Marcelino Altamirano se moviliza lentamente aferrado a su bastón que lo acompaña desde hace más de 10 años. Se trata de uno de los más importantes ex delincuentes de Mendoza con una historia de la que pocos están al tanto. Se ha hecho más conocido como benefactor a partir de la Casita Puente Afectivo que comanda desde 2000 y que se dedica a rescatar a niños en situación de calle. Como lo fue él alguna vez.
1 ¿Dónde y cuándo nació?
El 31 de julio de 1949, en Villa Jovita, Godoy Cruz; éramos cinco hermanos. Mi papá era guardabosques y mi mamá ama de casa. Una familia humilde que vivía en el bosque que había al sur del Parque San Martín.
2 ¿Qué recuerda de su infancia?
Era un pendejo que me las mandaba. Era incontrolable para mi madre. Abandoné la escuela en segundo grado y la retomé en la cárcel, de grande. También fui caddie del Golf Andino. A los 12 años me fui solo a Buenos Aires en tren y me quedé en la Villa 31 de Retiro por meses; era casi un chico de la calle. Después volví a Mendoza.
3 ¿Cuándo cae por primera vez?
A los 12 años en el Instituto para Menores San Martín, en Buenos Aires. Por robo. Allí se vivía mucho la violencia institucional, los malos tratos de los guardias para con los chicos detenidos. Algo que sigue hasta hoy: los menores salen peores que cuando entraron.
Pero el primer golpe importante fue contra un camión de mercadería en Capital Federal; eran golpes sociales no delictivos ya que les dábamos todo a la Villa 31, donde trabajaba el padre Carlos Mujica, a quien tuve el gusto de conocer. Yo me metía en eso por la chapa que te daba, por las chicas. En esa época me decían El Chino Mendoza en Buenos Aires. Trabajaba para una fracción de la JP de fines de los años 60.
4 Luego dejó los golpes sociales por los delictivos…
Tal cual. Fue cuando me di cuenta de que en esos asaltos muchos se quedaban con vueltos, y a partir de los conocimientos que había adquirido, me junté con delincuentes comunes y famosos como el "Porras" (Miguel Ángel Dacosta, considerado enemigo público número uno para fines de los 60) e hicimos un asalto a una joyería de Corrientes y Esmeralda, donde ocurrió un tiroteo en el que murió un policía, al que no maté yo. Allí, antes de los 18 años, caí detenido en la cárcel de Devoto.
5 ¿Después qué pasó?
Después de Devoto estuve en las cárceles de Casero, Olmos, Chaco Neuquén; se puede decir que conocí casi todas las cárceles. Hasta que quedé libre por la amnistía del presidente Cámpora en 1973.
6 ¿Cuál era su impulso para delinquir?
Tenía berretines, quería chapa y era joven: una mala mezcla. Los ladrones "viejos" de esas épocas tenían otra mentalidad. En las cárceles ellos mandaban, mandaba la experiencia y si te tenían que dar un bife para que te ubicaras, te lo daban. En Buenos Aires conocí a Jorge Villarino y recuerdo que siempre iba a verlo Leonardo Favio a la cárcel. Era de la crema delictiva; aprendí mucho de ellos.
7 ¿Cuál es su golpe más recordado?
La mañana que asaltamos tres bancos a vez en Mendoza. Fue el 20 de agosto de 1974, cuando tenía 26 años. Robamos un banco en Godoy Cruz, otro en Dorrego y caímos cuando hacíamos el tercero, en Rodeo de la Cruz. (N del A: el hecho no registra precedentes en la historia delictiva nacional). Muchos creen que ese golpe fue 'pensado' aunque en verdad se nos ocurrió la noche anterior, pero sí fue el más osado de mi vida. Ahí caí preso.
8 ¿Qué hacían con la plata?
Nosotros teníamos la regla que después usaron las superbandas como la del gordo Valor: quedarnos con algo del dinero y destinar el resto a los familiares de los colegas que estaban presos. Mucho del modus operandi que luego adoptaron las "superbandas" eran nuestros.
9 ¿Cuál fue la suma más grande que tuvo en su poder?
Cinco millones de dólares después de hacer dos blindados en 1984. La plata no era toda mía, claro, pero sí estuve frente a esa suma de dinero. Y una vez, que nos pasaron un mal dato, hicimos un camión de caudales en el camino de Buen Ayre y resultó ser que venía con -decirte ahora- cinco mil pesos en monedas, ¿podés creer? (risas).
10 ¿Cuántos años estuvo preso en total?
Veintiocho años. Hoy tengo 66.
11 ¿Cuándo hizo el click para salir del delito?
Este un mensaje que me gusta dar: el que si uno quiere, puede. La llave para salir de eso la encontré en una huelga de hambre en la cárcel local, donde, siempre digo, tuve un encuentro con Dios. Allí conocí dos pilares fundamentales de mi vida: el padre Jorge Contreras y el padre Roberto Juárez. Yo siempre digo que estaba libre espiritualmente aun estando preso. Después logré la libertad total, que me sirvió para nunca más reincidir y comenzar con la Casita Puente Afectivo, que es con lo que sigo hasta hoy.
12 ¿Por qué reincide un preso?
Bueno, por varios motivos, básicamente porque las políticas de encierro son muy malas y viejas. Nosotros en la Casita tenemos un 70 por ciento de chicos que entraron y se recuperaron. Desde el Estado no se hacen las cosas bien: hay mucha violencia institucional contra los chicos. Mucha burocracia que se ve en los escasos o nulos logros; los menores salen peor que cuando entraron. El año pasado tuvimos un chico que fue abanderado en la secundaria y ahora trabaja en YPF, todo lo que necesitaba ese menor era una oportunidad.
13 ¿En qué ha cambiado el delincuente actual con el de su época?
Ahora no hay delincuentes como los de antes, ahora son todos poliladron (ladrones que actúan en connivencia con la policía). También se ha metido mucho la droga en los barrios y aparecen los "soldaditos" que antes no existían. Donde el Estado desaparece aparece el narco. La solución de fondo es ir a buscar a los grandes narcos que abastecen a los quiosquitos, no a los pobres de las villas. Los narcos no viven allí, viven en barrios privados. Hay políticos importantes de Mendoza que protegen a esos narcos; y casi todos saben quiénes son.
14 ¿Por qué casi no hay asaltantes de bancos o de caudales?
Porque para hacer esos golpes no podés ir drogado; tenés que estar lúcido. Hoy hay pequeños ladrones que matan por un par de zapatillas y roban casas de las que se llevan un botín ínfimo porque no les da la cabeza para otra cosa.