La de Manuel Garcés, más conocido como “Manolo” que por su propio nombre, aunque de chico también era el “Gallego”, es una singular historia de amor por el básquetbol que a los 63 años (10-8-51) todavía se prolonga como el primer día.
En la actualidad, como técnico del Club del Personal del Banco de Mendoza de Chacras de Coria, donde es muy valorado y respetado por su eficiente trabajo.
Un romance eterno, de una fidelidad increíble, que el popular "Manolo" hizo posible con su constancia y voluntad para el entrenamiento, su personalidad y temperamento ganador y su inteligencia, juego de ataque y perfecto goleo para destacarse desde su posición de pilar en cada uno de los equipos que integró: Guillermo Cano, Mendoza de Regatas y Asociación Deportiva Anzorena, donde cumplió la mayor parte de su extensa trayectoria.
Además de ser convocado como refuerzo por Andes Talleres y Atenas, divisas que defendió como si fueran su propio equipo en distintos compromisos de nivel internacional en Bolivia y Chile, lo que siempre lo llenó de orgullo al ser elegido por clubes tan importantes del medio.
Pieza clave en aquellos inolvidables Campeonatos Argentinos, en los que la Borravino logró un cuarto puesto en La Rioja en 1974 (DT Pedro Bátiz), un tercero en Córdoba en 1977 (DT Hugo Borelli) y un quinto en Bahía Blanca en 1979 (DT Tito Carra).
Un idilio hasta único y conmovedor porque más de una vez llegó a jugar lesionado o hasta convaleciente de una operación de cadera, sin medir riesgos ni consecuencias mucho más graves a futuro para su salud e integridad física.
Acaso un loco amor como el desafío de participar en este 2014 de dos partidos del Sub-60 jugados en Luján, luego de una segunda operación de cadera hace 3 años para reemplazar una prótesis que había llevado 25 años.
Por otra parte, como recuerda el decano de los periodistas deportivos de Mendoza, el colega y amigo Daniel Egarrat, el único jugador del medio que celebró la fiesta de su casamiento en una cancha de básquetbol aquel 10 de enero de 1981 en que contrajo enlace con Fátima.
La de su amado Anzorena poco después de las obras de remodelación donde tanto tuvo que ver aquel recordado dirigente que fue Hugo Novatti. Con la satisfacción de haber integrado junto al “Pato” Rodríguez la Selección Argentina en el Mundial de Veteranos realizado en Montevideo, Uruguay, en 1999.
Los comienzos
La infancia de "Manolo" transcurrió en Granaderos y Jorge Newbery, aquella esquina de la Sexta Sección donde los chicos de su edad se reunían a jugar a la pelota porque, según cuenta, el fútbol todavía era más conocido y popular que el básquetbol.
Aunque más no fuera el picado de la calle o el de la cuadra contra cuadra cuando se hizo hincha de Gimnasia y Esgrima atraído por el vistoso juego de Víctor Legrotaglie y por la habilidad de Osvaldo Armando Piantino, aquella juvenil promesa blanquinegra que en la década del 60 había reemplazado al veterano Cholo Converti como puntero derecho en la primera división.
Fue en la época del secundario, que cursó en el Liceo Agrícola después de haber completado el ciclo primario en la Escuela Vergara, que eligió la práctica del básquetbol a las clases de gimnasia como actividad física obligatoria.
El relato del propio "Manolo" en la charla con Más Deportes, con esa llamativa simpatía que es su mejor carta de presentación y con la nostalgia que significa volver al pasado, trae el recuerdo de aquella feliz adolescencia: "A los 14 años me había hecho socio del club Guillermo Cano y en los meses del verano, como hacía tanto calor, con unos amigos nos bañábamos en la pileta de la institución.
Una noche hicimos un dos contra dos al básquetbol y después me puse a tirar al aro de corta, media y larga distancia con mucha puntería, pese a que el lugar se encontraba en penumbra, con muy poca luz porque funcionaba un solo foco en ese sector de la cancha.
Un señor que me di cuenta me había observado muy atentamente a través de una ventana de la secretaría salió presuroso a mi encuentro y me sorprendió con su propuesta: ‘Me gustaría que viniera a jugar al básquetbol con nosotros’. No lo podía creer porque quien se había fijado en mí era Pedro Bátiz, que estaba a cargo de las divisiones inferiores de Cano, entonces en formación.
Empecé en cadetes menores y en la primera práctica conocí al "Rulo" Becerra, que venía de San Luis, con quien fuimos compañeros en ese semillero y con quien volveríamos a encontrarnos de grandes en la Selección de Mendoza en varios campeonatos Argentinos”.
“Manolo” trae otras vivencias de aquellos comienzos: "En la entidad de las Casas Colectivas permanecí una sola temporada porque mi cuñado Pepe Laviano, que estaba casado con mi hermana Hilda Delia y que era socio del Club Mendoza de Regatas, me entusiasmó con la posibilidad de jugar en la entidad del Parque.
Allá fui a los 15 años con la suerte que encontré al mejor técnico de toda mi campaña: Hugo Borelli. El “Yoli” era un adelantado, un apasionado, que me enseñó a querer el básquetbol, a amarlo, a defenderlo, a jugarlo con el corazón.
En juveniles recuerdo a Julio Pezzutti, luego gran jugador de tenis de mesa; Daniel Hidalgo, que venía de YPF; Petete Jácomo; Amezquita; el "Zurdo" Sánchez; Guillermo Sevilla y Mario Puebla. Debuté en la primera con 26 puntos en un partido contra Sayanca. Ya era goleador, me preparaba mentalmente y me entrenaba para serlo.
Me despedí de Regatas seis años después con otros compañeros, como el “Mono” Alvarez, el mismo Hugo Borelli, que jugaba y dirigía las inferiores, Fragapane y los hermanos Pagano: ‘Pincel’ (Héctor) y el ‘Gringo’ (Federico), y su primo Osvaldo, dirigidos por Tanoni.
Mítico Anzorena
Hasta que la Asociación Deportiva Anzorena, adonde se incorporó a los 22 años bajo la presidencia del ex jugador Francisco Campanello, un club que había tenido tan cerca durante su niñez en la Sexta Sección, sin darse cuenta se convirtió en el amor deportivo de su vida.
Allí completó 12 temporadas en la primera hasta el momento del retiro en 1985, a los 34 años. Aquel Anzorena de su amigo Juan José Capello, Juan Carlos “Aquino” Rodríguez, el “Pato” Rodríguez, Mario Da Prá, el Dr. Eligio Negri, Freddy De Carlos, Raúl Diéguez, “Lito” Romero, “Paquito” Rodríguez, Danny Rodríguez y Rubén Velázquez, entre otros.
En la misma época que compartió la Borravino de Mendoza con valores como Luis Felipe Armendáriz, Arturo Cacciamani, Nelson "Pipío" Pedemonte, Jorge "Rulo" Becerra, Orlando Toledo, Raúl y Roberto Brioude, "Lula" Socchi, Hugo "Yoli" Borelli, Vicente Pellegrino, "Aquino" Rodríguez, Marroquín, José Luis "Pepa" Falcioni, Raúl "Caniche" Estalles, el "Tono" Alvaro y Osvaldo Trillo.
"Con los que se forjó una cordial relación aunque pertenecíamos a distintos clubes", como confiesa feliz de poder recordarlos. Cuando en 1985 dejó de jugar a los 34 años para someterse a su primera operación de cadera apareció el estudioso y exitoso entrenador.
Casado con Fátima, tiene 2 hijas: Pamela (29), que es empleada en el Banco Nación, y Romina (24), que acaba de recibirse de locutora y ha sido alumna del conocido profesional Tíndaro Muscará.
Después de haber completado 2 años de estudios en la Escuela de Aviación Militar, vocación que dejó a raíz de un accidente, "Manolo" inició su carrera bancaria en el viejo Banco de Mendoza. En la actualidad ocupa la función de gerente de la Sucursal Rentas del Banco Nación en la Casa de Gobierno.