Hace diez años había hecho la última apuesta fuerte por la fruticultura. Había armado un galpón de empaque con tecnología de primer nivel -incluidas cámaras frigoríficas-, e incorporado camiones con capacidad para transportar cargas refrigeradas.
Su abuelo había iniciado el negocio en el Este de Mendoza, donde lo continuó su padre. Aunque siguen juntos, él asumió la dirección, y hace seis años tomó una decisión difícil. Marcelo Valot resolvió comenzar a erradicar los montes frutales y producir carne bajo riego. Hoy, asegura que no daría marcha atrás.
-¿Qué lo llevó a dejar de lado la fruticultura?
-El negocio no daba para más. Por varias razones. Son producciones muy expuestas a las contingencias del clima; los ingresos tienen variaciones muy bruscas entre una temporada y son muy sensibles a las malas políticas. No sólo en lo comercial, por ejemplo, los gobiernos que hemos tenido nos han puesto tan “de punta” a la patronal con los empleados que es muy difícil tratar con la gente. Es lamentable, porque eso desalienta a las producciones que demandan más mano de obra.
-¿Por qué se volcó a producir carne?
Hace seis años, el panorama no era el mejor para la producción ganadera. Pero siempre estuvimos convencidos de que la gente no va a dejar de comer carne, y sí dejó de comer postre. Todo el mundo consume carne. El que puede más comprará filet, y el que puede menos va a comprar osobuco. Se venden hasta los huesos para los perros. Por eso fuimos arrancando los montes frutales y poniendo verdeo, para producir carne bajo riego.
-¿Entró directamente en el eslabón final de la cadena de la carne?
-En realidad empecé con un rodeo de cría, en la estancia que tenemos en La Paz. Hace un tiempo me deshice de los vientres, porque veía que era mejor negocio hacer recría, es decir, comprar el ternero de 150 kilos y llevarlo a 250 ó 270 en el campo, para después terminarlos.
-¿Pero está recriando con pastura natural?
-Es que en ese campo tenemos 60 hectáreas niveladas y tres pozos. Eso nos permite sembrar maíz y sorgo, y avena y centeno en invierno, como complemento del pasto natural, que se da bastante bien en esa zona, ya que estamos sobre la autopista, 10 kilómetros al oeste del ingreso a La Paz.
-¿De ahí, entonces, pasó a la etapa del engorde?
-En principio, la idea era hacer solamente recría, y después decidí dar un paso más. Porque mis amigos que tienen engorde me hicieron ver que uno tenía el animal encerrado, ya le había “enseñado” a comer, le había hecho la sanidad completa, había hecho la parte más difícil, y lo vendía con 270 kilos cuando podía venderlo con 400. Por eso hace un año y medio empecé con el feedlot. El proyecto funciona.
La producción de carne bajo riego es un negocio que veo, cada día, más rentable. Que el animal esté encerrado, aumentando 1 kilo o 1 kilo 200 por día, es rentable.
-¿Eso lo llevó entonces a erradicar los montes frutales para producir forrajes en la finca de Phillips?
Así fue. De hecho, estoy terminando con los frutales y sigo con los viñedos. La uva para consumo en fresco la saqué hace tiempo. Me está quedando la uva para vinificar, y se va también. Es que, en el negocio del vino, hay tres o cuatro que se quedan con la plata de los productores. Con los 3 pesos que pagan el litro de vino, uno entra a un quiosco y le dan dos caramelos.
-¿Cómo está repartida la producción en la finca?
-De las 110 hectáreas tengo cerca de 50 afectadas al cultivo de forrajes. Hay 22 hectáreas con avena. Eso se pica todos los días -la ración necesaria- y se entrega en el comedero. Se podría hacer pastoreo directo o picar y ensilar también. Pero como tengo la maquinaria, voy picando el consumo diario.
Hay 7 hectáreas permanentemente con alfalfa y ahora hemos sembrado 16 hectáreas de trigo, que también lo vamos a picar. A partir de fines de octubre, cuando hayamos terminado de picar la avena y el trigo, en esas casi 40 hectáreas vamos a hacer maíz.
-¿Cuántos animales hay encerrados en este momento?
-Ahora tenemos 700 y estamos negociando el ingreso de otros 800 la semana que viene. En los últimos meses hemos agrandado al doble la capacidad de encierre. Esta semana ya terminamos de ampliar los corrales. Es que falta carne todos los días. Nos llaman de todos lados pidiendo animales terminados. Tenemos clientes que traen mucha hacienda de Río Cuarto, de Villa Mercedes, pero cuando hay animales gordos en Mendoza (o ven la posibilidad de terminarlos acá) prefieren sacar de acá los animales para faena.
-¿Ustedes están engordando hacienda propia o prestan servicio de hotelería?
-Las dos cosas. Ahora estamos prestando el servicio, y el mes que viene vamos a comprar algo de hacienda. Por ahora, estoy casi completo con la hotelería. En cualquier caso, el número cierra. Se complica un poco para el que tiene que comprar toda la comida, pero cuando se puede producir buena parte del alimento, cierra. Porque lo más caro es el costo en flete.
Perfil
Marcelo Valot (40). Hasta hace pocos años representaba la tercera generación de una tradicional familia de fruticultores del departamento de Rivadavia.
En la finca enclavada en el distrito Phillips, la empresa familiar estuvo abocada, durante décadas, a la producción, empaque y comercialización de frutas frescas. Sin embargo hace seis años se volcó a la recría y el engorde de ganado vacuno, y sumó el cultivo de forrajes en la misma finca y en un campo de La Paz.