Mantener la llama encendida

Son cuyanos. Llevan en la garganta y en las cuerdas el folclore de la región. A punto de celebrar el Día de la Tonada, estos músicos de distintos departamentos se unen para pensar el presente y el futuro de un género que aman desde la raíz. Hoy a las 20.3

Mantener  la llama encendida

“¿Que dónde vive? ¡En los patios de las casas, pues!”.

Es la siesta mendocina de un día frío y los nueve folcloristas cuyanos (que han venido hasta de Bardas Blancas), coinciden en que la Tonada no anda ni en las carteleras de los festivales ni en las cenas-shows de los restó para turistas, ni siquiera en las cantinas céntricas.

Vive ahí: en los patios traseros, donde gente como ellos, apasionados hasta los huesos, celebran la resistencia de un género que no tiene cabida.

Y si bien año a año Cultura de la Provincia les entrega una distinción (gracias al tesón de Roberto Torres, que se encarga de rastraer a los músicos y hacerlos visibles en el Día de la Tonada), cada vez que se arma esta especie de fogón volvemos a sentir la paradoja.

¿Cómo puede ser que no haya un espacio adonde ir a escuchar nuestro género propio? ¿Cómo así no hay tabernas, peñas fijas, plazas, escuelas difundiendo tonadas? ¿Por qué en Toronto, en la otra punta del mapa, hay un Festival de la Tonada donde tienen más relevancia los músicos cuyanos que en el de Tunuyán?

Hace tiempo, un guionista porteño se ofuscó porque los anfitriones, que lo llevaron a cenar a la Alameda, le hicieron presenciar un espectáculo tras otro de tango. “¿Pero dónde está la tonada?”, preguntó indignado. Lo triste es que aún hoy no le podríamos responder.

Y, sin embargo, tonaderos hay. De todas las edades y las comarcas. Aquí están Mabel Quiroga y Ana de Lacroux, que levantan la mirada vibrante cuando responden que son tonaderas. Están los Hermanos Leguizamón, que traen el folclore cuyano “desde la panza”.

Está Jorge Reynoso (una de las Guitarras Latinas), a quien su madre le susurraba “La Tupungatina” o “La Pastora” como canción de cuna. Está Ariel Tolosa (voz de “Los de Alvear”) que se crió entre tonaderos y que es capaz de interrumpir a contratiempo su trabajo de metalúrgico para acudir al llamado de las cuerdas.

Y está el más joven: Guillermo González, una revelación que compone sus propias obras y toca con dos guitarras de la Payunia. Todos son pura autogestión: graban, se trasladan cientos de kilómetros con los instrumentos a cuestas y generan peñas de su bolsillo.

Transmiten la pasión a sus hijos, a sus nietos. Cantan en los actos, en los cumpleaños...A veces, se invitan entre compadres y se arma una cuyanada. “Pero la frecuencia es intermitente.”

¿Y qué hacen con sus grabaciones? “Las tenemos en las cajas”, “nadie compra”, “las radios (salvo excepciones, como las comunitarias o el legendario ‘Por los senderos de la Patria’) no difunden la música de acá”, coinciden.

Pasa que la tonada no se baila, les han dicho a veces. Pasa que no puede competir con los géneros comerciales, se les ha excusado. Pero lo cierto es que ellos la ven florecer, aún en mixturas impensadas.

Como cuando a Mabel Quiroga se le acercó una murga de jóvenes para pedirle el permiso de interpretar la tonada de su padre con fanfarrias. O  como esos cubanos que le piden tonadas a Reynoso para adaptarlas al ritmo caribeño. O los cordobeses, que las solicitan para cuartetearlas.

Igual, la tonada sola, limpia, la de voz y guitarra cuyana, persiste y se revela contra su ignorado destino.

Quizá a través de músicos como Guillermo González, que apenas tiene 21 años y que, desde los campos malargüinos, ha sabido encontrar una clave: la unión. Pues, ante la indiferencia hacia el folclore cuyano en los festivales, en Malargüe se creó la Asociación de Músicos Cuyanos.

El primer proyecto fue instalarse en un camión a las puertas del festival, a modo de contra-guitarreada. No tanto como gesto de protesta sino como búsqueda de apoyo. Y, así, los artistas de tierra adentro fueron consiguiendo aportes de los vecinos para poder lograr que, todos los meses, suenen gatos, cuecas, zambas y tonadas en el molino histórico.

De hecho, el siguiente proyecto de la Asociación es llevar la música regional a los estudiantes. Allí, en una escuela albergue, fue donde Guillermo aprendió a amar de niño el folclore que oía entre crianceros.

Es posible que, desde esa unión que debería darse en cada departamento, la tonada renazca y crezca.

Querida tonada que viva...

Hoy, a las 20.30, en la sala Elina Alba, se entregará un reconocimiento a destacados artistas mendocinos comprometidos con nuestro folclore.

En conmemoración del “Día de la Tonada” (que se celebra el 18 de julio y en homenaje al poeta mendocino Juan Gualberto Godoy), la Secretaría de Cultura y la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia entregarán un reconocimiento a los Juglares de la Música, Canto y Difusión del Folklore de Cuyo.

Esta iniciativa se realiza desde 1979, a través de la resolución de Cultura y Educación de la Provincia Mendoza. Fue propuesta por el Instituto de Investigación y Divulgación del Folklore Cuyano, que presidía el maestro Alberto Rodríguez.

Los artistas que recibirán este año la distinción son: Elizabeth Pollarolo, de Guaymallén; Mabel Quiroga, de Rivadavia; Ana de Lacraux, de Las Heras; Los Hermanos Cisterna, de Tunuyán; Los de Alvear, de General Alvear y los Hermanos Leguizamón, de Godoy Cruz.

También lo harán Guillermo González, de Malargüe; Las Guitarras Latinas, de Guaymallén y el programa de difusión folclórica de Cuyo “Por Los Senderos de la Patria”, de Radio Nacional Mendoza.

La actividad, organizada por el Centro Cultural y Divulgación del Folclore de Cuyo “Huayra Cuyum”, será en la Sala Elina Alba (España y Gutiérrez, de Ciudad), y la entrada general tiene un valor de $ 80.

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