Teatro
No tengo un recuerdo de cuándo comencé y se me prendió la lamparita por el teatro. Era el típico que en la escuela salía en todos los actos, iba a un taller de teatro, siempre estuvo presente el escenario.
Incluso, mi familia no viene del arte. Mi papá es ingeniero, mi mamá trabaja en la Facultad de Ciencias Exactas, mi hermano es Astrónomo.
En el año 2000 me vine a estudiar a Mendoza; lo conocí al Flaco Suárez y me propuso trabajar en el Taller. Desde ahí me metí por un tuvo y ¡no salí más! En un momento me fui a Buenos Aires a formarme y estudiar con gente que admiraba.
En uno de los viajes de visita a Mendoza, justo inauguraron la nueva sala del Taller y vi el fruto de mucho esfuerzo y me quedé. Me tira mucho tener un lugar propio donde trabajar, tiene mucho valor.
En Buenos Aires tenía unos trabajos horribles, trabajé de Telemarketing. Entraba a las 8 y salía a las 16, para luego tomar clases. Y en Mendoza tenía una espacio, podía dar clases, trabajar con gente que tiene las mismas ganas que vos... no tiene comparación.
Era innecesario ese sacrificio. Acá puedo planificar una vida en el teatro. Hay algo del vivir del teatro que me gusta y se transformó en un objetivo en mi vida. Hoy doy clases a gente que le interesa y eso me da la posibilidad de ver a otros, planear.
Locuras a lo Suárez
Cuando trabajás con el Flaco Suárez, pasan cosas insólitas. Porque él te propone hacer cosas locas. De hecho "Humor de Miércoles" nació de casualidad. Se cayó una fecha en Los Angelitos y había una noche libre. Y nosotros veníamos improvisando para otro espectáculo y él se inventó que iba a estrenar un espectáculo de improvisación.
Nos avisó y armamos algo, sin pensar que iba a seguir trece años en cartel. Hay algo de su locura, que te lleva a lugares insólitos, en nombre del teatro.
Hay una experiencia que siempre recuerdo. Cuando actuaba con el elenco El Taller, hicimos una función en una escuela de El Carrizal, se llamaba "El caballero, la doncella y sus valientes primos". En las primeras escenas mi personaje no salía, entonces aproveché para ir al baño. Con la mala suerte que se me cerró la puerta sin picaporte y me quedé encerrado en el baño.
Empecé a golpear, gritar y nadie me escuchaba, porque estaban todos afuera viendo la obra y la escuela estaba alejada. Pensaba: “Como van a hacer, si me personaje tiene que salir”. Después, una celadora escuchó los gritos y me abrió. Pero ya había pasado mi parte, así que aparecí al final descolgado y los chicos me miraban enojados.
Proceso y crecimiento
El teatro es a tracción humana: trabajas con un equipo y son un montón de lugares que coordinar. En el proceso vas aprendiendo, que el valor del teatro es saber cómo relacionarse con los demás y hacer que tu idea sea el discurso de otros. Hay algo de eso que al comienzo no lo tenés en cuenta. Pensás que es pura creatividad y eso lo fui puliendo.
Hoy encontré un grupo de trabajo afín y ahora siento que tengo que frenar. Hay algo de la vorágine creativa, que necesitas pensar y parar esa pulsión de crear.
El vínculo con tus compañeros, es lo que define la obra
“Tus excesos y mi corazón atrapado en la noche”, quizás es la única obra que escribí y luego se la llevé a los actores. Pero lo que terminó pasando con ella, es responsabilidad absoluta de la gente que la hace. Igual con “Tu veneno en mí”; una obra de catorce actores, donde siento que soy un testigo de lo que fue sucediendo.
Hay algo de los procesos que sentís que lo obra va sola, a diferencia de los comienzos. El trabajo de dirección es guiar y controlar, más que crear todo. Y mis últimas obras están impregnadas de la gente con la que me encontré.
Presente y futuro
Estoy en la pre producción de un programa para Acequia, que se llama "Comando salva papas". Es un programa de cocina, con Sebastián Flores que es chef.
Él quería hacer unos videos de cocina y pensamos algo distinto, mostrar una cuestión urbana de la cocina. La idea es ser una especia de comando que le da tips de cocina.
Pero tengo planeado un año más tranquilo, porque empieza a surgir un sistema de producción en las obras que no me gusta. Hay que parar la inercia porque empezás a repetir y quiero que lo que surja sea genuino.
Planeo un año de funciones con las dos últimas obras, para que sigan caminando. Si surge actuar, siempre acepto, me encanta actuar.