El argentino Sergio “Maravilla” Martínez anunció su retiro oficial via Twitter desde Canastota, Nueva York, en donde asistió como invitado especial a la inducción de los nuevos miembros del Salón de la Fama del boxeo mundial.
“Gracias por todo, aquí termina una etapa de mi vida. Estoy oficialmente retirado. Hasta la victoria siempre”, dijo Martínez en su comunicado.
El retiro de Maravilla Martínez marcará una época para el boxeo argentino y latinoamericano, ya que con él se cierra un momento único, una parábola de vida y una historia diferente.
Los números dicen que Maravilla, a los 40 años, se va con un record de 56 peleas efectuadas, de las que ganó 51, 28 de ellas antes del límite, con 2 empates y 3 derrotas de las cuales dos fueron antes de lo pactado (Antonio Margarito y Miguel Cotto) y una caída por puntos ante Paul Williams, o sea que los tres fueron campeones mundiales. Maravilla nunca fue derrotado en Argentina…
Fue campeón mundial de los pesos medianos del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) dos veces, sin haber perdido la corona en el ring. Primero, cuando venció a Kelly Pavlik (17 de abril, 2010, por puntos) y luego cuando, tras haber dejado la corona a pedido del propio CMB, debió volver a pelear por ella ante el mexicano Julio César Chávez, reconocido como campeón.
Ese combate se realizó el 15 de septiembre de 2012 en Las Vegas. Una pelea que fue, también, una caravana mediática impresionante. Los duelos verbales entre ambos y la carga psicológica que Martínez descargó en los dos Chávez, padre e hijo, culminó en el ring de Las Vegas, cuando Maravilla ganó casi todos los asaltos de la pelea.
El último, cuando anduvo por el suelo, le confirió a la pelea un matiz dramático extraordinario, porque permitió ver a un Martínez orgulloso y campeón que, en lugar de amarrarse, prefirió pelear hasta la campanada final. “Ese último round justifica una revancha”, nos dijimos todos, sin saber que, en realidad, el ciclo se estaba cerrando.
Aquella noche de Las Vegas fue el canto del cisne para el boxeador argentino, que nunca más volvió a ser el mismo. Problemas en las manos y básicamente en la rodilla derecha marcarían un inexorable y no deseado final.
Para ese momento, Maravilla venía de acaparar todos los comentarios y de aparecer en todas las pantallas de la televisión.
Se convirtió en una celebridad en menos de un año, cuando participó en el programa de Marcelo Tinelli –el show más visto de la televisión argentina- en un concurso de baile. Eso le sirvió para llegar al público femenino. Y conquistarlo: elegante, buena presencia, un manera ligeramente madrileña para hablar, anteojos para tener un toque intelectual y por supuesto, un físico atlético.
Fue una jugada muy bien pensada, porque Martínez con todas sus condiciones pugilísticas y sus victorias indiscutibles, tenía un problema: llevaba casi diez años viviendo en Madrid y solamente los fanáticos del boxeo conocían su existencia –y sus tremendas cualidades boxísticas.
Además de aquella victoria ante Pavlik habría que mencionar, por lo menos sus triunfos ante Alex Bulema en el 2008 y ese tremendo nocaut logrado frente a Paul Williams, de quien se tomó desquite al ponerlo en la lona en el segundo asalto, el 20 de noviembre de 2010, en lo que fue “El KO del año” para todos los expertos.
La imagen de Williams cayendo boca abajo sobre la lona, totalmente conmocionado, recorrió el mundo: con un sólo golpe, Martínez terminó de demostrar todo lo que podía dar,
Como muchos argentinos, Martínez se fue de su país en el año 2002, “Cansado de ser campeón argentino pero de tener que vivir a fideos hervidos. Un día decidí que eso no era para mí y con una valijita y un papel escrito a mano en un bolsillo, me fui a Europa”, dijo Maravilla Martínez, el púgil de la pelea más memorable del boxeo de los últimos 20 años.
Martínez, un púgil muy particular
Maravilla relata su historia en un stand up que el mismo escribió y que es su nueva actividad. “Hay que reinventarse permanentemente”, dice.
“No se puede vivir de recuerdos”. Lo del papel escrito a mano es cierto, claro. Un manager argentino, Juan Carlos Pradeiro, le dio el papelito: “Si vas a Madrid llámalo al Hueso Sarmiento”. Pablo Sarmiento, también boxeador y ganador en España, le consiguió trabajo de portero en una Disco. “Fui uno de los tantos indocumentados que parecen delincuentes porque no tienen como ganarse la vida decentemente”, dice Maravilla. “Un día decidí que con ser portero de una Disco, o lavando platos o dando clases de boxeo no servía. Y entonces volví al boxeo. Y eso cambió mi vida”.
Ganó en Inglaterra, siguió ganando en España, y, tras asociarse con Sampson Lewkowicz, fueron a dar con Lou DiBella y se le abrieron las puertas del boxeo de estados Unidos. Tal vez no sea el momento de detallar toda su historia. En Argentina se abrieron gmnasios con su nombre. Muchos lo emulan y lo emularon. Una leyenda que recién comienza.