El Día Internacional de los Trabajadores se vio marcado ayer por los choques entre manifestantes y policía en Estambul y el desfile con tintes patrióticos celebrado en la Plaza Roja de Moscú.
La policía turca impidió con un despliegue masivo, cañones de agua y gases lacrimógenos la concentración de manifestantes prevista en la plaza Taksim de Estambul, declarada zona prohibida por las autoridades desde las masivas protestas de la oposición el año pasado. Los choques se prolongaron durante horas, con un saldo de 90 heridos, según el gobernador de Estambul, que anunció 143 detenciones. También se produjeron incidentes en Ankara.
En Rusia la jornada tuvo un tono totalmente distinto, marcado por la crisis en Ucrania y el pulso que sostiene el gobierno de Vladimir Putin con su vecino y los países occidentales. Más de 100.000 personas desfilaron por la Plaza Roja, la primera vez desde 1991, un paso más en la recuperación de las celebraciones al estilo de la Unión Soviética de parte del régimen.
"Estoy orgulloso de mi país", "Putin tiene razón" eran algunos de los lemas en las pancartas de los manifestantes, acompañados de miles de banderas rusas.
La adhesión de los presentes al gobierno fue total, y los discursos ensalzaron la decisión del gobierno sin precedentes de anexionarse la península ucraniana de Crimea, tras unos polémicos incidentes y un referéndum cuyo resultado no fue aceptado por la comunidad internacional.
Unas 60.000 personas desfilaron en Simferopol, capital de Crimea, con banderas y retratos del presidente ruso. Por el contrario, Kiev exhibió una movilización escasa, con 2.000 a 3.000 personas que se reunieron para gritar en favor de la unidad de Ucrania.
Europeos contra la austeridad
España, que empieza a salir tímidamente del marasmo económico y sigue minada por un desempleo récord, salió a la calle bajo el lema "Sin empleo de calidad no hay recuperación".
Miles de personas marcharon en unas 70 ciudades españolas, donde los sindicatos denuncian la precarización laboral.
En Francia, los sindicatos protestaron contra el plan de recortes de 50.000 millones de euros anunciado por el primer ministro, Manuel Valls.
A menos de un mes de las elecciones europeas del 25 de mayo, el ultraderechista Frente Nacional presentó su tradicional desfile como una "demostración de fuerza" para confortar su dinámica en los sondeos, que lo colocan primero o segundo, emparejado con la derechista UMP, en la oposición.
En Grecia decenas de miles de personas se manifestaron contra la austeridad y por una Europa social, recordando que la riqueza es "el fruto de los esfuerzos de los trabajadores". En Italia, donde el presidente del Consejo, Matteo Renzi, prometió devolver la confianza a los italianos, que salen apenas de más de dos años de recesión, estallaron enfrentamientos entre la policía y los manifestantes en Turín.
En Marruecos decenas de miles de personas salieron a las calles, en particular en Rabat y Casablanca, para pedir mejoras sociales al gobierno del primer ministro Abdelilá Benkiran, islamista, a pesar de que había anunciado la víspera un aumento del salario mínimo.
Las celebraciones del 1 de mayo se vieron perturbadas también en Camboya, donde los sindicatos llamaron a apoyar a los obreros textiles en huelga en dos zonas económicas especiales cerca de la frontera con Vietnam. La mayoría de los trabajadores de este sector vital para la economía camboyana, que da empleo a 650.000 personas, ganan menos de 100 dólares mensuales.
En el emirato de Qatar, donde no se celebra el 1 de mayo, el gobierno se declaró "comprometido moralmente" con los derechos laborales de los extranjeros, que de forma masiva asumen la construcción de los estadios y edificios relacionados con el Mundial de 2022.