La inseguridad acapara cada vez más ámbitos de la vida privada y pública de las personas. Llega a tal punto que hay consumidores de marihuana que prefieren "sembrar" sus propias plantas para no tener que ir a comprar a lugares "peligrosos". Según datos oficiales, la plantación de cannabis ha crecido exponencialmente, sobre todo desde hace un año. Tener este tipo de plantas está penado por ley.
En los primeros tres meses de 2016 se han secuestrado 300 plantas de marihuana, exactamente la mitad de lo que se encontró el año pasado. Los investigadores acuerdan en que el mayor decomiso se produce en el Valle de Uco.
"Es facilísimo plantarlas, tirás la semilla y listo. Las que decomisamos no son las producidas en viveros sino que se trata de plantas sembradas de manera más rústica, que requieren de poco cuidado", dice un comisario que trabaja temas relacionados con las drogas.
Las plantas suelen estar en patios de casas de familia, aunque también se han descubierto sitios usados exclusivamente para la siembra. "Hay padres que tienen plantadas marihuana en sus casas y que no lo saben. La riegan para cuidar lo que sembró su hijo", agrega, jocosamente, otra fuente oficial consultada por Los Andes.
Si se tienen en cuenta los últimos cuatro años, los registros de la dirección de Lucha Contra el Narcotráfico, que comanda el comisario Roberto Badrán, marcan un gran aumento en el secuestro de plantines y semillas de cannabis.
Según los registros oficiales, 2012 fue el año que más plantaciones se decomisaron: hubo 904 secuestros. Sin embargo, teniendo en cuenta que en lo que va de 2016 ya se han hallado 300, el crecimiento de secuestros es alarmante.
"A nosotros no nos queda más que arrancar las plantas. Porque el problema es que la plantación e incluso la tenencia de semillas está penalizado", dijo un policía que ya ha pasado por varios operativos antidroga.
El hallazgo de semillas también aumentó: pasó de 674 en 2012 a su pico en 2014 con un hallazgo de 5.229. En lo que va del año ya se han encontrado 1.900.
"Por la inseguridad"
Tanto policías como consumidores afirman algo: plantar marihuana en su propia casa evita que se tenga que ir a comprar a barrios considerados peligrosos, donde sufren robos, golpes, amenazas y otros delitos. El caso de Emir Manzur (19), cuyo crimen ocurrió el 20 de diciembre de 2007, en el barrio Paraguay IV de Guaymallén es una muestra del riesgo de ir a comprar un "porrito".
Otro punto a "favor" que ven los consumidores es que su plata no va a parar a las "arcas" de los narcotraficantes.
"El problema de las plantaciones caseras en este caso es que muchos se dejan una porción de lo recolectado para consumo personal y el resto lo venden. Lo que constituye otro delito. O sea, empiezan a lucrar", agregó un comisario entrevistado.
Según la división antinarco, de "una planta de dos metros y medio de marihuana se puede sacar más o menos un kilo para consumir". Esto, teniendo en cuenta que se usa principalmente la flor (o cogollo), que es el componente que tiene mayor porcentaje de THC, el principal ingrediente psicoactivo.
Hace tres años se halló el vivero más grande encontrado hasta entonces en la provincia. Su propietario, un experto en estas plantas, sus tipos y cuidados, declaró y dejó frases para el recuerdo: "Empecé comprando en barrios como Tres Estrellas, Lihué, Fachinal y otros. Me di cuenta de que lo que consumía era basura; sin controles bromatológicos, sin fechas de vencimiento ni elaboración. Todo era clandestino y de mala calidad".
Además, cuando iba a comprar la marihuana mala a la villa la pasaba mal. Una vez me robaron la bicicleta. Otra, una moto que me había regalado mi madre. Por eso empecé a cultivar por mi cuenta", deslizó el cultivador.
Lo que dice la ley
La ley 23.737 es la que trata sobre los estupefacientes y data de 1989. En su artículo 5 explica las penalidades -tanto carcelarias como de multas- que recaen sobre quien plante o tenga en su poder semillas, como así también para los vendedores. Las penas son de 4 a 15 años de prisión y multas.
Más adelante se refiere a las penas para quienes alquilen o presten terreno para sembrar estupefacientes.
El código prevé para el adicto, además, una rehabilitación controlada por un juez.