Más de la mitad de las cabras que pastan en el semiárido de Lavalle, donde Mendoza limita con San Juan y con San Luis, ya tuvieron sus crías a esta altura del año. Pasó el momento del mayor porcentaje de pariciones y buena parte de los chivatos ya fueron vendidos.
Mario Ricardo Ortiz, uno de los casi 600 pequeños productores del Noreste mendocino y referente de los puesteros de aquellos parajes, hace un balance de una actividad que -al menos en el Norte mendocino- hace varios años que no puede terminar de cerrar una campaña sin contratiempos.
-¿Cómo se presentó el año para la producción caprina en el Norte de Mendoza?
-Regular. Ha sido muy variable, según las zonas. Este año volvimos a tener problemas con el peso de los chivitos. En el campo hay pasto, pero parece que las cabras no han tenido suficiente leche o no ha sido de calidad para alimentarlos bien. Algunos productores (los que han podido) han tenido que suplementar.
-¿Cómo es que hubo pasto pero no hubo buena leche?
-Suponemos que tiene que ver con la falta de algarroba. La primavera pasada se heló la flor, y este verano los animales casi no tuvieron la vaina del algarrobo, que es muy buen alimento y mejora mucho la calidad de la leche. Este problema lo hemos tenido en los últimos dos o tres años, por distintas razones.
-En este caso, entonces, la posibilidad de mejora depende del clima…
-Tenemos la esperanza que, con los temporales que hubo en el otoño, haya humedad suficiente y no tengamos heladas o vientos en época de floración, y el ganado pueda tener disponible esa comida. Pero, por otro lado, ahora dicen que viene La Niña, que va a llover poco y vamos a tener sequía. Si es así, se nos va a complicar más todavía, porque podría volver a faltar pasto.
-¿Siguen teniendo la mayor parte de las pariciones en invierno?
-Sí, y ese es el mayor problema. Porque cuando las crías no están bien alimentadas, sufren más el frío. Por eso este año hemos vuelto a tener pérdidas. Hay productores que han perdido 20 chivatos, otros 30 o 40, y en majadas de 100, 180 (son contados los que tienen 250, 300 o 400 cabras). Podríamos decir que se ha perdido, por lo menos, entre el 10% y el 20% de la producción, según los casos.
-¿Han vendido ya parte de los animales nacidos este invierno?
-Muchos ya han vendido. Lo ideal sería venderlos con 6 kilos limpios por lo menos, pero la gente acá vende animales que pesan, en promedio, 5 kilos. Más no pueden sostenerlos, porque no alcanza la comida. Dejan algunos para que las madres puedan alimentarlos un poco mejor y sacarlos después con más peso.
-¿A qué precios han vendido esos animales?
-En San Miguel se ha estado vendiendo a 380 pesos en pie, y en San José y Lagunas del Rosario parece que algunos han podido vender hasta en 500 pesos, pero son contados esos casos. La mayoría no ha pasado de 400 pesos. No vamos a poder sacarle más, mientras no nos den la matrícula de matarifes.
-¿Eso no se ha resuelto todavía?
-No, por eso hemos pedido que la Nación facilite los trámites. Ahora parece que han dispuesto otorgar matrículas individuales de pequeños matarifes. Eso ayudaría mucho, porque la posibilidad de comercializar un animal faenado como corresponde, en un matadero habilitado, le mejoraría el ingreso al productor y le daría mayor seguridad al que compra ese animal para el consumo. De todos modos, la idea es constituir una cooperativa fuerte.
Es necesario adecuar los corrales
El productor lavallino Mario Ricardo Ortiz admite que subsisten problemas de manejo, que afectan seriamente la productividad de las explotaciones caprineras del secano. Por un lado, lamenta la falta de adecuación de los corrales para que los animales estén protegidos cuando hay condiciones climáticas extremas.
“Algunos lo hacen y otros no, en muchos casos por dejadez del propio productor, porque es muy difícil lograr que la gente participe de una reunión de capacitación, o para informarse de alguna ayuda a la que puede acceder”, reconoce.
De todos modos “varios han presentado proyectos para -aprovechando los beneficios que contempla la Ley Nacional Caprina- poder armar algún cobertizo”. Para Ortiz, “habría que tener cubierto por lo menos el 70% de la superficie del corral para que, cuando llueve, el agua corra y no se enlagune”.
Por otra parte, reconoce que no termina de “prender” en los productores la práctica de estacionar el servicio. “Eso sería lo ideal -remarca- porque se podría cambiar la época de parición, para no tener nacimientos en el invierno”.
Perfil
Mario Ricardo Ortiz (55) Es productor ganadero en el secano de Lavalle, al noreste de Mendoza. A sus 12 años, la familia dejó Caucete (San Juan) para instalarse en el puesto La Pampa Blanca, ubicado en el paraje Lagunita, del distrito San Miguel, cerca de límite con San Luis. Hasta hace un mes, presidió la Asociación Ganadera Centro Cuyano de Lavalle, entidad de la que sigue participando.