La vocación por el teatro estuvo presente en María Eugenia “Pacha” Muñoz desde su infancia en la ciudad de Mendoza, donde vivió, estudió y se casó hasta mudarse a España, a principios de la década pasada.
Hija de un periodista de Los Andes ya fallecido, Roberto Muñoz Lemme, y de una docente y aguerrida dirigente de la educación, Josefina Orozco (77), María Eugenia eligió las artes, la cultura y la actuación sobre las tablas como forma de vida.
Profesora de Arte Dramático de la Universidad Nacional de Cuyo, la profesional, de 55 años, decidió ir a vivir a España hace 13 años con sus dos hijas, Antonella y Georgina, por entonces de 12 y 9 años, respectivamente. Su esposo, Jorge Aveni, las esperaba en el aeropuerto de Barajas.
“¿Por qué decidimos irnos?”, se pregunta esta capitalina de la 5ª Sección: “En aquel entonces se dieron las circunstancias de conocer por fin España, puerta de Europa para quienes hemos estudiado la cultura europea a través del arte.
Para mí, como nieta de europeos, y para mi marido, hijo de italiano, tuvo el sentido de resignificar las raíces en una vuelta en el tiempo y con profesiones que muchas veces necesitan un despegue para crecer (en el caso de mi marido, la escenografía, y en el mío, la docencia artística en teatro)”.
Un tiempo antes del mentado “corralito” de 2001, Jorge, escenógrafo recibido en la UNCuyo, viajó solo y durante 6 meses realizó distintos trabajos en la capital española relacionados con su profesión, vestuario y atrezzo (utilería): instalaciones escenográficas en bares y restaurantes.
“En esa época -agrega María Eugenia- era el boom de los sitios temáticos… Había mucho trabajo en talleres madrileños especializados, cosa que en Mendoza era impensable. Comenzamos una aventura difícil, apasionada y arriesgada con dos niñas pequeñas, nuestro motor para no bajar la guardia y capear el temporal”.
Los Aveni-Muñoz tienen mucho de viajeros por naturaleza, y también de arraigarse en distintos lugares. Durante 7 años la pareja vivió en Río Negro, cuando Pacha dejó el desaparecido diario Mendoza en 1987, para dar clases juntos en un instituto nacional superior de Arte, formando profesores de actuación.
“De regreso a Mendoza, en 1994 -prosigue la entrevistada- quisimos iniciar un nuevo periplo y que las chicas crecieran con sus abuelos y primos y, finalmente, 7 años después, otras circunstancias laborales adversas nos alentaron a cruzar el charco. Ningún camino es sencillo fuera de tu tierra; siempre se echa en falta la lengua madre y su calorcito, la gente que formó parte de tu vida y su cercanía, las brechas de distanciamiento vital irrecuperable: perderse nacimientos, casamientos, cumpleaños, encuentros, olores y sabores, instantáneas de lugares que guardás en la memoria.
Lo positivo es la capacidad constante de readaptarte, de reciclar emociones, crecer en todos los sentidos. El factor suerte es fundamental también en nuestra profesión y esto es imprevisible”.
En lo profesional, a María Eugenia le fue bien, aunque en forma paulatina porque es difícil abrirse paso en el mundo laboral artístico español sin contactos previos. Con 40 años tuvo la suerte de dirigir al poco tiempo de llegar un grupo de teatro en Alcalá de Henares, ciudad en la que vive, y recibir sus primeros premios consecutivos en dirección en tres espectáculos.
“Eso me ayudó -analiza- a darme cuenta que mi lenguaje teatral era comprendido y gustaba, sobre todo al ser distinguida por la puesta de ‘Bodas de sangre’ (de Federico García Lorca), obra emblemática si las hay, por la Federación de Casas de España en Madrid”.
Actualmente, su esposo Jorge es técnico de audiovisuales en el teatro Cervantes de Alcalá de Henares, labor que desarrolla desde 2008, y pertenece al staff del ayuntamiento del mismo nombre; un teatro donde se pasean una vez al año los clásicos españoles más importantes y de la escena mundial.
María Eugenia se ha concentrado en la docencia en oratoria y pedagogía teatral para niños, adolescentes y adultos. Brinda cursos para la Escuela Europea de Oratoria, con sede en Madrid, que dirige la periodista y experta en Oratoria Mónica Pérez.
“En España, a diferencia de Argentina y América Latina, donde somos oradores obligados desde chicos, el arte de hablar frente al público es una materia muy demandada ya que no tienen práctica en la enseñanza oficial”, cuenta la mendocina, que también trabaja en una escuela-taller con novedosas fórmulas de preparación para niños.
"Pacha" tuvo un recuerdo referido a Los Andes, casa laboral de su padre durante muchos años, cuando para este medio pudo entrevistar a Juan Gelman, ganador del Premio Cervantes en 2007, y anteriormente al también desaparecido Tomás Eloy Martínez. "Dos inolvidables momentos aquí en Alcalá", refiere.
Hoy, ha vuelto a otras dos grandes pasiones: actuar y dibujar. Luego de varios años de no pisar las tablas creó un “Cuentacuentos teatral”, donde hace de una abuela que dibuja y narra, acompañada del actor Daniel García y con la colaboración especial de otro mendocino en la asistencia de dirección y movimiento escénico, Marcelo Orueta, y utilería de Jorge Aveni.
Se llama “La máquina de recordar”, con gran repercusión en el público infantil. Proyecta en el mediano plazo publicar cuentos infantiles y para adultos, que tiene en carpeta desde hace años.
Las hijas han seguido los pasos de los padres. Antonella (25) estudia Artes Visuales y Georgina (22) terminó de cursar Filología Inglesa y hace sus prácticas en la editorial Oxford University de Madrid. “Ellas fueron nuestro principal motor para vivir aquí, resistir los obstáculos y terminar adoptando a la bella España como nuestra tierra sin olvidar jamás a la niña de nuestros ojos lejanos, Mendoza”, dice para cerrar la nota.