Martín Bossi: “El amor es estar presente”

El actor e imitador irrumpe con su primer protagónico en la pantalla grande en “Un amor en tiempos de selfies”, película que se estrena hoy y que cuestiona la influencia de la tecnología en las relaciones amorosas.

Martín Bossi: “El amor es estar presente”
Martín Bossi: “El amor es estar presente”

Según Martín Bossi, este es un buen momento para hablar de lo que hace la tecnología con el amor, lo que hacen los medios con nosotros y nosotros con los medios, refiriéndose a los tópicos que aborda la película “Un amor en tiempos de selfies”, que se estrena hoy y donde debuta con un protagónico en cine.

Pero inmediatamente aclara que la película es, también, “un homenaje a los artistas independientes. Todos tenemos un artista independiente adentro, a algunos nos gusta cantar a otros pintar o bailar”.

"Yo -agrega- nací como un artista independiente y gracias a Dios no me he prostituido... tanto", dice con una sonrisa cómplice. 
Con dirección y guión de Emilio Tamer, "Un amor en tiempos de selfies" aborda la historia de Lucas (Bossi), un comediante del under y profesor de teatro que lucha por no claudicar ante las imposiciones del sistema.

Sus convicciones tambalean y finalmente caen cuando llega a sus clases Guadalupe (María Zamarbide), una atractiva joven de buena posición, ejecutiva de una importante empresa de Internet, que lo seduce y lo lleva a cambiar su estilo de vida y alejarse de su entorno.
Con visiones opuestas de la vida y la intromisión de las redes sociales, que toman un importante protagonismo a lo largo del relato, la pareja se sumerge en una fuerte crisis.

El histriónico actor explica que la película es “más que una comedia romántica, es una comedia dramática, tiene romanticismo, tiene tragedia, es la vida misma. Esto que antes era de a dos, ya no lo es más”.

“Esta historia habla de las necesidades de comunicación directa, del derecho a la privacidad, del desarrollo personal, de los códigos de la amistad, de la postergación de la paternidad, pero la necesidad madre que maneja es la artística, el arte es el punto de unión de la película y de todos los personajes”, añade el alma del musical "Big Bang Show", que está ofreciendo sus últimas funciones en el teatro Astral porteño antes de emprender una gira nacional.

El film cuenta con la participación de Manuel Wirtz, Roberto Carnaghi, Luis Rubio, Graciela Borges y cameos de personajes como Federico Hoppe y Pablo "Chato" Prada, el productor teatral Alejandro Veroutis y Carlitos Balá, entre otros.

-Esta cuestión de la influencia de la tecnología en las relaciones amorosas es recurrente en vos; ¿por qué?

-Si hoy existiera una guerra en el país, hablaría de la guerra. Un actor tiene que captar los momentos. Es un tema recurrente en mí y en todos, estamos perdiendo la comunicación. La interacción personal, cara a cara con otra persona, se está muriendo. Nos hicieron creer que todo lo que pasa está en otro lado y, en realidad, está acá, ahora; yo quería, como persona y como actor, decir esto.

-El personaje tiene similitudes con vos, al menos, en lo artístico; ¿en qué te identificás con Lucas y en qué no?

-Los medios los manejé mejor que Lucas, a él lo perjudicaron. Los medios y la tecnología los uso a mi favor, pero sería un mejor actor, un mejor hijo, un mejor amante, un mejor número cinco y un mejor entrevistado si no tuviera tantos estímulos tecnológicos alrededor y pudiera estar más atento. En cuanto a lo que tenemos en común, debo decir que a mí también una mujer me llevó al infierno, y no una, sino varias veces.

-¿Tan así?

-Sí. En busca de que esa mujer bella me amara, me acariciara, me hiciera bien el amor y me acompañara, conocí el infierno sin atajos. Aunque nunca tomé drogas, este tipo de situación es parecida a eso. Las drogas te sacan de vos y yo salí de mí, ahorrándome la plata de la cocaína. Pero no le echo la culpa a las mujeres, fue mi decisión. A mis 40 años sé que un gran amor te puede transformar en un terremoto o en un Tofi.

-¿Cómo es tu relación con la tecnología?

-Recién hace 10 días que tengo Whatsapp, pero nadie ve mi última conexión. En realidad, el Facebook y el Twitter los manejo sólo para el trabajo, son elementos comerciales, de publicidad; pero en las relaciones, quiero que me digan que sí o que no en persona. Hago el amor presente. Mi última novia, por ejemplo, me llamó por teléfono desde el subte, y se cortaba, entonces en un momento me dice: Mirá Martín, tengo que hacerla rápida porque en Olleros se corta... así terminó la relación. Esa situación fue el disparador definitivo para hacer la película. Esa fue la última situación infernal que tuve, donde se mezclan el amor y la tecnología, pero hubo más.

-¿Qué busca reflejar la película?

-Hay muchos metamensajes, por ejemplo: el amor no es control, el amor es estar presente, el amor es libertad, la comunicación es personal y la vida privada es de uno. Yo muestro a mi vieja, hablan mis amigos, pero mi vida real no la sabe nadie del medio y no la sabrán nunca. El día que eso suceda es porque algo mal estoy haciendo.

“En la actualidad, los medios somos todos, hoy te sacás una selfie o mandás un video mostrando que estás en un camping de San Miguel y sos el protagonista de tu película. Se mezcló todo. Ya no hay estrellas, no hay inalcanzables, no hay límites. El mensaje es: primero hacé las cosas y si querés después mostralas. El Twitter hace famosos a los boludos y boludos a los famosos; los recitales ya no tienen esa locura que tenían antes, hoy no miran al artista, lo ven a través del celular, no pueden lograr estar presentes. Es tremendo”.

-¿Qué sentiste cuando te viste en el cine?

-Fue muy chocante, porque siempre estoy bajo una máscara o compoiendo cosas muy externas a mí y acá estoy componiendo internamente. No podés mentir, se nota todo. Me siento muy verdadero en ese lugar.

-¿Qué les pasa a Lucas y a Martín con las relaciones y el compromiso?

-Somos muy parecidos. En mi caso, si bien no resigno la paternidad, establecerme, sentar cabeza, no me sienta, necesito la furia de estar en la selva para poder transmitir desde otro lugar. Si entrara a mi casa a comer facturas, a mirar la tele, y me domesticaran, perdería esa furia que necesito para subirme al escenario. Hay gente que hizo la carrera de otra manera desde lo personal, a mí, hasta ahora, todas las personas que tuve enfrente me mostraron que el amor es control.

Y termina: “Los mandatos sociales no van conmigo. Pero apostaría si aparece una mujer que me haga sentir que con ella todo va a ser mejor, que jugar al fútbol con mis amigos es lindo porque ella está en mi vida, que mis 40 años restantes cada noche voy a tener ganas de hacer el amor con ella y no con otra y que todas las mañanas quiera levantarme a su lado. Ese día quizá quiera formar una familia”.

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