"Con florete, sable o con espada, en guardia, ataque y parada, siempre de punta en blanco, con su fina y distinguida estampa, particular encanto y toda su singular belleza de mujer muy fina y elegante", publicó Los Andes sobre María Silvia de los Angeles Puga, Marisil como se la ha conocido siempre en el ambiente del deporte, en un artículo editado en abril de 2011, en el que se brindó con sus propios testimonios e imborrables recuerdos una semblanza de su rica y larga trayectoria en el difícil campo de la esgrima.
Se trató entonces de un merecido reconocimiento a toda su prestancia, atributos y condiciones, alta técnica y perfecto dominio de la pedana y de las armas reglamentarias. Elogio que ahora se repite al ser incluida, por su excelente currículum deportivo que la llevó a ser la número uno del ránking nacional y por ese toque de femineidad que le dio a la esgrima, en la galería de los grandes personajes del deporte mendocino que nuestro diario presenta los días martes de cada semana desde mayo de este año.
Marisil contaba que a comienzos de la década del '70, cuando era una jovencita de solo 10 años, alegre y divertida, muy dulce y expresiva, inquieta y romántica como toda criatura de su edad, se conmovía escuchando los relatos de su abuelo Pedro -Pedro Andrés Quiroga, que era un militar retirado de caballería-, que le contaba historias y anécdotas de su vida militar que la atrapaban y seducían.
Así nació su inmenso amor por la esgrima que su abuelo Pedro -al que quiso muchísimo y como un segundo padre- le inculcó desde muy pequeña. Al igual que a sus tres hermanas: María Patricia (fonoaudióloga), María Marcela (licenciada en Administración de Empresas) y María Andrea (profesora de Bellas Artes), aunque solo Marisil se dedicó por entero a esa actividad, que en sus comienzos en la década del 50 parecía estar reservada sólo para los hombres.
En 2016, en el colorido y antiguo municipio de Ponce, en Puerto Rico, se disputó el Panamericano para Veteranos. Puga fue plata en espada.
Pasión que aún perdura con la misma dedicación e idéntico entusiasmo de aquellos primeros días, ahora en la tarea docente que realiza como instructora en la UNCuyo y en el club de Gimnasia y Esgrima (en la calle Gutiérrez).
Con la íntima satisfacción de que la gran mayoría de sus jóvenes alumnos muestran constantes progresos, lo que la llena de un legítimo orgullo porque su labor contribuye además a forjar la amistad y el compañerismo, a fortalecer la personalidad y el carácter y a valorar la rectitud, la disciplina, la lealtad y el respeto, virtudes que se encuentran de manera permanente en el noble deporte de la esgrima, como siempre destacó. Marisil puso como ejemplo el comportamiento en estos tiempos de Jesús Lugones, al que le auguró un futuro tan promisorio e inmejorable que no dudó en afirmar que puede ser una de las grandes figuras de los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
Trayectoria
En su juventud mostró interés por la natación en el club Mendoza de Regatas y por el hockey sobre césped en el club Los Tordos hasta que la esgrima la atrapó definitivamente cuando a los 15 años empezó a practicar en la entidad del Lago, porque esa era la palabra que le había a dado a su abuelo Pedro y una promesa que debía cumplir.
Fueron sus primeros maestros, a los que tanto admira y recuerda: Carlos Velazco, Julio Bravo, José María Santín y Sergio Suriace. Posteriormente contó con profesores de Buenos Aires y de Rosario del prestigio de Eber Sosa, Mario Cepeda y Francisco Guerrero, que terminaron por modelar su estilo único e incomparable. Fue varias veces campeona en florete juvenil y mayores, con arma muda o eléctrica, juvenil y por equipos. Recibió el Huarpe en 1984, 1990 y 1995. Entre 1985 y 2005 representó con igual éxito a la UNCuyo y en 1989 logró por primera vez el título de campeona provincial de espada mayores.
Ocupó el primer puesto en el ranking nacional de espada mayores y en 2005 como un digno broche de oro a su rica campaña, se retiró como campeona de espada en el Campeonato de la República realizado en San Rafael. Se puede afirmar que Marisil Puga, con su especial sensibilidad y sutil elegancia, hizo realidad lo que siempre pregonó de la esgrima: “Es el arte de tocar sin ser tocado”.