Santiago Murray (Gonzalo Heredia) regresa a Buenos Aires tras diez años de ausencia. Ahora es sacerdote. Tras su larga estadía en España vuelve al barrio de su infancia a ponerse al frente de la capilla. Pero un día en el confesionario entra el psiquiatra Patricio Branca (Carlos Belloso) y le confiesa que ha matado y lo seguirá haciendo.
Tiene una lista de personas que asesinará "para limpiar a la sociedad". En el medio de los dos, se inmiscuye la abogada Clara Aguirre (Eleonora Wexler), una secretaria de la Fiscalía que tomará a su cargo la investigación de los asesinatos y que también es una ex novia del sacerdote, al que éste abandonó sin ninguna explicación.
Sin poder contar a nadie de los crímenes por el "sigilo sacramental", pero sabiendo que su silencio podría significar más asesinatos, Santiago está en una encrucijada: para no pecar por omisión, el sacerdote deberá hacer algo para detener a Patricio, un dilema parecido al párroco que interpreta Montgomery Clift en la clásica "Mi secreto me condena" (1953), de Alfred Hitchcock.
Ésta es la trama argumental de la ópera prima del mendocino radicado en Buenos Aires, Marcelo Páez Cubells, que ayer se estrenó en salas de todo el país, luego de cuatro años de espera entre el guión y la pantalla.
En retrospectiva, Páez Cubells, que se fue a los cinco años de la provincia junto con sus padres, debutó en 2009 como guionista en la película de animación “Boogie el aceitoso”, de Gustavo Cova.
Antes, en los años 90, Marcelo se había ido a estudiar cine a Los Ángeles, donde filmó varios cortos y escribió algunos guiones.
-¿Cómo surgió el guión de “Omisión”?
-Escribí la historia durante mi estadía en Los Ángeles. Siempre me había interesado el tema de los asesinos seriales, eso de saber cómo funciona la mente de un tipo que mata. Nadie se levanta de un día para otro y comienza a matar. Todos tienen, de alguna manera u otra, una justificación para sus acciones. Por otro lado, soy católico y la idea de la confesión me había llamado la atención. Mezclando esas dos observaciones, surgió “Omisión”.
-¿La cinta es sobre el pecado de omisión?
-Sí. La película gira en torno a ese pecado, claramente identificado con el hecho de no hacer algo bueno por alguien cuando pudiste hacerlo, o las cosas que dejamos de hacer que pueden lastimar a otros. Esta historia nace de dos preguntas: primero, qué lleva a alguien a matar y, luego, cómo reacciona una persona que escucha un secreto muy grave y no se lo puede contar a nadie. En ambos casos comparten un código que es no poder hablar, por una regla hacia el cliente, creyente, paciente (el cura, el psiquiatra, incluso la abogada que personifica Wexler). En la historia son dos personajes enfrentados, pero se presentan como dos caras de una misma moneda.
-¿Cómo fue la búsqueda del elenco?
-En setiembre del año pasado, una vez que empezamos la preproducción, se barajaron los nombres de los actores protagónicos. En esas reuniones se me ocurrió llamar a Gonzalo Heredia. Y cuando veas la película vas a ver que Gonzalo se comió el personaje del sacerdote Santiago Murray. Hizo un trabajo para mí espectacular. Se metió de lleno en el dilema del cura. Lo mismo pasó con Patricio, el asesino que compone Carlos Belloso, uno de los mejores actores del país. También con Eleonora Wexler. A los tres intérpretes principales les mandamos por algún intermediario el guión y luego de unos días ellos mismos nos confirmaron que querían hacer la película.
-¿Cómo fueron elegidas las locaciones del rodaje?
-Fue un rompecabezas. Hay secuencias en el barrio de Piedrabuena, Soldati, Vicente López, San Isidro y partes de Belgrano y Palermo. También en provincia de Buenos Aires. El guión requería un lugar sobre todo como Piedrabuena, con esos monoblocks bastante particulares. Para mí, esto de buscar las locaciones fue toda una experiencia. Eso de ver que lo que está escrito se sincroniza con objetos reales.
-¿Cómo te sentiste en el rol de director?
-Eso deberías preguntárselo al equipo de rodaje... (risas). Creo que el cine es la colaboración de mucha gente, si bien por ahí se usa decir que “ésa es la visión del director”, pero en realidad es la visión de todos porque el director, por sí solo, obviamente no podría hacer nada sin el director de fotografía, sin el sonidista ni los actores. Es un arte colectivo. Pero me parece que tenés que estar abierto a cosas nuevas que van surgiendo mientras vas rodando. Tenés que aprender a no encapricharte con algo que está demasiado enredado y encontrar la mejor solución posible durante las dificultades que se te presenten. Para mí, de todas maneras, “Omisión” quedó muy parecida al guión que había escrito.
-¿Cómo trataste con los actores las escenas violentas?
-Hay un desnudo justificado en la película. A la chica que lo hizo le ofrecí limpiar el set, es decir que no hubiera nadie más que la cámara para lograr una atmósfera más íntima, pero no hizo falta. Era toda una profesional. Por otro lado, las escenas violentas estuvieron muy bien coreografiadas. A Gonzalo le dibujamos tatuajes y le pusimos una campera de cuero con 40 grados de temperatura en pleno diciembre. También jugó al fútbol con jeans y se sometió al frío más bajo y distintas lluvias artificiales. Pero, así como el resto del elenco, en ningún momento se quejó. Su comportamiento fue el de un gran profesional.
-¿Cómo fue explorar el thriller policial?
-A mí me gusta el cine por sobre todas las cosas. El cine es para entretener y para contar una buena historia. Dicen los intelectuales que en el mundo hay sólo siete historias. Dicen los escritores que ya está todo contado. Lo diferente sería ver cómo las contás, de qué manera más original podés resolver una historia.
-Pero de todas maneras, el thriller tiene sus reglas preestablecidas, ¿no?
-Una de las reglas de las películas de suspenso es intentar llevar a la audiencia por el mismo camino que tiene, o sufre o transita, el protagonista. Que vayan descubriendo ambos las cosas al mismo tiempo y que la audiencia quede envuelta en la misma incertidumbre que los protagonistas. Ésta es la regla número uno del thriller.
Más figuras
Otro actor de peso en el elenco de “Omisión” es el veterano Lorenzo Quinteros en el rol de Carlos Robledo, el sacerdote a cargo de la capilla donde llega a trabajar Santiago Murray, pero que además lo conoce desde pequeño y es su figura paterna y mentor.
El equipo de actores de la película se completa con las actuaciones de María Fernanda Callejón y Marta González.
Se estrenó ayer en Mendoza y en otras 13 provincias argentinas.