Martín Astudillo: “Es bueno estar en el club del que soy hincha”

Con la tranquilidad de haber dejado a Independiente en la B Nacional, el actual DT Azul se soltó en una charla íntima y confesó: “Quería retirarme en la Lepra”.

Martín Astudillo: “Es bueno estar en el  club del que soy hincha”

Las cosas no valen por el tiempo que duran, sino por las huellas que dejan. Y Martín Mauricio Astudillo, un tipo humilde, que se hizo de abajo, aprendió que trabajar duro y en silencio sería el camino más cercano para que el éxito terminara haciendo el ruido. Así en el fútbol como en la vida.

Eran otros tiempos, era otra la historia. Martín no tenía ni la más remota idea que aquellas tardes de potrero en el barrio Municipal, en las que despuntaba el sublime vicio de jugar a la pelota junto a su hermano Diego y sus amigos, años más tarde lo llevarían a mantenerse vigente durante diez años en la liga española, una de las más importantes del mundo.

Por esas cosas del señor destino, fue futbolista, aunque estuvo cerca de ser basquetbolista. ¿Cómo es eso? Que lo cuente Martín en primera persona: “Mi viejo era jugador de básquet en Villa Hipódromo y solía llevarnos a mi hermano y a mí a verlo jugar.

La típica: en el entretiempo, tomábamos la naranja y lanzábamos dos o tres veces con la mano. No teníamos idea porque lo nuestro era el fútbol. Entonces, nos cansábamos y le pegábamos una patada. ¡Imaginate cómo nos miraba la gente! Claro, en el básquet eso era un pecado. Ahí mi viejo se dio cuenta que el básquet no iba a ser lo nuestro”.

Los Astudillo, cuenta Martín, eran una familia muy humilde. “En casa nunca nos faltó nada, pero no teníamos para tirar para arriba. Teníamos un par de zapatillas para salir, para ir al colegio y para todo. Cuando se despegaban, había que pegarlas con Poxi-ran, ponerlas debajo de la mesa y dale que va.

Fue algo que nos sirvió para valorar mucho más lo que ibas logrando”, recuerda Astudillo, el técnico que -junto a Sergio Aldunate- acaba de sacar a Independiente Rivadavia del abismo y lo salvó del descenso una fecha antes del final del torneo. Su querida Lepra. Porque no son muchos los que saben que por sus venas corre sangre azul.

“Estuve tanto tiempo en Godoy Cruz que dieron por hecho que era hincha del Tomba, pero no es así. Siempre fui de la Lepra, mi viejo y mi hermano son fanáticos. Hoy puedo decir que es bueno estar dirigiendo en el club del que soy hincha porque mi cuenta pendiente como jugador fue ponerme la camiseta de Independiente”.

“Eso sí -agrega el Pulpo mirando a los ojos-, siempre voy a estar agradecido a Godoy Cruz por todo lo que me dieron, aunque fue algo mutuo porque luego ellos sacaron un beneficio con mi venta”.

-¿Y cómo fue que caíste en Godoy Cruz entonces?

-Fui por perseguir a mi hermano Diego, a quien yo seguía a todos lados. Jugábamos al fútbol de salón en Cementista, se dio la chance y fuimos. Mi sueño era jugar con él en Primera y me saqué el gusto con el Tombita, en la Liga Mendocina. La verdad es que fue un sueño. En ese equipo estaban Puppato, Dierna, Daine.

-¿Por qué no se dio nunca lo de jugar en el Azul?

-No lo sé. Cuando volví estuve en Maipú. El tema es que conmigo no iban a sacar ningún beneficio económico y me dolió que nunca se comunicaron conmigo. Me hubiese gustado despedirme del fútbol jugando en la Lepra.

-Las vueltas que tiene el fútbol. Hoy te tocó salvarlo como entrenador...

-La verdad que sí. Con Sergio (Aldunate) sabíamos que era todo un desafío y, gracias a los jugadores, pudimos sacar adelante una situación muy complicada. Ojalá empiece otra etapa en la Lepra y de una vez por todas pueda ser protagonista y lograr un ascenso a Primera División. Se lo merece por su gente y por su historia grande.

-Si tu incipiente camino como DT se asemejara a tu pasado como futbolista no te podrías quejar...

-Sin duda. Estoy muy agradecido al fútbol. Cuando estaba en Godoy Cruz, mi sueño era jugar B Nacional y lo cumplí. Luego mi objetivo era jugar en Primera, no me importaba en qué club; quería conocer esa experiencia de jugar contra Boca o River y lo hice  en Gimnasia de Jujuy. Y luego de ahí, mi deseo era jugar en un club grande.

Casi se da lo de San Lorenzo, pero apareció lo de Alavés y no me puedo arrepentir porque fue maravilloso. En esta carrera que empiezo como DT voy con el mismo sueño que cuando empecé como jugador. Quiero hacerme un nombre y seguir progresando. Mi sueño es dirigir al Alavés, donde la gente me brindó todo su cariño. Espero que algún día se me dé.

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