Fueron cuatro largos años que el ídolo argentino, el mítico"10", Diego Armando Maradona esperó para volver a la cancha para ser testigo del espectáculo ofrecido por el seleccionado argentino en la Copa del Mundo. Lo hizo junto a su hija Giannina, su fiel acompañante en cada partido de fútbol.
Y muchos de los que estuvieron ahí en el Mineirao se dieron cuenta del pibe, que con unos años más, era la cara, la que había salido en la tele tras hacer jueguitos en el potrero. Ese mismo que quería ser campeón del mundo y en el '86 lo logró.
El Diego que deslumbró con su amor por la pelota, que tiró frases como que ella no se mancha. Polémico. Que se hizo amar y odiar. Qué cruzó límites, porque es él..
Maradona no pudo pasar desapercibido, ni por los medios, ni por el público que fue al Mineirao a ver a la Argentina jugar contra Irán. Y emocionado por todo un estadio que se vistió de pura argentinidad y que en un homenaje espontánea coreó "Maradooo", Maradooo", el astro sintió el respeto y supo que la gente tiene memora. Pero entre medio de esa marea celeste y blanca, estuvo él. Fue un hincha más. Un "enorme" en la multitud.
Corrían 20 minutos del primer tiempo cuando la transmisión oficial detectó al `10` en la tribuna acompañado por su hija Giannina (ex mujer de Sergio Agüero) y se lo mostró al público, para motivar inmediatamente una lluvia de aplausos.
Despúes comenzaron los cánticos para halagarlo. Primero el "olé, olé, olé, olé, Diego, Diego", y acto seguido el famoso "Maradoooo, Maradooo" desde todos los rincones del escenario de Belo Horizonte.
Empero, como la `pica` con los brasileños estuvo a flor de piel desde el inicio del juego, enseguida entonaron el "brasilero, brasilero, que amargado se te ve, Maradona es más grande, es más grande que Pelé".
El `10`, campeón del mundo en 1986, acompañó al seleccionado argentino en Belo Horizonte, y la gente una vez más le demostró su inmenso cariño.
