Mario Torres fue viticultor toda su vida pero cinco años consecutivos de inclemencias climáticas en su finca en El Mirador (Rivadavia) lo forzaron a buscar un cambio de rumbo. Entonces se acercó al INTA para averiguar por una alternativa y desde 2014 se dedica a la cría de gallinas y vende huevos caseros, agroecológicos. Además, hace tres años sumó unos lechones.
- ¿Cómo se decidió a hacer el cambio de actividad?
- Yo nací siendo productor vitivinícola (bromea). Mi abuelo lo fue y mi padre también. Nací en esta finca. Mi papá vino en el ’58, cuando esto era campo inculto. Era chacarero en Medrano y se vino para tener viñedos. Pero estoy abandonando la finca de a poco para darle valor agregado al ingreso familiar. Mi señora tuvo que salir a trabajar y yo intento dedicarme a otra cosa que no sea la vitivinicultura.
Soy agricultor de naturaleza. Lo mío es la tierra. Nunca me dediqué a otra cosa. Pero busqué algo que no me afectara la piedra ni la helada. Me arrimé al INTA y me presentaron a un grupo de gente que estaba armando algo con gallinas, entregando pollitos. Y emprendí un nuevo horizonte.
- ¿Y dejó la vitivinicultura por los bajos precios o por otras dificultades?
- Fue un combo. ¿Vio cuando le agarra un resfrío, que no pasa nada, pero cuando se suman otras enfermedades se complica? Bueno, tuve helada y granizo. Cinco años seguidos de mala pasada. No hay cuerpo que aguante.
- ¿Se había dedicado a la cría de animales?
- Teníamos gallinas en casa de mi madre y otros animales, pero una cosa es darles de comer y levantar los huevos, y otra atenderlas, ver el estado de salud, las condiciones, que no pasen frío ni calor. He aprendido mucho sobre bienestar animal.
- ¿Y qué tuvo que incorporar a la práctica para que los huevos sean agroecológicos?
-Mi padre nos inculcó hacer algo natural. Ya venimos desde que nos dedicábamos a la vitivinicultura con la ideología de hacer algo ecológico, aunque nunca nos inscribimos. Y no hay nada más lindo que decir “me como una gallina que no tiene hormonas ni ningún incentivo para el crecimiento ni la postura”. El huevo es natural y se diferencia en sabor y en calidad. Esa es nuestra bandera.
Ellas tienen su gallinero, sus nidos bajo techo. La alimentación se les da en la mañana y a última hora, para que recuperen energías después del día. Y tienen un patio de 70 por 40 metros, donde pastorean. Hacen su vida natural. Las alimento con maíz y por ahí, en invierno, un poco de balanceado, pero lo principal es el maíz.
- ¿Y cómo comercializa los huevos?
- Vienen a buscar en casa. Se encarga mi hijo, porque está estudiando. Le di la venta de huevos a él y ayudan la abuela, la madre, la hermana. Así formamos un equipo y él puede tener para sus gastos en el estudio, porque se le cortó el Progresar. Pero por suerte nos compran todo. Hasta nos faltan maples.
- ¿Tiene otros animales?
- Hace tres años empecé con la cría de lechones. Tengo cinco cerdas madres y un padrillo. Aprendí de cero. Sabía darles de comer y comérmelos (ríe). Pero al lechón hay que cuidarlo mucho por la triquinosis. Tienen que tener un buen espacio, la alimentación debe ser balanceada, hay que cuidar mucho la higiene. En realidad, el lechón es limpio, el sucio a veces es el que lo cuida, que los tienen con barro y sus porquerías. Yo los tengo hermosos, sequitos.
- ¿Qué proyecta para el futuro?
- Quiero fortificar el tema de las gallinas, con los huevos, y la crianza de lechón. Agrandarme. Estoy haciendo corrales nuevos, criando cachorritas para más adelante, para tener más cantidad. Quisiera mejorar las instalaciones de las gallinas porque sufren mucho el frío y tienen problemas respiratorios. Tanto al lechón como la gallina, si uno los tiene en buenas instalaciones, no hace falta vacunar ni darles antibióticos. Cuando uno se enferma, algo está fallando. Hay un problema de bienestar. Por eso no me agrandé hasta ahora, porque tuve 160 gallinas y me achiqué a 60. Prefiero tener poca cantidad y gran calidad.
- ¿Y con el resto de la finca qué planea hacer?
- Me dejé unas pocas hectáreas de viñedos. Tengo 16 en total y me quedan 6 en producción. Las otras 10 están abandonadas. Estoy esperando a ver qué pasa. A los agricultores nos enseñaron que el año que viene va a mejorar. Pero venía una manga de piedra y no dejaba nada. Al otro año cosechábamos y no valía, y al otro año había una helada. La agricultura es así. Es satisfactoria porque la tenemos en la sangre. Amo la tierra y lo que hago.
En detalle
Mario Torres es uno de los ocho productores del Este provincial, la mayoría vitivinícolas, que se integraron al Programa para Productores Familiares del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), de la Agencia de Extensión de Rivadavia. La finalidad de esta iniciativa, que comenzó en 2014, fue asistirlos en el proceso de cambio hacia la producción agroecológica de huevos.
Alejandro García, quien estuvo al frente del proyecto, explicó que por la crisis que atraviesa la producción vitivinícola, con bajos rendimientos y bajos precios, los productores empezaron a buscar alternativas. Como tenían producción tradicional de gallineros, se los acompañó para que mejoraran las infraestructuras, mejoraran el tipo de gallinas (se pasó de caseras a ponedoras), hicieran más eficiente la alimentación y cuidaran la sanidad.