No está todo dicho. Por ser impredecible la política argentina asusta y desconcierta. Un vocero de los grandes capitales, el diario Financial Time, en un editorial reciente nos sugiere, claramente, que rechacemos al peronismo. El FMI, el capital financiero y los inversionistas, que nos consideran un país rico en recursos y en negocios, con innumerables oportunidades, incluida la especulación, desesperados quieren saber qué pasa; ¿hacia qué lugar nos dirigiremos? Nuestra política está en conmoción: alianzas, promesas, amenazas, intercambios de favores, conversaciones secretas, cambios de opinión, engaños... Todas acciones de cualquier estrategia, si nos remitimos a la guerra. Pero en los planes de guerra se tiene en cuenta a la gente, como apoyo y compromiso.
Visualizando, conjeturo posibilidades en un entorno con movimientos confusos. Utilizo los ¿y si…? y de mi análisis supongo algunos posibles, aunque parezcan insólitos:
1 Que Sergio Massa vaya con Fernández-Fernández tiene un precio que la ambición de Massa querrá cobrar ¿Y si las recientes dudas de Massa se vinculan más con el dilema de Cristina de decidir alejarse de la política visible? ¿Y si Cristina se terminara de bajar y se moviera hacia otro lado? Deja la vicepresidencia, que la ocuparía Alberto Fernández con Massa en la presidencia, pero apoyaría con su fortaleza, como símbolo, para así ganar votos. Es cierto que esta acción restaría puntos a la fórmula Massa-Fernández porque son numerosos los votantes del Peronismo Renovador que no quieren a Cristina, pero habría que ver el final.
2 ¿Y si Cristina se postulara a la gobernación de la provincia de Buenos Aires? Muy probablemente le gane a Vidal (Kicillof no le gana) y arrastre votos a la formula Massa-Fernández con su fuerza política, compensando así los desertores de Massa.
3 ¿Y si Cambiemos persuade a Macri a dejar la presidencia en manos de Vidal? Se “quemaría” Vidal. Sería un error. El electorado vería a Vidal con la cara de Macri. ¿Y si para convencer que habrá mejoras va Cornejo como vice de Macri, cumpliendo así el acuerdo con los radicales? Cornejo tiene desavenencias con Macri pero importantes fortalezas, con la debilidad de ser poco conocido a nivel nacional pero con marketing esto se resuelve.
4 Alternativa Federal quedaría vacía. Hay que ver qué harían Schiaretti, Urtubey y Pichetto. ¿Y si formaran otro frente, ahora que está de moda? No creo. ¿Y si se unen con Roberto Lavagna? No hubo pelea, solo palabras de desacuerdo y por los votos y el poder todo se arregla. El frente Consenso 19 puede ser una opción. Implementó una estrategia diferenciadora y distante de los dos polos: el macrismo y el kirchnerismo. Esta estrategia busca una posición poderosa para captar un gran número de indecisos (hoy, más del 50%). Incluso, el frente se beneficiaría de los desencantados con Massa; y, ¿porqué no?, de los que no asimilan que Cristina no sea presidenta.
5 Lavagna quedaría en posición ventajosa, si la sabe aprovechar, anunciando rápidamente un programa económico de emergencia antes de las elecciones. ¿Y si no lo hace y sigue en demoras en nombrar un vice para comenzar a desarrollar su campaña y dar a conocer su programa de gobierno que los otros no tienen y Consenso 19 sí? ¿Y si no hace una adecuada comunicación y no convence al electorado indeciso y joven? Entonces, al final, gana el kirchnerismo, con o sin Cristina en la vicepresidencia, porque muchos, con un pensamiento peronista o progresista, rechazarían la derecha de Macri después del fracaso.
6 ¿Y si nuevamente los votantes eligen una tercera vía rechazando lo que hay? Macri le ganó a Scioli, que contaba con el empuje de los K, por menos de tres puntos. Fue un síntoma de que parte de la sociedad quería otra cosa. Ahora tenemos, dominando, dos conglomerados ideológicos y un gran espacio indefinido. El plan de mejoras económicas será el factor de decisión en el votante, siempre y cuando el que lo proponga sea creíble y con experiencia para hacerlo.
7 ¿Y si al final ganara Cambiemos con Macri presidente? El kirchnerismo se diluye y el peronismo deberá encarar una profunda renovación que incluya su aliado histórico: el sindicalismo. Con la misión de preservar los principios de justicia social y distribución de la riqueza, que lo identifican.
En las estrategias de los políticos nosotros carecemos de importancia. Solo nos ven, desde muy lejos, a través de los números de las encuestas. Piensan que los números somos los humanos y ellos imaginan hacia dónde queremos ir a partir de las respuestas rápidas y banales de las entrevistas. La mayoría de los políticos son improvisados en muchos temas, con más razón desconocen el lenguaje complicado que tiene que ver con los significados, mitos, emociones, sentimientos y deseos de las personas. Es decir, con la psicología y la filosofía del electorado que es completamente oportunista, compleja e irracional. No deberían basar las decisiones de campaña solo en la intención de voto y en la imagen (aprobación) del candidato. Estos son indicadores antediluvianos.
La política argentina está estancada, con consecuencias graves para nuestras vidas. Nos presenta disyuntivas que nos desgastan. Muchos políticos ya se tendrían que haber ido. No hubo renovación y son obscenos porque no esconden intenciones para agarrar tajadas del gran pastel del negocio político. Porque así obtienen poder, impunidad, y trabajo para ellos, amigos y familiares, con excelentes ingresos (no les llegó el ajuste), aunque no sean aptos para hacer lo que deben hacer. Mientras nosotros, los que decidimos, estamos como encerrados en una caja y nos sueltan el día que concurrimos a votar.
Sin la obligación de ir a votar, la abstención en la Argentina indudablemente sería muy alta, reflejando la frustración y la negación de la política. ¿Y si utilizamos el pensamiento crítico antes de votar? ¿Y si demostramos que no somos números de encuestas, sino seres humanos que buscamos un mejor destino para la Argentina?
