Marta Minujín: en diálogo con su tiempo

La mujer que respira arte participó en la celebración del segundo aniversario de ArteH Espacio Hipercerámico.

Marta Minujín: en diálogo con su tiempo
Marta Minujín: en diálogo con su tiempo

Marta Minujín, "la gran bestia pop" del arte argentino, visitó Mendoza con motivo de celebrarse el segundo aniversario de ArteH Espacio Hipercerámico. La extravagante artista plástica, y amiga de la casa, brindó una charla en la que repasó su vida, obra y anécdotas que allanaron el camino a partir de los '60, cuando sus obras de vanguardia comenzaron a ver la luz e imprimieron su carácter psicodélico, pop y de mucha acción.


    José Gutiérrez / Los Andes
José Gutiérrez / Los Andes

¿Qué decir de esta esplendorosa mujer que no se sepa? Nació en Buenos Aires, lugar donde siempre vivió y trabajó. Si bien hubo momentos en los que otros cielos fueron testigos de su performance, sostuvo que sus mejores obras las hizo en su país, tal es el caso de: La Menesunda, el Obelisco de Pan Dulce, la Torre de Babel, Find Your Equal, entre otras. Se formó en la Escuela Superior de Bellas Artes "Manuel Belgrano", en la Escuela Nacional de Bellas Artes "Prilidiano Pueyrredón" y en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación "Ernesto de la Cárcova", pero en los '60 abandonó los estudios tras conseguir una beca del Fondo Nacional de las Artes. Con ella viajó a París donde dio paso a sus "estructuras habitables" y realizó su primer happening, "La destrucción": una intervención en la que ella, colegas y amigos se reunieron para destruir y quemar sus propias creaciones.

Minujín es una de las virtuosas argentinas más reconocidas dentro y fuera del país. Sus obras son un cúmulo de originalidad: desde piezas comestibles monumentales, templo hecho de libros que habían sido prohibidos durante la dictadura militar en Argentina, hasta la representación de la deuda externa argentina con mazorcas de maíz. Tangible, divertida y de voz suave -casi susurrante- compartió sus mejores momentos en el mundo del arte contemporáneo nacional cuando, con la generación del Instituto Di Tella, marcó la cancha del espacio artístico argentino.


Marta Minujín. Posó para nuestro diario un rato antes de su charla con el público mendocino | José Gutiérrez / Los Andes
Marta Minujín. Posó para nuestro diario un rato antes de su charla con el público mendocino | José Gutiérrez / Los Andes

De muy joven rompió reglas, fue pionera con sus creaciones y espontaneidad, y trabajó incansablemente para expresar una mejor versión de sí misma. Supo reinventarse en cada momento de su vida: en París durmió en un galpón sin agua ni calefacción, transitó la noche de Estados Unidos para dormir solo de día en la casa que una amiga le cedía; pero haciendo lo que siempre amó: arte. Asegura haber vivido "sin un peso"; luego llegaron las 17 becas que le permitieron seguir trabajando hasta construirse como la artista consagrada que es hoy. A los 41 años vendió su primera escultura y todo comenzó.

Una mujer que afirma gozar de buena salud gracias a su actividad. Además,  una prueba real de que, en ella el amor existe en dos direcciones: el arte y su pareja. Casada durante más de cincuenta años con un economista que viaja brindando conferencias y seminarios por el mundo, Minujín sostiene que el amor es como el arte, una vez que aparece se transforma en algo para toda la vida.


El Partenón de los libros perdidos. Una obra con más 100 mil libros prohibidos. | AP
El Partenón de los libros perdidos. Una obra con más 100 mil libros prohibidos. | AP

La charla, que se extendió por casi una hora, mantuvo atentos a admiradores y hacedores culturales que se dieron cita en el corazón cultural de ArteH. Durante la exposición Minujín destacó que "todos somos seres creativos; ahora en las redes se ve la creatividad que tienen las personas. De pronto las redes han ganado posiciones increíbles y se han transformado en un escenario importante. Pero también hay que luchar con el mercado, los artistas antes iban a los grandes museos a inspirarse, ahora van al mercado".
 
- La clave de tus obras ha sido lo efímero, lo transitorio... ¿Te anticipaste a lo fugaz de las redes sociales?  

- Las redes sociales me parecen fantásticas. La gente puede elegir, tiene un mundo mucho más amplio y, no sólo puede optar, sino que también puede tenerlo todo sin tener nada porque también es muy abstracto. Hay una realidad y es la de la comunicación: todo el mundo está conectado. Yo siempre lo imaginé, pero nunca imaginé que lo iba a vivir. Y me parece genial.

También la gente que quiere ser esclava va ser esclava siempre, entonces, se va a someter al teléfono; pero eso ya es una cuestión de personalidad. Si lo apagás, y elegís hacer otra cosa, sos libre. Es una cuestión muy personal, pero tenés acceso a todo gracias a ese aparatito chiquito y es una posibilidad increíble para la gente. Es una época que hay que vivirla, es fantástica.

- Tu obra tiene mucho de interpretación social y de participación social...

- Yo siempre dije que el “público iletrado” es el mejor. El que menos sabe de arte es el que más vive las obras de arte. Generalmente la gente que me sigue no es coleccionista, es el público en general. Por eso me gusta hacer arte público, en los espacios públicos, donde la gente puede vivir una experiencia. Por eso también me gusta que mis obras estén en los museos, porque son espacios para la gente. Antes los odiaba, decía que eran cementerios, pero ahora han cambiado tanto.


    José Gutiérrez / Los Andes
José Gutiérrez / Los Andes

- En tu vida tuviste dos grandes amores: el arte y tu marido. ¿Con quién te casaste primero? ¿Quién fue tu primer amor?

- Es más fuerte todo lo del arte que cualquier relación de amor humano. No puedo ser de otra manera. Hasta los 30 años gané becas porque tenía un talento especial, pero siempre compartí mi vida con el mismo hombre, porque encontré un equilibrio en una parte de la vida real; pero que está por debajo de todo lo que está en mi cabeza. Mi cabeza piensa nada más que en arte. Intento tener relación con mis hijos y con mis nietos, pero tampoco tanto (risas).

- ¿Qué pensás de vos misma?

- Que soy una genia. Tengo una locura muy especial que me permite seguir creando.

Y, como no podía ser de otra manera, Minujín destacó que Mendoza es una ciudad ideal para hacer una intervención pública en la que la uva, como elemento fundamental de la tierra cuyana, luciría como protagonista principal. ¿Llegará esa instalación a nuestra geografía?

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