo un componente de las tardes tranquilas del barrio.
Si durante una cálida noche de verano los sonidos de tambores comienzan a sonar es porque "la jocosa" empezó a tocar. "La jocosa" es una murga que lleva varios años desde su primera juntada, pero hace algún tiempo los integrantes han puesto todo su empeño en desarrollarla de la mejor manera.
En ella conviven militantes de una organización política y vecinos independientes motivados por la alegría de un estilo de vida. Leonardo Coria quien en compañía de su hermano guardan los instrumentos en su casa, destaca el gran esfuerzo que realizan los 20 integrantes para lograr que todos los instrumentos suenen en armonía. Son 5 zurdos (tambores grandes), 5 repiques, 2 redoblantes, zancos, banderas, clavas con fuego, malabares etc. "Muchas veces los vecinos más grandes se acercaron a disfrutar con nosotros, el Barrio es parte de mi vida" afirmó Leonardo.
El Sueño del Abuelo
Muchas de las personas que comenzaron una vida en este lugar hace 25 años, ya son abuelos y poseen momentos inolvidables para compartir. Don Heraldo Lucero, de 77 años, trabajador de la construcción llegó al "Martín Fierro" con sus 6 hijos en el año 90, con la satisfacción de poder tener su casa después de tanta espera. Entre muchas anécdotas propias de las personas de edad, don Lucero contó que los ojos se le llenaron de lágrimas cuando recibió su casa.
Ariel Lucero, es el hijo más chico de Heraldo, más conocido como "el Gato", supo desde la niñez actuar en distintos actos escolares como muchos que empiezan para luego, a los 15 años, armar un grupo de Mariachis que logró presentarse en muchos escenarios y hasta en la TV chilena. En la actualidad forma parte de un dúo de humor e imitaciones a llamado "Pinky y Ariel" con el que recorren toda la provincia.
"Cuando Ariel tomó el camino de las imitaciones y el humor yo estaba contento porque le estaba yendo bien pero por otro lado triste porque se me había terminado el grupo", expresó Heraldo haciendo referencia al día que se quedaba sin sus mariachis.
Pasó un tiempo y empezaron a crecer sus nietos (3 hijos de Ariel y una de Pelusa), con los que en la actualidad trabaja como representante. Este grupo llamado "Estrellas del Mariachi", comienza a dar sus primeros pasos en una innovadora forma que promete buenos espectáculos.
El estadio del recuerdo
Con arcos de piedras, las áreas marcadas con una varilla, la pelota que algún suertudo del barrio podía prestar. Y los equipos formados después de un pan y queso que decidiera de manera más o menos equilibrada quién pateaba para cada lado, la primera generación de niños jugaba los eternos partidos en el campito frente al barrio, cruzando la calle Belgrano.
De un lado El chinche y Jony Guzmán, acompañados por Roberto Barrera, el flaco Salto" y su primo.
Del otro lado, El Cuco, los hermanos Saavedra, Diego Flores, Los Sosita, el inolvidable Walter Barrera que con su alegría siempre le ponía risas al encuentro. Y Jesús, (el gordito elegido al final de "los pan y queso"), definiendo el equipo que jugaba con uno demás. De esta manera, cientos de goles quedaron registrados en el tiempo con el recuerdo latente de lo que fue una generación sana que pasaba sus tardes jugando al fútbol en el potrero y si la noche los sorprendía, las anchas calles iluminadas servían como estadio nocturno.
Este es el Barrio Martín Fierro, con anhelos de momentos únicos y con esos vecinos que por más que pasen los años seguirán saludándose así se crucen 5 veces al día. Con nuevas generaciones creciendo y el recuerdo de los que ya no están, como Beto "el caballito", panadero de profesión quien supo colaborar con latas de medialunas en los inolvidables chocolates del día del niño. Pasarán los días y alguno que otro intentará recuperar esos eventos tan importantes. Lo cierto es que ya nada será igual pero la escancia de Beto con que se servía el chocolate sigue estable, perpetua y se respira en el aire.
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