Margarita

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Luego de tres vuelos para llegar a Venezuela, al aterrizar en Maiquetía tuve la sensación de entrar a un museo aeronáutico, ya que volvía a ver allí muchos aviones de la década del ’60, ’70 y ’80, que ya no son frecuentes en el resto del mundo. Después comprobé que corresponden a una decena de “líneas aéreas” regionales creadas recientemente.

Llegando a Margarita fuimos a la ciudad en una poderosa camioneta y debimos hacer una parada a cargar combustible. Para mi sorpresa, el conductor no pagó, solo dio una propina ya que el combustible no se paga, es un regalo de Pdvsa, como también lo es la energía eléctrica y el gas.

Pude comprobar lo de la electricidad, al ver que los ocupantes de un departamento vecino, habían viajado y dejaron el aire acondicionado funcionando para evitar que la salinidad del ambiente marino arruinara sus muebles.

Al llegar me dieron un fajo de billetes de 500 soberanos, que es la máxima denominación, para que tuviera cambio. Nunca más volví a ver un billete, durante cuarenta y cinco días. Sucede que, para tener el equivalente a un dólar, eran necesarios doce billetes de máxima denominación.

Se ha generalizado el uso del dinero electrónico y el dólar, que avanza rápidamente sobre la moneda local. Quizás de este modo el gobierno de Maduro estima que se hace menos perceptible la inflación.

Sin embargo, esta  se mide bien, comparando el salario mínimo, recientemente elevado a poco más de 40.000 soberanos al mes y un kilo de carne, cuyo precio va de 21.000 a 31.000 soberanos, pero hay señales de que estaría cerca del diez mil por ciento anual.
No había alcanzado a reponerme de la sorpresa de ver grandes afiches con las caras de Bolívar, Chávez y Maduro sucesivamente, con eslogans del peculiar "socialismo" chavista, que está re-escribiendo la historia, del mismo modo que cambió el nombre de Venezuela por el de "República Bolivariana". Era necesario este cambio para que las supuestas frases de Bolívar coincidieran con las postulaciones del populismo.

Cabe acotar que Bolívar era un aristócrata, de la clase dominante, educado en Francia, que conocía  la Revolución y posteriormente  la creación de los EEUU donde estuvo.
Todo esto sucede en un país maravilloso, lleno de riquezas como el petróleo, que debe ser explotado antes de que sea sustituido, o como el turismo, que no llega por la inestabilidad y la inseguridad. Toda la isla está rodeada de grandes edificios con estructura y comodidades que desearíamos para esta zona del mundo, pero… desocupados. Nadie va, porque con el racionamiento de la energía y el agua puede tener problemas de habitabilidad: no poder bañarse, o subir trece pisos por escalera.

Mientras vivía estas “experiencias” y -obviamente disfrutaba de la playa, el buen clima, los shopings (gran cantidad de locales vacíos)-, transcurría la política de obligada observación, ya que es omnipresente en los canales de televisión locales.

Al llegar, el régimen se encontraba muy cerca de su caída, con el Presidente sospechado de tener listo un avión para irse de Venezuela, y los anuncios de apoyo de sus aliados Cuba y Rusia que sonaron más a “quédate donde estás”. Mientras acontecía un golpe cívico-militar donde la oposición había logrado apoyo militar y algunas tanquetas con las que pensaban encender la mecha. Pero fracasó y los insurgentes militares entraron en una nube donde se dijo que habían sido engañados por los políticos opositores.

Posteriormente, dos hechos fueron relevantes: el procedimiento policial en la embajada en Estados Unidos y la presencia de un buque de ese país en aguas venezolanas.  En el primer caso, fueron detenidos funcionarios del Régimen que habían defendido “heroicamente” la Sede y en el segundo, confuso, el barco poco superó la línea imaginaria del límite marítimo, y luego se comprobó que sin intenciones de amedrentar.

Esto provocó que los términos “soberanía” y “lealtad”, estuvieran en todo discurso oficial, y que el Presidente así como su colaborador inmediato Diosdado Cabello, hablaran en forma casi exclusiva, directa a las Fuerzas Armadas y se difundieran por televisión desfiles y actos militares.

Mientras tanto, las continuas manifestaciones de la oposición, son toleradas sin mayores controles, y no tienen la masividad del inicio del año. Sin embargo, el clima de protesta continúa en todos los frentes, sofocado ahora por esta “definición militar”.

En un festejado "lapsus linguae", Maduro manifestó que habían venido a colaborar con la represión 500 militares cubanos, que después justificó, diciendo que eran médicos.
En fin, socialismo a la criolla: todo para el Estado, que yo represento, y reparto dinero  como quiero, mientras declamo que son del pueblo.

Así las cosas, se insinúa un diálogo muy difícil con la oposición. Tan difícil como el futuro en el que habrá que volver paulatinamente a la realidad: comenzar a pagar (de a poco), el combustible y la electricidad y generar seguridad jurídica para que vuelvan las inversiones aunque sean en el turismo. 
Parecido, ¿no?

Miguel Ángel Miquel
DNI 6.898.337

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