Mariano Donoso: "El cine es una cuestión de fe"

El genial cineasta sanjuanino viene de cosechar elogios por su documental “Radiografía del Desierto” que se lució en el Bafici 2013.

Mariano Donoso: "El cine es una cuestión de fe"
Mariano Donoso: "El cine es una cuestión de fe"

Nos recibe con una sonrisa y tan pronto como lo vemos, sentimos que somos bienvenidos. “Me encanta cocinar, es más,  ya estuve adelantando un poco” aclara entusiasmado e inmediatamente nos cuenta cómo viene el menú. “Elegí preparar pescado con vegetales porque me hace acordar a mi mamá y a algo muy añorado de la infancia, que son las vacaciones. En esa época íbamos a Chile y comíamos pescado todos los días… ¡qué lindo! Me acuerdo que éramos seis y cargábamos una carpa arriba del Fiat 125, porque nos llevábamos hasta los cajones de tomates” (risas). Inevitablemente ese flashback (para ir entrando en la jerga cinematográfica) nos lleva a su infancia en San Juan, su adolescencia exploratoria en Buenos Aires y su posterior desembarco en Mendoza.

Hacia el cine y más allá…

“Cuando terminé el secundario iba a seguir Literatura pero con mis amigos queríamos ir a Buenos Aires en busca de más mundo, de la tan anhelada vida de ciudad. El tema era cómo justificaba irme tan lejos si podía estudiar lo mismo en San Juan o Mendoza, ¡mis viejos me iban a matar! entonces tenía que elegir algo que sólo estuviera allá. Así descubrí la carrera de Diseño de Imagen y Sonido, pero fue muy loco porque me crié en una casa con un televisor en blanco y negro. La videocasetera recién llegó cuando me fui a Buenos Aires, por lo tanto en la previa a mi carrera no hubo videoclub ni nada de eso, es más, conocí los nombres de Federico Fellini, Orson Welles o Woody Allen recién en la primera semana de cursado. Para mí todo era nuevo. De todas formas, si bien descubrí mi profesión casi por accidente, me enganché por completo”, nos cuenta mientras aparece en escena su hija Juli, sólo para darle un abrazo y volver a su mundo, por completo. Aunque esa agradable visita abre una puerta hacia la segunda parte de la historia (y la que más nos gusta a las mujeres, claro). “Terminé la carrera en 2000 y si bien era un pésimo año para hacer cine conseguí una beca del Fondo Nacional de las Artes para el desarrollo de proyectos, entre los que comencé a hacer animaciones 3D con mi hermano (que estaba radicado en Mendoza) y así conocí a mi esposa, Gabriela. Si bien boyé por casi dos años entre Buenos Aires, San Juan y Mendoza, se caía de maduro, ya estaba acá. Y así fue, me quedé”. Ahora nos cierra todo.

Habla y se expresa abiertamente, tanto, que casi no queremos interrumpirlo. Él marca el ritmo de la charla y sin duda está más que justificado, tiene mucho por contar. Nos remite a sus inicios en la publicidad, los contenidos institucionales y sus primeros pasos en el cine. “Siempre hice las películas de forma independiente, hasta ahora, que ya con mi edad buscás los canales adecuados para las cosas que querés hacer. Pero, como en la cocina (haciendo una analogía acertada con el motivo que nos reunió) todo es práctica y experiencia. El estudio te puede servir un poco, el sentido común otro tanto, pero después es probar y probar”. Filosofamos sobre la evolución de los proyectos, las profesiones y la vida en general, mientras se anima a contarnos uno de los secretos de su receta: la pimienta de Jamaica. “No es picante y le da un toque al pescado. Igual en la cocina improviso; en general no soy mucho de seguir las recetas, la comida no tiene la obligación de ser siempre igual”.

-Hablando de improvisación, ¿qué espacio le das dentro de tus proyectos?

-Muchísimo, pero por etapas. La improvisación se da en el momento del rodaje, en el cual es mejor ser intuitivo y experimentar por lados más libres. Ahí si no me niego a nada. Después viene la parte del montaje, que es totalmente cerebral. Me gusta la prueba, pero el proceso es tan complejo que no lo podés hacer de forma intuitiva. Probás, pero con un pensamiento previo.

-¿Tenés alguna obsesión o qué detona tu proceso creativo?

-Si bien mis temáticas no siempre son sociales, lo urgente no me llama. No me interesan mucho los temas periodísticos, la noticia del momento no me va. Lo social tiene un aire distinto y eso me gusta, aunque podría hacer un documental sobre un árbol, máquinas o personas. Como verás, un bagaje bastante amplio.

-¿Qué fue lo que te llevó a instalarte dentro del documental?

-Se dio así desde un principio. Hacer cine de ficción es muy difícil, hacer buen cine, claro. La industria permite que puedas llegar a ser director sin preparación o talento y quizás hasta podés llegar a hacer películas exitosas, lo cual no significa que seas bueno. Ahora, si salís del cine industrial y querés hacer una película que no esté dentro de lo comercial, te das cuenta lo difícil que puede ser llegar a un buen producto. Yo me volqué hacia la temática documental por eso. Nunca hice nada en ficción, pero teniendo más experiencia… quizás algún día.

-En tus trabajos ¿cómo manejás la línea entre ficción y no ficción?

-Si bien en los documentales digitás la secuencia, básicamente no trabajás con actores ni utilizás demasiados diálogos. Lo que hacés es promover una realidad, por ejemplo, yo busco una situación o personaje acorde a su mundo o capacidad para que actúe.

Con esta última referencia, nos trasladamos instantáneamente a “Radiografía del Desierto”, su último documental, presentado en la 15 º edición del Bafici (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente). Tocamos algunos aspectos de su realización pero nos lleva una vez más a la cocina y se concentra en lo que hace. “¡Uy, me está faltando el limón!” añade al estilo científico loco y minuciosamente se lo agrega a cada uno de los rollitos de pescado que armó con paciencia. “El tipo que pensó esta casa quería castigar al que cocinaba ¡hasta el baño tiene más luz!” bromea, mientras nos muestra el resto de la casa y su maravilloso estudio, donde nace la magia. “Como verás trabajo en casa y no me desenchufo casi nunca. Lo que me salva es que tengo una familia que me banca en todas” (su esposa Gabriela y sus hijos, Tomás y Juli).

En medio de la charla, llega su suegra para preguntarle qué postre quiere para el almuerzo, ya que se sumará a degustar lo que Mariano está cocinando. El plato lo amerita. Mientras tanto, vamos un poco más allá. ¿Y con el público local, cómo te llevás? Se ríe. “No mucha gente ve cine independiente y tampoco tiene porqué hacerlo. No tengo esa visión resentida de que tienen que aprender de cine, al contrario, la gente tiene que mirar lo que le gusta. Yo estoy convencido de lo que hago y me muevo en mi mundo. Para mí el cine es una cuestión de fe, de creer realmente en lo que estás haciendo”, concluye con una frescura admirable.

El plato está listo y se ve de lujo. Como la charla está llegando a su fin, vamos hacia las últimas conclusiones. ¿Qué sentís frente al reconocimiento que tuvo “Radiografía del Desierto? “Para ser sincero, prácticamente no me llevo con eso. El proceso es tan desgastante que cuando tenés el famoso reconocimiento, lo ves muy lejano. Ya estás con otra cosa en la cabeza y en el corazón. Te das cuenta que el proceso sirvió, pero pertenece a otro momento de tu vida. Querés liberar ese proyecto y pasar al siguiente. Son como campañas o revoluciones, ya está, lo hiciste. Y como el Che, te vas a otro lado”. Ahora sí, ¡a comeeeeeer!

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