Murió Martha Páramo, una destacada historiadora mendocina

A los 86 años ha dejado de existir la doctora en Filosofía y Letras e historiadora Martha Susana Páramo, de vasta trayectoria en la Universidad Nacional de Cuyo y en otras instituciones académicas de nuestra provincia, el país y el exterior.

Si los apellidos tienen alguna relación con quienes los portamos, nada más alejado de las circunstancias que rodearon a Martha, en su extensa carrera docente y como investigadora. Sus alumnos, becarios y colegas encontraron en ella no un páramo, sino terreno fértil y amigable para despejar dudas, acceder a conocimientos y variantes en la interpretación de hechos y sucesos históricos.

También se evocará como proactiva su gestión como decana en Filosofía y Letras, la unidad que le otorgó su título que tanto la enorgullecía, profesora de enseñanza secundaria, normal y especial en Historia y Geografía. Así lo destacó al despedir sus restos en el camposanto, uno de sus discípulos, el doctor Adolfo Cueto, hoy al frente de la misma casa de estudios que condujo décadas atrás la profesora Páramo.

Con los años accedió al título máximo universitario de posgrado: doctora en Filosofía y Letras, especializada en Historia, su amor y dedicación a la ciencia que había elegido, la proyectó a obtener la categoría de Profesora Consulta de la UNCuyo.

De las membrecías alcanzadas, rescatamos apenas dos, porque fueron varias más: miembro correspondiente en Mendoza de la Academia Nacional de la Historia e integrante del Comité Internacional de Ciencias Históricas, con sede en París.

Asimismo obtuvo diversas condecoraciones en su extensa carrera, pudiéndose citar, entre otras, la otorgada por la Sociedad Sanmartiniana de los Estados Unidos de América.

Otro flanco de acción de la profesora que despedimos fue la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, que la tuvo como presidenta en dos períodos, de 2006 a 2009 y de 2009 y 2012; hasta ahora, la primera y única mujer en presidirla.

En la tradicional entidad de la calle Montevideo se esforzó, junto a sus pares de comisión, en mantener altos los valores de la investigación histórica y editar, toda vez que se pudiese, la revista de la institución, donde siempre escribió, y cuyo último número salió en 2014.

Pero también, y de manera muy especial, se la recordará por su compromiso en mantener en su mejor expresión la estructura edilicia de la casona de los Civit, que data de 1873, cuya definitiva restauración y recuperación edilicia permanece aún como una meta a lograr, y que, ella infortunadamente, no pudo ver finalizada, no obstante su militancia de décadas en el salvataje y consolidación de la añeja propiedad, también sede del Museo del Pasado Cuyano.

Casada con Félix Alberto Isleño, fallecido en 1983, le suceden sus hijas Susana y Martha y cuatro nietos.