Salir de la provincia y del país siempre es para uno algo que te llena de expectativas.
Llegamos a tocar y a presentar canciones a otra cultura que es totalmente distinta a la nuestra.
Es una alegría viajar y sobretodo hacerlo con la música, poder compartir con los demás, conectarse culturalmente y aprender de las vivencias de otras personas.
Cuando salgo de la provincia no me siento un representante. Me doy cuenta de esto cuando me lo preguntan, en realidad eso lo hago sin querer. Uno va a mostrar y a compartir a través de las canciones nuestras formas de vida. Que se produzca un intercambio es algo que se genera espontáneamente.
Sin tomar conciencia de que voy a representar a la cultura de Mendoza y la cultura huarpe también, de igual manera me da mucha responsabilidad y a la vez mucha alegría el poder hacerlo. Uno no va a ir a decir cosas que no sabe y que no vive.
Nosotros. No yo, sino la comunidad huarpe, tenemos toda una historia que actualmente es de todos los mendocinos, porque tenemos una cultura que viene con esas raíces. Más allá de que uno tenga sangre con ascendencia europea, nació en Mendoza, al lado de la cordillera. Tiene una cultura colombina: en este caso, de los huarpes.
Si bien es cierto que muchas de nuestras cosas están invisibilizadas o escondidas, hemos tenido nuestro banque. Desde la reforma de la Constitución del año 1994, se nos reconoce jurídicamente y hace que tengamos una herramienta legal y muy fuerte para poder luchar con un poquito más de igualdad de condiciones. Pero todavía faltan muchas cosas.
Muchas veces los mendocinos no saben qué responder cuando preguntás cuál es el pueblo originario de nuestra provincia, de la región de Cuyo o de la zona oeste de nuestro país. Es un trabajo que hacemos en las escuelas durante todo el año con muchas charlas con los docentes. Pienso que hay avances, pero lo que falta en las distintas gestiones es voluntad política. Una cualidad que hay que tener.
La visibilidad de los pueblos originarios que existen con la música es parte de mi forma de vida. Cuando no estamos viajando por eso, estamos acá trabajando con las dificultades que tenemos con respecto a las invasiones en el campo. Es una lucha que se mantiene permanentemente. Aparte de la música, soy docente en esta área y trabajo en el COSE hace muchos años, en una fuerte relación a estos propósitos.
Las principales barreras son las impuestas por este sistema capitalista traído por los europeos hace tiempo. Justamente, el sistema no respeta las formas tradicionales de vida que tenemos, que son comunitarias. Cuando hacemos el reclamo de las tierras, el sistema lo ve como un reclamo de un bien inmobiliario. En nuestro caso, reclamamos una parte de nuestra filosofía de vida. De ahí se generan luchas y faltas de entendimiento de este sistema, porque somos una cultura dentro de muchas otras.
La autogestión, como en las peñas y en las comunidades, nos da la fuerza y hace que luchemos contra estas situaciones por fuera del sistema, a través de nuestras posibilidades y nuestra propia organización.
Las transformaciones personales son espirituales, y siempre tienen que ver con intentar que no te afecte el ego y fortalecezcan las convivencias con el respeto de los demás. Es algo de todos los días.
Un nuevo año nos agarra con el trabajo en un nuevo disco como motivo movilizador de esta primera etapa. Un trabajo colectivo, con directores musicales y grandes artistas, harán que sigamos con la misma línea del álbum que está en plena preproducción.
Cada canción tendrá su instrumentación particular y no se parecerán a los dos discos anteriores. Tiene que ver con que uno cultural y espiritualmente no está estático. Te movilizás, vas moviendo cosas, experimentando y descubriendo, consiguiendo una sonoridad distinta.
He tenido la gran suerte de compartir con grandes músicos con caminos distintos: no estaremos en el folclore tradicional, pero lo que encontramos son cosas hermosas. Canciones nuevas, encuentros para compartir y conocernos a través de la música, dan ganas de seguir explorando y recorriendo.