Es apicultor de “tiempo completo” y uno de los referentes del sector en el Valle de Uco.
Promediando la segunda mitad de la cosecha, desde Tunuyán, Mario Vicente repasa la situación de la actividad, y remarca algunos problemas que pueden afectar su sustentabilidad en el tiempo.
-¿Cómo viene la producción de miel esta temporada?
-La cosecha de miel comenzó hacia mediados de diciembre esta temporada, un poco atrasada por las heladas que afectaron los montes frutales y dejaron muy pocas flores, salvo en el Valle de Uco, en algunos manzanos que están quedando. Los colegas de Lavalle que tienen a la apicultura como actividad principal me dicen que han tenido un rendimiento de unos 20 kilos por colmena en la primera pasada, hasta fines de diciembre.
Ahora están comenzando con la segunda, y esperan otro tanto. Una primera proyección permite pronosticar entre 30 y 40 kilos para esta temporada, en zonas no tan secas. Es un promedio entre el campo y las áreas cultivadas. Este año el algarrobo ha florecido. No fue general, pero eso ayudó bastante. Esperan terminar mejor que el año pasado, cuando pudieron sacarle entre 25 y 30 kilos de promedio a cada colmena.
-¿En el Valle de Uco la situación es similar?
-En la primera parte, hasta fines de diciembre, cosechamos entre 10 y 15 kilos por colmena y probablemente -es una estimación preliminar, porque tampoco nosotros terminamos de cosechar- la segunda pasada vaya a dejar un volumen similar. Esperamos entre 25 y 30 kilos de promedio por colmena, algo parecido al año pasado. Sobre todo en las zonas donde hay más humedad, y menos cultivos de vid.
Por la Ruta Provincial 94, desde Vista Flores hasta unos 10 kilómetros antes de El Manzano, por ejemplo, era todo monte natural, muy propicio para la producción apícola. Esa zona, donde creció la implantación de viñedos, hoy es un páramo para nosotros. Fuera de los cultivos frutales, nos están quedando los bajos, donde se forman algunos humedales, en Tunuyán y San Carlos.
-¿Cómo se desarrolla la campaña en el sur mendocino?
-En el sur hay situaciones muy heterogéneas, y cabe esperar que el rango de producción sea mucho más amplio. Quizás entre 15 y 30 kilos promedio por colmena. Los alvearenses tuvieron un buen arranque en el campo, con la flora nativa, pero después la producción se vino un poco abajo por el problema de las heladas primero, y después por la sequía y el calor, que afecta la actividad de las abejas en su búsqueda de néctar.
Pero hubo zonas con rendimientos que podrían llegar a los 35 kilos. En San Rafael la situación es similar. El año pasado, el piso de ese rango había estado un poco por encima, porque cosecharon entre 20 y 30 kilos promedio por colmena.
-¿Cierran los números de la actividad?
-El precio de la miel está subiendo un poco porque ha mejorado la cotización del dólar para los exportadores. Está entre $ 19 y $ 19,30 el kilo, en Buenos Aires. Acá, en estos días les han ofrecido $ 18 a colegas de Lavalle. Creo que mucha gente va a vender porque está ahorcada financieramente y necesita seguir financiando la cosecha. Es que nosotros no tenemos acceso, por ejemplo, a los “créditos de cosecha y acarreo” que tienen otras actividades.
Nosotros podríamos devolverlo mucho antes, en dos o tres cuotas, apenas vendemos la miel. Tampoco tenemos créditos para capital de trabajo. Por ejemplo, necesitamos azúcar para mantener las colmenas durante el invierno. Desde la Dirección de Ganadería entregaron aproximadamente un kilo de azúcar por colmena, hasta 200 colmenas. Eso está bien, es una ayuda y se agradece.
Pero un apicultor que tiene un número mayor de colmenas, por lo general no tiene los recursos disponibles para hacerle frente a ese costo. Es preferible tener acceso a un crédito, con los intereses que corresponda, para poder comprar lo que se necesita, producir bien y devolverlo. Pero esos créditos no están.
Lo mismo para comprar tambores para envasar la miel y para contratar personal temporario para la cosecha. Entre azúcar, remedios y tambores, un apicultor medio puede estar gastando, por temporada, unos $ 50.000. La gente que tiene a la apicultura como actividad de tiempo completo tiene, para poner en garantía, vehículos -por ejemplo- por valores que multiplican varias veces esa cifra, o la maquinaria de las salas de extracción comunitaria.
Ni hablar de quedar incluidos en la emergencia agropecuaria, aunque las contingencias climáticas afectan directamente a nuestra producción, porque cuando no hay flores, ya sea en los cultivos o en el campo, nos afecta. Pero parece que al Gobierno no le interesa mucho la apicultura.
-¿El precio de la miel mejoró este año en relación con los de la temporada anterior?
-Sí, el año pasado vendimos a entre $ 12 y $ 13,50 el kilo. Pero también aumentaron los costos de producción. Hoy, los antiparasitarios que aplicamos los venden dos laboratorios pero uno es el que maneja el mercado y pone el precio que se le da la gana. Hacer un tratamiento en unas 800 colmenas, cuesta alrededor de $ 15.000.
-¿Qué número de colmenas constituye hoy una unidad económica?
-Hoy podemos estar hablando de unas 400 o 500 colmenas para una familia. Pero eso es en teoría. Porque el apicultor trabaja solo o con su familia; y el que tiene hijos chicos en la práctica no puede manejar ese número de colmenas. Y tiene que trabajar solo, porque prácticamente no se está contratando gente, sobre todo por la alta litigiosidad laboral.
-¿Qué otros factores complican la actividad?
-El aumento de costos, en los antiparasitarios, en el gasoil. Las retenciones a las exportaciones de miel (que son del 10%), que las terminamos pagando los productores de distinta manera. Una de ellas es el precio del tambor en el que tenemos que envasar la miel para que después salga del país.
Además, hay mecanismos de presión tributaria que nos complican cada día más. El monotributo, el impuesto a los Ingresos Brutos y la burocracia para mover la producción de un lugar a otro; tenemos que tener una autorización. Hay trabas para la libre circulación de los productos agrícolas y pecuarios. A todo se suma la falta de crédito para capital de trabajo y para cosecha.