Marketing político: Lavagna, la “cuña” en un electorado indeciso - Por Roberto B. Mena

Marketing político: Lavagna, la “cuña” en un electorado indeciso - Por Roberto B. Mena
Marketing político: Lavagna, la “cuña” en un electorado indeciso - Por Roberto B. Mena

Con la polarización de intención de votos, como se observa entre Mauricio Macri y Cristina Fernández, y un entorno de sensibilidad emocional en la gente, con enojo, frustración, sufrimiento e incertidumbre, en un espacio enorme de votantes indecisos (entre un 50% y un 60%, según sea la encuesta), se presenta la oportunidad para la entrada, como cuña, de un nuevo contrincante.

Eso siempre y cuando desarrolle una estrategia rápida, superadora y diferenciada, con un diálogo claro e insistente con los votantes describiendo un plan que demuestre lo que el nuevo gobierno puede hacer para que este país se lance hacia el futuro. No expresiones de deseo, sino un plan con acciones concretas en políticas públicas y medidas de emergencia.

Candidatos como Massa, Urtubey, Scioli, Rossi, no convencen a los indecisos. Entonces, ahora, surge Roberto Lavagna.

Parado firme en sus convicciones, propone como solución armar una coalición amplia de partidos (Consenso 19), mostrando, con sus palabras, un propósito distante de los otros candidatos.

Lavagna habla de lo que hay que hacer: el qué, el cómo y el por qué. Seguramente, ya se estará organizando la campaña formal, con la comunicación creativa, que deberá ser creíble para construir identidad, demostrando la necesidad imperiosa que tuvo un grupo de partidos de unirse por las circunstancias que vive el país, con el único propósito de poner a la Argentina en el camino del progreso, sin rivalidades extenuantes. Para que los indecisos, los jóvenes, y los que no se convencen con Macri o Cristina, abran sus mentes y escuchen que el destino del país no puede ser una continua seguidilla de actos fallidos.

Con un mensaje también para los otros, de adentro y de afuera: banqueros, inversores, empresas; porque Lavagna tiene que crear confianza, inmediatamente. Si es convincente, pronto lo veremos crecer en las encuestas.

Posicionar un candidato en tan poco tiempo es muy difícil, pero no imposible. Lavagna tiene una historia que contar, la imagen, y una forma de explicar que puede seducir, especialmente, al votante joven; este grupo es el que más confundido y decepcionado está.

El desarrollo de la estrategia del frente debe sustentarse en acciones tácticas donde Lavagna como candidato entre en una relación empática con el electorado, consciente de que lo primero que se verá públicamente es cómo se presenta, habla y se mueve, y luego como expone las ideas.

Con la premura de la cercanía de las elecciones. Lavagna y el frente de unidad nacional enfrentarán dos oponentes que son percibidos distintamente.

Macri como el fracaso, pero con un importante número de seguidores que confían en que se está haciendo lo correcto; y Cristina, un símbolo con inmenso imaginario y con seguidores a los cuales no se les puede convencer con hechos porque son fanáticos creyentes y quieren que vuelva a ser la presidenta.

El comentario de Lavagna, en algún momento del comienzo de este año, de aprovechar todos los recursos naturales y humanos de este país, incluyendo el talento y la creatividad del argentino, resaltando la educación y la cultura del trabajo para conseguir la inclusión, sustenta los “Lineamientos para un gobierno de unidad nacional”, que se hizo público y corporiza la intención del frente de partidos como una opción electoral válida, distante de posiciones neoliberales, aproximándolo a las tendencias humanistas emergentes en el mundo político, donde resurgen ideas progresistas adaptadas a los cambios del capitalismo, en un mundo globalizado e instantáneo (el PESOE en España o la “izquierda” del partido demócrata en EEUU, con Alexandria OcasioCortez, de 29 años, miembro de la Cámara de Representantes)

Hoy, lamentablemente, estamos empantanados en una pelea de a dos. Con una economía desastrosa que no responde por la ausencia de liderazgo del gobierno y con un ajuste inhumano, receta del FMI.

La estrategia de Macri es insistir en que lo hecho resultará y no dará un solo paso atrás.

El presidente recibe continuamente fuego amigo de inversores, banqueros, operadores, globales y locales, y de los medios de comunicación, que no creen en él pero que a su vez le tienen miedo a Cristina; además, se suman factores negativos de una economía con sectores industriales concentrados (alimentos, telecomunicaciones, supermercados, por ejemplo) que no hacen viable detener la inflación, además de los codiciosos que adhirieron al ajuste porque ganarían más, como el sector financiero.

Así, Macri entró en un espiral de percepciones negativas que no favorecen su re-elección; Cambiemos tendría que haber dejado que pase Vidal (aunque ahora sería un error porque ya es demasiado tarde).

Sabemos que Macri no es un líder competitivo; tiene que ser llevado de la mano y es un dependiente del marketing político, de Marcos Peña, Duran Barba y las encuestas.

A muy pocos meses de las elecciones, Cristina juega con las expectativas con su grupo fiel. ¿Se presentará o no, para ser nuevamente la presidenta? Horroriza al establishment, a Trump, y a los que no la quieren, y a esos que ven la evidencia de la corrupción.

Mi intuición me envía ondas que cuando conecto los puntos sobre lo que Cristina hace y dice, los significados que deduzco de su comportamiento, como el efecto de la publicación de su libro, su hija Florencia y los viajes a Cuba, las reuniones con Grabois y lo que este declara, conjeturo -solo eso puedo hacer- que puede venir una abdicación a favor de un “delfín”, poniendo sobre la mesa una negociación con su capital político y simbólico, para obtener ventajas para ella y su familia. Tiene a su favor al factor psicológico.

La conducta de Cristina enloquece al gobierno y algunos candidatos del peronismo se vuelven duales, se alejan y se acercan a Cristina como un péndulo porque no saben qué hacer, desesperados, para mantenerse en el negocio de la política.

Sin embargo, Cristina asume la postura de una estratega inteligente: lidera, confunde, engaña, amaga y crea dudas.

Mantener la ansiosa espera hasta el momento justo de actuar, es su principal objetivo.

Con paciencia de franco tirador.

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