“Andá a lavar los platos”, es un clásico que escuchan las mujeres cuando van al volante. Y que jamás nadie le dijo a María del Carmen Izquierdo. Ella aprendió a manejar a los 9 años, cuando se subía sobre almohadones para poder ver por el parabrisas.
Sus primeros ‘pasos’ los dio en un Renault Gordini y cambiando de modelo llegó a dominar un camión. A los 14 años ya manejaba por las calles de su barrio, en Las Heras. Aunque de “fierros” sabe bastante, Maricarmen no es ni grandota ni masculina, sino todo lo contrario: es de contextura menuda y femenina.
En el colegio Fray Luis Beltrán finalizó sus estudios, graduándose en Diseño e Industria. Con el título en la mano, comenzó a trabajar en una empresa de música ambiental. El amor la esperaba en el barrio de su madrina, a quien ella visitaba asiduamente.
Allí conoció a Alberto, con quien comenzó a salir y a los tres años, cuando ella tenía 21, se casaron. Con mucho esfuerzo lograron comprar una casa y también un taller mecánico, donde trabaja su esposo. Pasaron los años y Alberto comenzó a competir como piloto. Al principio corría con su hermano Lito. Pero tiempo después, María del Carmen se convirtió en su copiloto.
Ella nos cuenta cómo empezó su pasión por los autos. “Me gustaban desde chiquita. Ya casada iba al taller de Alberto para acompañarlo. Es una actividad muy sacrificada, ya que cuando finaliza el trabajo de los clientes, que es nuestra fuente de ingreso, se pone de lleno a preparar el auto de carrera. Poco a poco, pasándole los elementos de trabajo, fui aprendiendo. En una carrera en Lavalle me invitó a correr con él”.
Y le gustó tanto que no se bajó nunca más del auto. Su primera experiencia como piloto fue por pura casualidad: “Cuando comenzó la temporada de speedway en la cancha de Gimnasia y Esgrima, Alberto me animó para que diera unas vueltas al volante. Me puse el casco, él me ayudó a colocármelos cinturones y subí. Di unas vueltas y Alberto me aseguró que estaba preparada para correr, que me animara. Como en los anuncios figuraba su nombre, cuando se produjo la largada todos pensaban que era él quien estaba al volante. Salí tercera”.
Después de varias carreras, al mes de comenzar, logró un primer puesto. Llegó el otoño y también la temporada de rally. Alberto al volante y ella como copiloto, ganaron varias carreras. Cuando al año siguiente comenzó nuevamente el speedway, en las listas de corredores también figuraba el nombre de su esposo. Ella largó igual.
Claro que no es tan fácil como parece, ya que los otros pilotos eran expertos y ella no. “Tuve que practicar mucho. A la mañana ciclismo y a la tarde automovilismo”, contó Maricarmen. En la temporada 94-95 ya figuraba en los anuncios y ganó el campeonato. No se conformó con este triunfo y, con un poco de coraje y el apoyo de su esposo, comenzó con los desafíos del todo terreno. Aunque la experiencia fue distinta los resultados no variaron, también obtuvo el título en rally. “Me costó bastante adaptarme a un 4x4, es totalmente diferente a un carrozado. Y eso sólo se consigue andando”.