El Senado brasileño debatía intensamente anoche al cierre de esta edición, antes de iniciar la histórica votación prevista para aprobar el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, lo que pondría fin a 13 años de gobierno de izquierda en medio de una serie de crisis que aquejan al gigante latinoamericano.
Si una mayoría simple de los 81 senadores votaba a favor, Rousseff sería suspendida del cargo mientras se realiza el juicio, y el vicepresidente Michel Temer ocuparía su puesto hasta por seis meses mientras se decide si la presidenta será, o no, destituida permanentemente.
El ritmo de la histórica sesión era lento. Después de casi 12 horas, cerca de las 22, menos de la mitad e los 70 senadores anotados para hablar había dado su discurso, lo que generaba pronósticos de que la votación se llevaría a cabo en la madrugada de hoy.
Bajo las normas del proceso de juicio político, a cada senador se le permitieron 15 minutos para hablar y muchos de ellos aprovecharon al máximo su momento bajo los reflectores.
Varios miles de manifestantes a favor y en contra del gobierno se reunieron frente al Senado, donde fueron obligados a permanecer separados por medio de una valla metálica instalada en medio del césped. Se produjeron breves pero intensos enfrentamientos entre la policía y los partidarios de Rousseff, en los que los agentes utilizaron gas pimienta y los manifestantes arrojaron petardos. Los paramédicos se llevaron a varias personas después de que se sintieron mal por los efectos del gas.
Del otro lado de la valla reinaba un ambiente carnavalesco, en el que los partidarios del juicio político tomaban cerveza mientras portaban atuendos con los colores de la bandera brasileña.
Pese a que el intento de juicio político deriva de denuncias de que la primera mujer que preside Brasil en su historia violó leyes fiscales, el proceso se ha convertido en una suerte de referéndum sobre Rousseff y su manejo del país en los últimos seis años.
Brasil está sumido en su peor crisis económica en décadas, en tanto que un enorme escándalo de corrupción en la paraestatal Petrobras ha afectado el estado de ánimo del país, incluso en momentos en que se prepara para ser sede en agosto de los primeros Juegos Olímpicos en América del Sur.
Los partidarios del juicio político culpan a Rousseff y a su Partido de los Trabajadores, o PT, por la parálisis de la economía y sostienen que el vicepresidente Temer, cuyo partido ha renunciado a la coalición gobernante, representa la única esperanza de reanimarla.
El proceso para hacerle el juicio político empezó hace poco más de un año como una iniciativa a la que se pronosticaban pocas posibilidades. Pero fue tomando impulso, aparentemente en forma irrefrenable.
Bastaba una mayoría simple de 41 votos para suspender a Rousseff durante seis meses en lo que se le enjuicia en el Senado, y los diarios más importantes han contado al menos 50 sufragios a favor del juicio. En el posible juicio, previsto para los próximos meses, al menos 54 senadores deben votar a favor de destituirla.
Según las encuestas, la mayoría de los brasileños apoyan juzgar a Rousseff, pero tienen poca confianza en los funcionarios que están en la línea de sucesión presidencial.
Temer ha sido implicado en el caso Petrobras, lo mismo que el actual segundo en la línea de sucesión, Renán Calheiros. El ex presidente de la cámara Baja, Eduardo Cunha, que era segundo en la línea para llegar a la presidencia, fue suspendido hace unos días debido a denuncias de obstrucción a la justicia y corrupción.
Rousseff niega haber cometido alguna irregularidad e insiste en que no hay en su contra denuncias de corrupción personal. Al mismo tiempo, argumenta que las maniobras en el presupuesto fueron utilizadas por presidentes anteriores sin ningún problema por ello. Insiste en que el juicio equivale a un “golpe de Estado” destinado a desmantelar los programas sociales que han sacado a unos 35 millones de brasileños de la pobreza extrema en los últimos años.
Este es el segundo juicio político que se realiza en Brasil en 25 años. En 1992, hubo un proceso contra Fernando Collor de Mello, el primer mandatario elegido democráticamente después de más de dos décadas de régimen militar. Collor de Mello terminó renunciando antes de que concluyera su juicio político en el Senado. Rousseff ha dicho varias veces que no renunciará.
Temprano, Dilma empezó la mudanza
El periódico brasileño “O Estado de Sao Paulo” publicó ayer que la presidenta Dilma Rousseff embaló desde temprano en la mañana todas sus pertenencias personales en su oficina en el Palacio de Planalto y las envió al Palacio de Alvorada, la residencia presidencial oficial.
El diario señaló que entre las cosas que se enviaron al Palacio de Alvorada estaban libros de Rousseff y fotografías de su hija y dos nietos.
Citando a miembros de personal de la presidencia, el diario decía que durante el día estuvieron funcionando sin parar trituradoras de papel y digitalizadores de documentos.
“El ambiente es muy triste aquí”, comentó una mujer que trabaja en el gabinete de Rousseff, al ingresar al recinto en el que será probablemente su último día de trabajo en el gobierno.
“Muchos de nosotros estamos buscando un nuevo empleo. No queremos trabajar para el vicepresidente”, dijo en referencia a Michel Temer, quien asumiría las riendas del gigante sudamericano si Rousseff era suspendida por hasta 180 días, mientras el Senado la somete a un juicio político.
“Hay una sensación de incertidumbre sobre nuestro futuro”, indicó la mujer.
En las calles, incluso las personas que manifiestan su repudio a Rousseff creen que habrá pocos motivos para celebrar si Temer asume el poder.
“No creemos que Temer haga una mejor gestión... ¿Pero sabe qué haremos? Tendremos varios juicios de destitución hasta que haya alguien que escuche a los brasileños”, dijo Siluneide Rodriguez, una costurera de 59 años.
Senador Collor de Mello: "Brasil está en ruinas"
El senador Fernando Collor de Mello, quien renunció a la Presidencia de Brasil en 1992 cuando iba a ser destituido por corrupción, se quejó ayer de que la mandataria Dilma Rousseff no escuchó sus consejos para evitar la crisis y afirmó que el gobierno y Brasil “están en ruinas”.
“La historia me reservó este momento”, dijo Collor, senador del Partido Laborista Cristiano, quien evitó en su discurso sobre el juicio político a Rousseff dejar claro si su voto sería por la suspensión presidencial.
Collor, sin citar a Dilma, dejó claro que “existe un crimen de responsabilidad que es la mera irresponsabilidad con el país, ya sea por incompetencia, negligencia o mala fe”.
El ex presidente fue absuelto dos años después de su renuncia por la máxima corte del país y luego recuperó sus derechos políticos, por eso hoy es senador e incluso participó en algunos momentos de la base de apoyo al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff.
“Personalmente y a través de emisarios le sugerí a Dilma pedir disculpas por todo lo que se habló en la campaña, le alerté sobre sufrir impeachment, me puse a disposición para que restableciera el diálogo político. Desconsideraron mis consideraciones”, sostuvo el ex mandatario. Télam
Romario, mítico futbolista, votó por el juicio político
El mito del fútbol brasileño y ahora senador, Romario (50), se pronunció a favor de la apertura de un juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, durante el debate de anoche en la Cámara de Senadores.
“Después de todo lo que leí, escuché y comprendí, llegué a la conclusión de que sí, hay indicios de crímenes de responsabilidad cometidos por la presidenta de la República, y votaré por la apertura del proceso de impeachment”, afirmó desde el estrado el senador socialista por Río de Janeiro. AP