Mario Breuer: “Me gusta la música que hacen los millennials”

Es el ingeniero de sonido y productor de los grandes artistas del rock nacional. Mañana presenta su libro “Rec & Roll”.

Mario Breuer: “Me gusta la música que hacen los millennials”
Mario Breuer: “Me gusta la música que hacen los millennials”

Mario Breuer es uno de los pocos hombres que pasó más de un día adentro de un estudio de grabación con Charly García.

Fue artífice técnico y parte de la cocina de grandes discos del rock nacional. "Luzbelito" de Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota o "Llegando los monos", álbum cumbre de Sumo son algunos de sus trabajos más reconocidos y recordados.

Con cuarenta años detrás de la consola, tiene en sus espaldas una extensa carrera como ingeniero de sonido y productor en la música popular argentina. 

Parte de ese camino lo recopila en su primer libro "Rec & Roll", que mañana presenta en la Feria del Libro de Mendoza, en el Espacio Le Parc.

"No me gusta llamarlo un libro autobiográfico, sino un relato de cómo hice la música de la década del '70. Cuento la historia de la grabación en la Argentina, algún que otro chisme de los que se puede contar.

Pero es básicamente mi mirada sobre los acontecimientos en los estudios de grabación desde 1978 cuando comencé hasta el día de hoy”, apunta el ingeniero de sonido del rock que no pierde su costumbre de cazador y continúa descubriendo buenos músicos en nuestro país.

-Además de la tecnología, ¿cambió algo en la cocina de un disco desde los '70 a la actualidad?

-La tecnología cambió todo. Porque cambió el paradigma. Pero los cambios responden a lo tecnológico, más que a lo político y social. Hoy la manera en la que se escucha, se distribuye y que se produce es muy distinta a como era en el siglo pasado. El cambio fuerte estuvo en los 2000. Recuerdo que la primera grabadora de CD que compré me salió 6.500 dólares y para el año ‘98 se podía comprar a 70 pesos en cualquier casa de computación del país. Y eso generó la piratería. Cada evolución ha sido un embate a la música.

-¿Qué pensás de esa vuelta al home estudio y las grabaciones caseras de los discos?

-Ahora hay muchos artistas que se dan cuenta de que necesitan un ingeniero de sonido para grabar. O cuando quieren un arreglo de cuerdas tienen que llamar un arreglador.

Pero en ese sentido tengo una cuestión personal. Desde hace 25 años que trabajo con grupos que puedan grabar su disco en un solo día. Lo que se llama grabación en vivo. Es una exigencia mía con los grupos, porque me parece que la música es así. Muchos grupos se dieron cuenta de que la música, cuando la tocan todos juntos, suena de otra manera. Un disco tiene que sonar creíble y verdadero.

-Te formaste en Estados Unidos y trabajaste con los más grandes, ¿por qué decidiste quedarte en la Argentina?

-Tuve una oferta muy buena en Los Ángeles y me volví. Y recién descubrí el por qué, cuando leí el libro. Dije: “fue por esto que me volví, por todo lo que hice”. Supongo que son mandatos estelares. Ahora sigo trabajando como en los ‘80. Buscando artistas que me den ganas de seguir. Y en esta época me gusta la música que hacen los millennials.

Todo lo que pasa con los grupos en Mendoza a mí me alucina. Tuve el primer contacto con Lavanda Fulton hasta llegar a los Usted Señálemelo, que me parecen geniales y los sigo siempre.

-¿De qué disco te sentís orgulloso?

-Son varios. Yo no sé si es una cuestión de ego o no, pero varios son aquellos en los que vino el artista y me dijo que ellos hacían la música y yo me ocupara del resto. “Parte de la religión” de Charly es uno de ellos. “Luzbelito” es un disco que me gusta mucho y es el caso que vino Skay y el Indio y me dijeron que hiciera mi trabajo. Es como que te dicen: “Te dejo a mi hijo, cuidámelo”.

-¿Con quién fue más difícil trabajar, con Sumo o Charly?

-Yo diría que con Sumo. Ante todo porque trabajar con Charly fue muy fácil. Era un trabajo muy intenso, a veces las sesiones duraban más de 20 horas, pero siempre tuvimos una vía de comunicación muy trasparente. Charly es un tipo muy peronista en la música, es el primer trabajador. Con mucha seriedad. En cambio con Sumo, era como trabajar con cinco Charly, con mucha personalidad. Imaginate gente del talento de Germán Daffunchio, de Pettinato que como músico de esa banda aportó mucho. Luca, Mollo, Arnedo. La mezcla de "Llegando los monos" la recuerdo como una de las más difíciles de hacer.

Pero tengo una manera de comunicarme con los músicos muy buena. A veces me pasó que no la tuve y no logré un buen entendimiento. Como dicen Todos muertos: "Hay gente que sí, hay gente que no".

-Y de los músicos que ya no están, ¿con quién te gustaría haber trabajado una vez más?

-Son un montón, pero el primero que me viene a la mente es Miguel Abuelo. Además de ser un músico talentoso, con el que hice discos de Los Abuelos de la Nada o su disco solista, él fue un gran maestro para mí. Es un personaje que extraño en el estudio porque disfrutaba mucho de su trabajo. Uno tiene que responder al primer pensamiento y él aparece.

Fue un tipo incomprendido porque mucha gente lo tenía como un loquito. Pero era un gran filósofo y con una transparencia como pocos. A veces decía cosas y la gente pensaba que decía metáforas, pero había que entenderlo.

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