Su voz se parece a un cristal casi a punto de estallar; María Mackern es dueña de un perfil muy bajo, al borde del letargo raya la timidez.
Su imagen, para quienes no la conocen, poco habla de una vida vivida apasionadamente, servicial, de un carácter que se expresa en su determinación con la misma firmeza con la que se forja el hierro.
Deportista por esencia, madre y esposa de deportistas. María, que eventualmente sigue con una rutina de gimnasio para mantenerse en movimiento, es médica pediatra y su especialidad es terapia intensiva.
La jefa en recuperación cardiovascular, del Hospital Humberto Notti, hoy nos cuenta su historia. “Cuando me nombraron jefa del servicio, mi objetivo fue brindarme a los chicos como si fueran mis propios hijos”.
“Es un área en la que las mujeres somos casi mayoría y vivimos nuestro trabajo como si se tratara de una segunda maternidad. Nos ocupamos de cuidar el corazón de los niños, un órgano noble que además sentimientos y emociones”.
“Allí apliqué mucho de lo que había aprendido con el deporte, del esfuerzo, del trabajo en equipo, de los objetivos, de la pasión, de dar siempre el todo y un poco más. Al principio me sorprendí, porque cuando explicaba algo la mayoría de mis ejemplos tenían mucho que ver con el deporte en equipo”, señala la ganadora de la Copa del Mundo 2009 de rafting, en Potrerillos.
Pero no era la palabra “remar”, la que determinaba el escenario, María es una persona abocada a su trabajo y a cada cosa que emprende. Amante incondicional de la naturaleza y del paisaje de Mendoza.
A los 9 años, incentivada por su padre, comenzó a practicar natación. Pero a los 18 años, con el inicio de su carrera universitaria, encontró en el andinismo más que un hobby.
Miembro del Centro Universitario de Andinismo (CUDA), comenzó a disfrutar de las salidas a la montaña y subió al Aconcagua, por primera vez, un año después.
“Había practicado disciplinas individuales, que tenían mucho que ver con la vida al aire libre, con el trabajo metódico, con el contacto con la naturaleza. Yo venía del andinismo, pero el rafting me hizo crecer como persona.
Descubrí el significado del trabajo en equipo junto a ‘Las Grullas’, de entregar un poco más de lo que se tiene. Es un deporte que me apasionó. Además porque es incomparable la sensación de poder navegar por los ríos, de disfrutar del paisaje de la montaña de forma diferente”, agregó María, quien tiene dos títulos argentinos.
En 2009, también se aventuró sobre una tabla de windsurf, para ella fue un momento especial porque compartía las regatas con su hija Celita (quien hoy realiza campaña olímpica), “El objetivo no era competir sino acompañarla, ir detrás y asistirla si hacía falta. Yo estoy muy orgullosa de lo que hace, como también de mis otros dos hijos. El deporte siempre fue un mandato familiar, una forma e vivir con intensidad, de ser feliz”, finalizó Mackern.
El Aconcagua, una aventura contrarreloj
En 2002, María Mackern subió a la cima del Aconcagua en menos de 24 horas. Estableció un récord en ascensos rápidos al coloso de América, una travesía que partió desde la Ruta Internacional N°7 y que fue planificada -al detalle- por su esposo Carlos Tejerina.
“Yo había empezado con mi trabajo, mis hijos eran chicos, y para mantenerme activa hacía salidas a la montaña por el día. Con mi esposo nos turnábamos para cuidarlos. A él se le ocurrió la idea del ascenso rápido al Aconcagua, llegar a la cumbre en menos de 24 horas”, afirmó María, quien ya cuenta 16 ascensiones.
Carlos es instructor de alta montaña y María lo conoció en el CUDA, tiempo después confesaría -sonriendo- que el andinismo también le dio una familia.
“Él diseñó el itinerario, esperamos el buen clima, partí a las 20 junto a Bolino, quien me acompañó para que no caminará sola de noche. Pero desde Nido de Cóndores, mi esposo me acompañó.
Fue un trabajo en equipo. En realidad no podría haberlo logrado sin el apoyo de mi familia”, concluyó María.