"Manos a la obra", el trabajo solidario de 350 universitarios

El proyecto es de la Iglesia Católica, pero trasciende a la religión. Los estudiantes visitan una comunidad y aportan mejoras a partir de sus conocimientos.

"Manos a la obra", el trabajo solidario de 350 universitarios
"Manos a la obra", el trabajo solidario de 350 universitarios

Algo más de 350 estudiantes universitarios se instalaron durante una semana en la zona Este, para cumplir con una amplia agenda de tarea solidaria en distritos de San Martín y Junín. El proyecto se llama “Manos a la Obra”, nació en 2006 y participan de él, alumnos de todas las universidades de Mendoza.

“Este trabajo siempre lo hacemos a fin de año y llegamos a cada pueblo con un diagnóstico de los problemas que viven esas comunidades”, explica Leandro Mascareño (23), mientras camina por los pasillos de la escuela Patria, en Montecaseros, que desde hace una semana es albergue y base de operaciones de parte del proyecto.

Los jóvenes que ocupan la escuela de Montecaseros son sólo un ala del grupo de universitarios que llegó al Este, ya que también hay gente del proyecto solidario en Chivilcoy, Alto Salvador, Buen Orden y en El Espino; también en Junín se han proyectado tareas en el barrio Gran Capitán y en La Colonia.

Leandro estudia Agronomía y es uno de los coordinadores de “Manos a la Obra”, una idea que nació en el seno de la Pastoral Universitaria Mendoza, aunque no es necesariamente un proyecto religioso.

“En esta experiencia laboral tenemos nuestro momento de oración y de misa, pero no todos los integrantes participan de él”, dice Melisa Bozzo (23), coordinadora y estudiante de Abogacía: “En estos años, ‘Manos a la Obra’ ha firmado convenio con todas las universidades de Mendoza y la verdad es que participa gente de otros credos y también muchos que no profesan ninguna religión; en realidad, el trabajo para ayudar a los demás es lo que más cuenta”.

Durante cuatro años, el proyecto funcionó en Lavalle y luego estuvo otros tres en Tupungato; este año, la tarea solidaria de “Manos a la Obra” se trasladó a Junín y a San Martín, donde algo más de 350 alumnos de una veintena de carreras universitarias, se repartieron la región.

“Nuestra tarea es brindar algún tipo de ayuda, a partir de lo que cada uno aprende en la facultad”, resume Leandro. Así, este año hay un total de 35 grupos de trabajo dentro del gran plan que significa “Manos a la Obra” y por ejemplo, los estudiantes de Abogacía han gestionado la presencia del móvil del Poder Judicial para resolver dudas de los vecinos; la gente de Medicina realiza chequeos y controles por las casas; el grupo de Arquitectura ha levantado dos nuevas paradas de colectivos en Montecaseros.

Entre otros muchos trabajos, los alumnos de Agronomía plantaron desde cero, una huerta dotada de riego por goteo, que quedó al cuidado de los maestros y alumnos de la escuela Patria; también hubo en estos días, clases sobre técnicas de reciclado de materiales, charlas sobre economía familiar, sobre el desarrollo de pequeñas pymes, y muchos niños y jóvenes aprendieron teatro, música, radio y también pases de murga.

“Muchos vecinos se acercan a colaborar y se establece una relación linda y fructífera”, cuenta Guillermo, que estudia Arquitectura: “Por otro lado, el contacto con los municipios es bastante bueno y suelen ayudarnos con la movilidad y también con algunos materiales”. De todos modos, el proyecto se financia básicamente a partir de donaciones y de una pequeña cuota de inscripción que se cobra a los que recién se suman.

Con tantos integrantes y tareas por hacer, “Manos a la Obra” está dividida por áreas y así hay encargados de la difusión del proyecto, de los recursos, de la infraestructura y también de los momentos de oración y espiritualidad. En la escuela Patria, por ejemplo, hubo dos cocineros para dar de comer a los más de 60 estudiantes albergados y de un modo u otro, durante la experiencia, todos colaboran con la convivencia y el orden de la vida comunitaria, además de la limpieza.

Antes de ir a cada lugar se hace un diagnóstico general de la región, apoyado muchas veces en informes que entregan las parroquias de la zona y así, entre otras cosas se elige qué carreras van a participar.

“A San Martín y a Junín vamos a volver durante los próximos dos años, para que el trabajo tenga un resultado mucho más concreto”, asegura Melisa y mientras convida un mate, cierra la idea: “Cada uno de nosotros está con sus estudios, con sus finales, con su vida, sus problemas y la verdad es que es un esfuerzo grande el que hacemos con este proyecto. Lo bueno es que se trata de una experiencia que tiene una enorme recompensa, como es la de compartir cosas y trabajar por los demás, algo que se siente muy lindo”.

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