Marco Berger: “Llevo la bandera de mis películas con mucho orgullo”

El director acaba de estrenar “El cazador”, que se puede ver gratis en Cine.ar. Esta vez, el despertar sexual de un adolescente.

Marco Berger: “Llevo la bandera de mis películas con mucho orgullo”
Marco Berger: “Llevo la bandera de mis películas con mucho orgullo”

Marco Berger es un director que, con apenas 42 años, ha sabido dar forma a un estilo, con sus temáticas y su lenguaje particular. Puede presumir de lo que pocos pueden: que al ver una de sus películas, uno sepa que es él el que habla.

“Plan B” (2009), “Ausente” (2011), “Hawaii” (2013), “Mariposa” (2015), “Taekwondo” (codirigida con Martín Farina, 2016) y “Un rubio” (2019) son los nombres que lo han hecho conocido dentro del cine de temática LGBT en castellano. Y a ellas se acaba de sumar, desde el jueves pasado, “El cazador” (2020).

Se puede ver de forma gratuita hasta el viernes, en la plataforma Cine.ar Play. Después, desde el 11 de junio, se podrá alquilar en Cine.ar Estrenos.

Marco Berger propone un debate ético sobre hacer lo correcto, tomando como excusa el despertar sexual de un adolescente. Pero además, en este proyecto se anima a un género que no había probado antes, el thriller. Confirmará, en esta entrevista, que la motivación por hacer un filme de esta clase fue el punto de partida de "El cazador".

En la cinta, Ezequiel, un adolescente de 15 años, comienza su despertar sexual en medio de tribulaciones y rechazos por parte de otros chicos. En su búsqueda, conoce a El Mono, un skater que lo seduce. Sin embargo, lo que parece una relación adolescente, comienza a tornarse más oscura luego de que ambos pasaran un fin semana en la casa del primo del Mono. En un comienzo, el skater se muestra esquivo y hasta da de baja su celular. Luego, un mensaje anónimo lo intenta envolver a Ezequiel en una red de pedofilia virtual que pone en debate hasta dónde uno puede intentar salvarse a uno mismo o hacer lo correcto.

Berger habló con Los Andes sobre el filme, que protagonizan Juan Pablo Cestaro, Lautaro Rodríguez, Juan Barberini y Patricio Rodríguez.

-Una pregunta un poco obligada, ¿qué podés contar sobre tu aislamiento? ¿Dónde te agarró la cuarentena? ¿Es posible encontrar inspiración en un momento así?
-Con respecto al aislamiento, la verdad que no lo tomé de una forma tan terrible. Al principio ordené un montón, leí… obviamente, como todo el mundo, pensé que iba a ser mucho más corto, pero bueno… me ayudó para organizar un montón de cosas. En cuando a la inspiración, me pasó que sentí que de pronto tenía una apertura de tiempo enorme y ahí me puse a escribir un par de proyectos futuros, un guion, así que no me puedo quejar con lo creativo. Cuando fue avanzando la cuarentena, como todos, hay días en que estoy más raro, me canso, pero en general entiendo totalmente la situación, por lo que me quedo en casa.

-¿Tenés algunas ideas sobre cómo cambiará esto en la forma de hacer cine de ahora en adelante?
-Yo no creo que cambie mucho la forma de hacer cine de acá en adelante. Creo que va a cambiar en los próximos seis meses, obviamente. La gente que tenga que volver a los rodajes tendrá un protocolo, pero no creo que el coronavirus se quede para siempre. A lo sumo, en el peor de los escenarios, la pandemia estará ahí de forma leve un año y medio, hasta que se desarrolle la vacuna, y volveremos a la normalidad. Creo que la forma real de hacer cine no va a cambiar, porque esto no va a ser eterno.

-Por suerte, venías con proyectos en el tintero, como "El cazador". Te solemos emparentar con un cine LGBT de historias románticas, pero acá entrás de lleno en un filme duro y hasta escabroso, con temas muy fuertes tocados pocas veces en el cine. ¿Cuándo es que surgió tu necesidad de abordar este submundo de internet?
-En realidad la idea no fue trabajar el submundo de internet, sino que esa es la gran excusa.  Es la excusa que usa la película para hablar de la ética propia: saber discernir entre lo que está bien y lo que está mal. Cuando uno hace cine tiene ganas de moverse entre los géneros, sabía que tenía que jugar con el thriller y el terror. Y desde ese lugar tenía que encontrar un enemigo fuerte para el personaje protagónico y a partir de ahí se me ocurrió esto.

La idea la saco de un caso que hubo a principios de 2000 sobre un tipo que fue preso porque con un compañero  captaba chicos adolescentes para fiestas. Entonces, desde ahí nace. Principalmente la idea fue trabajar el género, y una vez que decidí eso tuve que ver cuál era el peligro que me servía para la película y empecé a inventar el drama.

-¿En dónde estuvo el principal desafío en esta película: la preparación actoral, la producción, el guion...? ¿Te planteó alguna clase de dilema moral o en los límites de la representación?
-Creo que el desafío fue el guion, porque tenía que darle una estructura muy fuerte. Creo que así es en toda película: la fortaleza del guion hace que después la película sea más fácil de trabajar. Hubo desafíos de producción, porque hubo que ajustarla a la plata que teníamos, porque es una película chica.

Y después sí, se me planteó un dilema, que lo resolví desde el guion: en mi caso, que trabajo mucho el homoerotismo, la desnudez, el sexo y el cuerpo masculino, quise hacer una película donde eso quede bastante escondido y que lo principal, o el foco, estuviera puesto en otro lugar. En lugar de hacer una película polémica, que llame la atención, porque podría haber contratado actores de 18 años que parezcan de 14 y que tengan sexo, preferí hacer otra cosa. Me parecía que eso lo único que iba a generar iba a ser polémica, y que se discuta sobre eso. Es más, la discusión iba a ser sobre si estaba bien o no, porque hubiesen aparentado menores. La idea era hacer un planteamiento sobre la problemática de forma inteligente, y la única forma de hacerlo iba a ser proteger a los que representaban a menores en la película.

-Debido a la crisis sanitaria, las películas argentinas producidas por el INCAA alteraron su estreno y pasan directamente al streaming, ¿cómo ves la "socialización" de la cultura que hay por efecto de la pandemia?
-Con el estreno en la pandemia me adapté perfectamente, no me cambió demasiado. Me hubiese encantado que estuviera en cine, porque las películas están hechas para estar en sala, pero hay que entender la situación. Hice muchas películas, y a ésta  le tocó en suerte que se estrene en el living de la casa. Lo positivo es que mucha más gente la va a ver, porque se vuelve más federal: la van a ver al mismo tiempo en un montón de provincias. Y un montón de gente que también quiere ver tus películas pero llega el viernes, está cansado y no le dan ganas de salir. Cenás y la ves.

-Desde los inicios de tu carrera la crítica destacó tu talento para generar climas de tensión homoerótica e incluso hablan de tu plano bulto como una marca registrada. Pero como contraparte, las personalidades así de fuertes corren riesgo de enjaularse en su estilo, ¿te sentiste alguna vez preso del estereotipo o quisiste correrte de lo que la gente quiere ver en tus películas?
-La verdad es que no me molesta mucho el encasillamiento. Sí me molesta que la gente no termine de entender. Siempre el cine es una postura política, o uno trata de que la gente cambie la forma de pensar. Por ahí la gente no termina de entender que no es cine orientado a un público específico, sino que es cine para todo el mundo.

Pero sí tengo mi propia mirada. Si uno ve películas de Woody Allen sabe lo que va a ver: dramas de la clase media newyorquina, gente neurótica, y eso me encanta y a la gente le encanta, pero nadie cree que va a ser neurótico por ver una película suya.

En el caso mío, todavía hay un prejuicio: que si alguien ve una película mía puede quedar en el círculo de amigos el bullying o el chiste de que mis películas son gays y si las ves también lo sos. Pero bueno, supongo que se va a ir modificando.

Me parece que ser bueno en algo específico está bien, aparte las películas las hago para mí, y también creo que el 90% del cine tiene que ver con una mirada desde la heteronormatividad y el patriarcado, y que haya un 10% con una mirada totalmente diferente está bien. Llevo la bandera de mis películas con mucho orgullo.

-Leí que todavía tenés pendiente estrenar un documental con el realizador Martín Farina ("Taekwondo", "Mujer nómade"), ¿qué podés adelantar de eso?
-Justamente el documental con él lo estoy terminando de montar en estos días. Seguramente tengamos que trabajar un poco más cuando pase la pandemia, para ir retocando, pero ya casi está terminado.

De todo el trabajo que hicimos con Martín salieron dos películas, que son películas hermanas, cada una con una mirada propia sobre el carnaval. Yo, con mi parte, estoy muy conforme. Creo que es un reflejo muy bueno de lo dionisíaco del carnaval de Gualeguaychú.

La fiesta, el descontrol, el universo de alcohol, de los hombres que se maquillan y se ponen plumas, de los permisos, del quilombo, por así decirlo.  Es una película divertida, ágil, y  si nunca fuiste, creo que es un buen retrato de cómo se mueve Gualeguaychú en el verano. Si todo sale bien, la estaremos presentando en festivales a fin de año o principios del que viene. Dependiendo de la suerte, estaremos estrenando el año que viene.

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